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Ana Laura Oro, una actriz con el alma tranquila

Nacida en Córdoba pero puntana por elección, la artista recordó sus peripecias junto al teatro, la pasión de toda su vida.

Por redacción
| 18 de septiembre de 2018
Ana Laura con la sonrisa que la caracteriza habló de su trayectoria. Foto: Marianela Sanchez

El sol de invierno, la tranquilidad de Juana Koslay y la calidez de Laura Oro fue lo primero en hacerse notar cuando la artista abrió la puerta de su casa. Atrás de ella dos perras enérgicas y una gata que se relamía en un rincón completaban la hogareña postal. 
Laura nació en Córdoba y, junto a su familia, se radicó en San Luis a los seis años. “Estaba la dictadura y como mis papás no pudieron exiliarse nos vinimos a San Luis, mi mamá es de Villa Mercedes”, comenzó a relatar la actriz de 43 años.  
El primer acercamiento de Oro con el teatro, que le marcaría sin querer el destino de toda su vida, fue mientras cursaba quinto grado en la Escuela Normal. Su maestra Alita Cali decidió que una buena forma de despedir a los alumnos de sexto grado era con una obra de teatro. 
“Ese año trabajamos en preparar la obra, la hija de mi maestra estudiaba teatro, ella nos daba clases y nos preparaba”, recordó Laura. Esa primera incursión fue suficiente: Oro ya estaba decidida. 
Con el apoyo de su familia Laura continuó sus pasos en el teatro. En San Luis integró el elenco provincial de teatro, dirigido por Marta Cañete. Por aquellos años la cultura de San Luis contaba con la orquesta, el ballet y el elenco de artistas provinciales. El Centro Cultural Puente Blanco se relucía como novedad y el arte empezó a fijar sus cimientos. 
“Fue una época de cultura fuerte y yo no tenía ninguna duda de que iba a estudiar teatro”, agregó. Al finalizar la secundaria Laura volvió a su Córdoba natal donde tiempo después egresaría como licenciada en teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. 
“La carrera universitaria te abre otras opciones, te amplía el panorama. Hoy por hoy me gusta hacer de todo”, agregó la artista que aunque no se considere dramaturga tiene en su haber varias obras de su autoría y solo algunas de ellas han sido interpretadas.  
“Blanco” fue una de sus obras, premiada por el Instituto Nacional del Teatro. “Esa obra la escribí atravesando un momento de catarsis y sin pensar en representarla. Mucho tiempo después la leí y me di  cuenta que estaba buena para hacerla. Le pedí a un amigo dramaturgo que la criticara y me dijo que no le cambió ni una coma”, repasó con una sonrisa. 
Con su carrera finalizada y una filosofía hippie que la acompañaba junto a su pareja de esos tiempos, Laura comenzó una aventura itinerante que la llevó a recorrer Latinoamérica y, tiempo después, encontró en Barcelona un nuevo lugar para vivir.
“Con mi pareja volvimos a Córdoba por dos años, ahí nació nuestro hijo y decidimos volver a Barcelona pero ya nos estabilizamos ahí”, dijo Laura mientras de fondo unos pájaros la acompañaban en su relato. 
Barcelona fue una oportunidad para Laura, que vivió allá casi una década. Durante esos años el teatro la acompañó en distintos formatos: capacitaciones, obras, espectadora. “Por alguna razón se me hacía que era mucho cambio venirme de Barcelona a San Luis, así que volví a Córdoba por la actividad cultural”, recordó. 
Luego de inmigrar el retorno a Argentina fue como empezar de cero. El reencuentro de Oro con Córdoba fue difícil en cuanto a lo económico, luego de cinco años y con el apoyo emocional de su familia, Laura volvió a San Luis. 
“Hay poca gente titulada en teatro acá y conseguí trabajo muy rápido. Me mudé en verano y empecé a trabajar en comienzo de clases”, hoy Laura se desempeña como profesora en el ex Colegio Nacional y en la Escuela Técnica Nº 8. 
Además junto a Yamila Grandi y Alejandra Ochoa conforman un proyecto de teatro en casa, idea que Laura encontró en España cuando la crisis era un impedimento para el desarrollo del teatro. Éste consiste en realizar obras de teatro en casas privadas, donde el público es acotado pero la calidad de la obra se mantiene de la misma forma que en un teatro de numerosas butacas.
A su vez trabaja, junto a otros teatreros, en un grupo de teatro social llamado “El Caldero”, mientras en el tintero sigue pendiente un taller de teatro en un bar céntrico. 
“El teatro es un estilo de vida… una pasión. No puedo vivir sin eso, de hecho en una época en Barcelona tuve que dedicarme a otra cosa y sufrí un montón, parte de mi vuelta fue por eso”, cerró la artista.

 

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