María Emilia Riera venció la moda excluyente y creó su propio estilo

"A mis 26 años aprendí a aceptarme como soy”, dijo María Emilia Riera, una joven de 26 años que desde su adolescencia tiene sobrepeso. Esa fue la razón que la obligó a dejar de ir a fiestas de cumpleaños de 15 o participar de salidas con amigos por no encontrar ropa de su talle. Pero una década después logró vencer la exclusión de la moda y adaptó su propio estilo, que hoy luce con seguridad. Además, se anima a los desfiles y se destaca como modelo plus size.

Vivió épocas difíciles porque al no cumplir con los estereotipos de la moda se sentía desplazada por la sociedad. "Tuve momentos de angustia. Muchas veces me encerré en mi habitación a comer o buscaba tratamientos mágicos en internet, que no son buenos para la salud", dijo la joven a quien de chica le costó lidiar con su cuerpo.

Señaló que lo frustrante era recorrer varios locales de ropa y no encontrar nada que le quedara bien. "Pasaba por la vidriera y no me daban ganas de entrar porque ya sabía cuál era la respuesta: 'son talles únicos'". Aparte, el trato nunca fue el mejor, te hacen probar y saben que no te va a quedar", se lamentó.

Asimismo, Emilia hizo hincapié en la desigualdad de precios, ya que una remera para una chica de contextura pequeña costaba $600, mientras que una de su talle rondaba los $1.000. "Los encargados me decían que no conseguían más. Si la ropa es grande es mucho más cara", dijo.

Según contó, en San Luis solo hay dos o tres locales que ofrecen prendas para personas con talles inclusivos y la mayoría son para adultos, por lo que adquirir algo más juvenil es mucho más complicado. Si encima la idea es optar por colores, sostuvo que no hay mucho para elegir y solo venden prendas en tonos oscuros como el marrón, negro, bordó, verde y gris.

Ante la imposibilidad de encontrar indumentaria de su talle, Emilia optó por encargársela a una conocida que vende a domicilio. "La mayoría lo hacemos así para evitarnos malos momentos, nos fijamos tranquilas si nos queda bien y no pasamos vergüenza. Porque lo que tendría que ser divertido, al final es un padecimiento. Entendí que tenía que quererme como era. Busqué mi estilo y armé mis propios conjuntos", expresó y agregó que en sus días malos lo único que usaba era pantalón de gimnasia y remeras anchas.

"La mayoría de las adolescentes se encierran, no salen y se pierden de vivir cosas acordes a su edad, que después no se recuperan. Yo lo padecí y no es la mejor manera de enfrentar esta situación. Se necesita contención y mucho amor", señaló la puntana.

Una de las pasiones de Emilia es el modelaje y desde el año pasado camina con soltura por las pasarelas. “Para mí es un desafío porque demuestro que soy como cualquier otra chica. Hay que animarse a romper barreras y hacer lo que uno verdaderamente ama, sin importar el qué dirán”, enfatizó.

En este proceso, el acompañamiento de su familia fue fundamental. "Si te ven angustiados se ponen mal y tratan de buscar una solución más sana de lo que encontraría una sola por sus propios medios. Te contienen y te ayudan a salir adelante", reflexionó.

Si bien en los primeros años no encajar en los estereotipos que impone la moda la afectaba, con el paso de los años empezó a aceptarse. Hace unos años comenzó el nutricionista y hoy vive con más tranquilidad. "Por suerte ya no soy la misma y encontré las herramientas para convivir con sobrepeso. Yo les aconsejo a las chicas jóvenes que no intenten tratamientos raros. Si son así les va a costar adelgazar y mantenerse, pero no es imposible. Existen recursos saludables para lograrlo, como por ejemplo el deporte, que te ayuda a sentirte mejor y lo fundamental es aprender a comer sano", aconsejó Emilia.