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Juzgan a un hombre por abusar de dos hermanas en La Toma

La mayor dijo que la manoseó en los senos entre los 12 y los 16 años. La más chica, que él le dijo que la besó mientras dormía.

Por redacción
| 26 de julio de 2018
Cámara Penal 1. Los jueces y las partes vieron ayer los videos de las declaraciones de las víctimas.

Nelson Arias nunca habló sobre la acusación que tiene, la de haber abusado de dos hermanas adolescentes a las que conoció en un grupo juvenil de una iglesia evangélica de La Toma. Se abstuvo de declarar en la indagatoria y también ayer, en el juicio que comenzó en la Cámara del Crimen 1 de San Luis. Está previsto que hoy se presenten ante el tribunal las víctimas y su mamá, la denunciante.

 

Arias, de aproximadamente 40 años, llega libre al debate oral que enfrenta por los dos casos de abuso sexual simple. Seis años de cárcel es la pena que solicitó el fiscal de instrucción 1, Ernesto Gabriel Lutens. 

 

El caso fue denunciado en 2009, pero la declaración en Cámara Gesell de las víctimas recién pudo tomarse un par de años después. La tardanza obedeció a que luego de que iniciara la investigación, la denunciante y sus hijas se mudaron a la ciudad cordobesa de Villa Dolores, y a pesar de las citaciones, no se presentaron de inmediato. A Arias le tomaron declaración indagatoria en 2012, y en 2014 la causa fue elevada a juicio por el Juzgado Penal 3.

 

El acusado está en pareja, pero no tiene hijos. Ayer, su mujer, que nunca creyó en la imputación que pesa sobre él, lo acompañó en la primera audiencia. Al momento de la denuncia, los dos estaban a cargo del grupo religioso juvenil, que realizaba tareas en la iglesia y también afuera de ella. Por eso, en algunas ocasiones, las  hermanas, al igual que otros menores, han dormido en la casa del hombre.

 

Durante la semana, las chicas cursaban en la escuela albergue del paraje La Totora, y los fines de semana iban a la iglesia y participaban de las actividades del grupo.

 

Ayer, se exhibieron los videos de las declaraciones de las hermanas en Cámara Gesell y la psicóloga del Poder Judicial que hizo esa pericia, Marisa Samper, dio detalles de su informe. De estas narraciones, surge, según una fuente, que la mayor de las muchachas, refirió haber sufrido tocamientos en los pechos por parte de Arias “entre los 12 ó 13 años, y hasta los 16”, cuando decidió hablar con su mamá.

 

Para hacerlo seguramente debió vencer el temor que el hombre intentó imprimir en ella a través de amenazas. “Declaró que le decía, por ejemplo, que si ella hablaba, los dos iban a cag…”, refirió la fuente.

 

Pero Arias, también se habría valido de otros artilugios para mantener el silencio de la adolescente, por ejemplo, haciéndole regalos, comprándole zapatillas o dándole dinero o golosinas. La madre, que nunca sospechó de los abusos hasta que su hija mayor se lo reveló, le dijo al hombre en alguna oportunidad que no le hiciera obsequios a la niña, ya que consideraba que no estaba bien.

 

La chica decidió hablar con su mamá porque, con más madurez, entendió que la actitud del coordinador del grupo no estaba bien. Cuando supo que su hermana le había hablado a su madre de los manoseos, la menor le comentó que a ella Arias le había dicho en una oportunidad que la había besado.

 

Ésta es una circunstancia que, si en verdad ocurrió, la joven no recuerda haber vivido. Lo que ella manifestó en la Cámara Gesell es que el acusado le contó que esto había ocurrido mientras ella dormía.

 

La fuente refirió, además, que la profesional que estuvo a cargo de la prueba detectó un importante monto de angustia en la más chica, que puso de manifiesto a través del llanto. La mayor, por su parte, respondía con risas cuando la especialista indagaba sobre cómo fueron los tocamientos.

 

A propósito de esto, el defensor de Arias, Cándido Assat, destacó este contraste entre las actitudes de las hermanas y cómo es que la más grande reaccionaba de ese modo. Samper explicó que la risa es un mecanismo de defensa que las víctimas aplican habitualmente. Lejos de ser un indicio de despreocupación o ligereza, la risa puede ser una estrategia psicológica inconsciente de protección, que la persona afectada pone en juego para hacer frente a una situación que causa ansiedad o una realidad dolorosa.

 

Samper validó ambos relatos, es decir, consideró que ninguna de las dos miente. La psicóloga de la Comisaría del Menor, Sandra Pérez –que también declaró, ya que les dio contención a las muchachas– “dijo que pudo ver en la mayor angustia y ansiedad paranoide, y que no vio signos de fabulación. Y que en la más chica tampoco detectó signos fabulatorios y que pudo establecer una correlación entre el discurso verbal y el actitudinal”, narró la fuente.

 

Por su parte, otra perito psicóloga del Poder Judicial, Graciela Rickard, evaluó que el acusado “es afectivamente inmaduro; que tiene recursos intelectuales básicos y una necesidad de depender de otras personas; que necesita de relaciones personales asimétricas y que por eso prefiere relacionarse con menores, sobre los que puede ejercer su poder; que tiene poca autocrítica; que se orienta a la justificación de sus conductas, siempre sesgada a su favor; y que tiene dificultad para el control de los impulsos”, resumió.

 

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