Un pizarrón, infinitas huellas: la jubilación de una maestra que formó generaciones
Alicia Angélica Garcés vivió una emotiva despedida de las aulas. Compartió con colegas, estudiantes y tutores que la colmaron de afecto. No faltaron dibujos y cartas que evidencian el cariño de la comunidad.
La Toma ha sido epicentro en los últimos días de diversas jubilaciones de docentes que han marcado a generaciones con su entrega, compromiso y vocación. Entre ellos, está Alicia Angélica Garcés, una maestra que ha puesto su vida entera al servicio de la educación. La comunidad de la Escuela Nº 357 "Máximo Camargo", la agasajó con un "último día laboral" inolvidable.
De acuerdo a lo que informaron sus colegas en diálogo con El Diario de la República, la "Seño" vivió una jornada muy emotiva. En su día de despedida de las aulas, Alicia compartió una merienda con estudiantes que la rodearon con amor, regalándole cartas y dibujos que quedarán por siempre en lo más profundo de su corazón. Los tutores tampoco quisieron perderse la chance de agradecer todo lo impartido, tanto en el aula como en el camino mismo de vivir.
Según contaron, la celebración también tuvo una merienda con colegas, donde fue inevitable traer a la memoria recuerdos, risas y "alguna que otra lágrima", porque al fin y al cabo la existencia es así, blanco y negro, alegría y nostalgia, luz y oscuridad, en un equilibrio cósmico implacable.
Hubo palabras de despedida que estuvieron a cargo de la vicedirectora, Malisa Martina, sus compañeras Marita Maurino y Silvia María Inés Mansilla. El foco del mensaje: la emoción por el valor humano y profesional que Alicia aportó a lo largo de los años.
La "Seño", aunque profundamente conmovida, tomó la palabra para agradecer "a cada compañero de ruta, estudiantes, ordenanzas y su familia" por acompañarla y sostenerla. Pero quizá el mensaje más importante es que pidió "con firmeza" que sigan haciendo crecer la escuela "porque la misión de educar no se detiene".
En el encuentro emitieron un video, donde diferentes imágenes recorrieron su trayectoria. Y procedieron a una de las instancias más emotivas. Junto a los estudiantes de sexto grado, Alicia participó del arrío del Pabellón Nacional por última vez, símbolo de cierre pero también de continuidad, porque la docencia se lleva en el alma, más allá de las funciones administrativas.
El "broche de oro" fue una caravana por el pueblo "en honor a su vocación", acompañada por la "Batucada Fusión" que aportó ritmo, color y alegría a una despedida inolvidable. "Así, entre aplausos, abrazos y música, se despidió de su segunda casa, cumpliendo su misión de educar con amor, responsabilidad y entrega", resaltaron sus colegas.
La "Seño" ya dejó el aula, pero nunca dejará el corazón de quienes compartieron con ella. Su vida, dedicada a la educación, continuará siendo un faro, más allá de la jubilación, porque lo que perdura es el cariño, los valores impartidos y el ejemplo de una maestra que enseñó que el mayor regalo que se puede dar es el de una vocación vivida con pasión para los demás, sin egoísmos.


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