Sin casco: alarma la cantidad de conductores que no lo usan

Sobre la avenida Aviador Origone, una de las principales de la ciudad, circulaba una moto de 110 centímetros cúbicos sin espejos ni rastros de tener alguna luz. Era conducida por una mujer de unos 40 años que llevaba a sus dos hijos pequeños atrás. Ellos vestían el uniforme escolar y sus mochilas, colgadas a los costados, que sostenían con sus brazos que se notaban blandos y débiles ante la exigente fuerza que hacían para agarrarse de su madre. Ninguno de los tres tenía puesto el casco. Ella iba apurada, a una velocidad que superaba los 70 kilómetros por hora, porque el reloj marcaba las 12:55 y seguramente los niños llegaban tarde al colegio.

Así es la realidad de muchos o de la mayoría de los motociclistas villamercedinos. Transitar sin casco se convirtió en una costumbre que no distingue ni sexo ni edad. En algunos casos, los resultados terminan cobrándose la vida de jóvenes, tal como ocurrió con Bruno Zeballos, de 17 años, que murió el miércoles tras un accidente que protagonizó el 20 de abril.

Esta tragedia reinstaló una vieja discusión en  una ciudad en la que circulan cada vez más motos y el problema es que sus ocupantes no cumplen con las medidas de seguridad, principalmente el uso del casco. A veces un botón sirve de muestra.

Ayer, El Diario estuvo en la esquina de Aviador Origone y Presidente Perón: desde las 12:55 hasta las 13:05 pasaron sesenta y ocho motos de diferentes cilindradas, cuarenta y seis motociclistas no tenían el casco puesto, lo llevaban en el brazo o enganchado a un costado del vehículo. En otras seis motocicletas eran los acompañantes los que no tenían el casco. Sólo catorce motociclistas cumplían con la norma.

“El problema comienza por una falta de diálogo en la casa. La familia es la que tiene que cuidarse y aconsejarse en el uso del casco, después viene el tema de los controles de tránsito”, opinó Jaquelina Bazán, una vecina de la zona apegada a los barrios Eva Perón 2 y El Criollo. La mujer  afirmó que la irresponsabilidad también pasa por la negligencia que tienen al conducir. “No respetan los semáforos, se suben a las veredas, no frenan en ninguna esquina y se exceden mucho en la velocidad”, declaró.

Ángela Ojeda que vive sobre Guayaquil consideró que la Policía debería ser "más exigente. Aunque lo tomen mal, es la única manera de que se pongan las pilas y sepan que uno los quiere cuidar”, sostuvo. Ojeda confesó que en su familia, su hija y su nieta conducen motocicletas y mantiene una lucha constante para que las dos utilicen el casco. "Mi hija siempre lo usa cuando sale a cualquier lado. El problema es con mi nieta, es una adolescente muy rebelde y a veces no lo lleva, estoy cansada de decirle, parece que está esperando que le pase algo para tomar consciencia", resaltó.

Dentro del conteo realizado por este medio, en algunos casos quienes no tenían la protección puesta eran mujeres y hombres entre 30 y 40 años, con hijos, mayores de 60 y sobre todo jóvenes.

En la intersección de Mitre y Asia, en el extremo norte de la ciudad, los vecinos afirmaron que los conductores circulan constantemente en contramano y que hubo varios accidentes por este motivo. “Como ven que la calle es ancha y no quieren hacer dos o tres cuadras para dar la vuelta, se meten en la mano contraria. Los jóvenes andan muy fuerte, los grandes llevan a dos o tres niños atrás, es una locura”, juzgó Ezequiel Pérez, quien vive en Paul Harris y Mitre.

Los vecinos de ambas zonas confirmaron que están al tanto de la cantidad de accidentes y de las muertes que genera esta falta de conciencia. Raúl Morales, del barrio Estación, cree que, para reducir esas cifras, algunas de las soluciones son "crear una ordenanza para que las motos no circulen a más de cuarenta kilómetros por hora, que los padres no les compren más motos a los adolescentes.