Avalan el relato de hermanas que acusan al padrastro por abusos

”Lo quería mucho y resultó esto, nada que ver”, esa fue la conclusión de la mayor de las hijastras de Federico Guidugli, quien está acusado de abusar de ella y de su hermana, ambas hijas de su expareja. Ese testimonio dio a conocer en la audiencia de ayer en la Cámara del Crimen 1, de San Luis, la psicóloga del Poder Judicial Marisa Samper, quien entrevistó en Cámara Gesell a las menores. La perito avaló el relato de las hermanas.

Guidugli fue denunciado por A.C., su expareja, en 2016 porque la mayor de sus hijas, que en ese entonces tenía 15 años, le contó que el hombre abusaba de ella. Al mismo tiempo se enteró que su otra hija, de 12 años, también era víctima. Ese año él fue preso, lo excarcelaron en 2017 y al año siguiente fue apresado nuevamente.

Está procesado por “Abuso sexual simple, agravado por la situación de convivencia preexistente”, en perjuicio de la mayor de las hermanas, que hoy tiene 18 años, y por “Abuso sexual gravemente ultrajante agravado por la situación de convivencia preexistente”, en el caso de la otra víctima, que actualmente tiene 15.

El acusado era empleado bancario cuando estaba en pareja con la madre de las chicas. Ayer el Tribunal vio las filmaciones de las dos Cámaras Gesell de las adolescentes. La mayor dijo que a su padrastro lo consideraba un amigo, que compartían gustos musicales y que le contaba cosas que tal vez a su padre no.

Le reveló a su madre que era abusada por Guidugli un día cuando le pidió que fuera a retirarla del colegio porque estaba descompuesta. La noche anterior, cuando la madre había salido a cenar con sus amigas, ella cenó con sus hermanas (Guidugli tuvo una hija con la denunciante) y su padrastro, vieron una película y se fue a dormir. Entre sueño se despertó y vio que el hombre estaba tocándole las piernas y los brazos. Cuando él se percató de que había despertado no dijo nada y se fue.

Ese habría sido el puntapié para que A.C. comenzara a atar cabos sobre actitudes sospechosas de su pareja e indagar a su otra hija. Esa menor dijo en Cámara Gesell que le daba mucho miedo dormir sola e ir al baño. Que muchas veces se sentía mareada y que dormía mucho. Las hermanas compartían esos síntomas, por lo que les realizaron un análisis de laboratorio.

En la orina de una de ellas hallaron restos de benzodiacepina, una droga que actúa sobre el sistema nervioso con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, amnésicos y miorrelajantes. Esa droga se halla en medicamentos como el Rivotril, el Valium y el Clonazepan, que el imputado admitió haber tomado como parte de un tratamiento de rehabilitación por consumo de drogas.

La menor de las víctimas aseguró que la primera vez que su padrastro abusó de ella fue en la casa de sus abuelos. Dijo que recordaba que otros tres episodios ocurrieron en una casa de Potrero de Los Funes donde finalmente fue a vivir la familia. Reveló que los abusos hacia ella siempre consistieron en tocamientos y que en una oportunidad el hombre la lastimó.

Aseguró que su reacción fue de enojo hacia él. Refirió que solo se acordaba de esos ataques, pero que eso no quería decir que no había sido atacada alguna otra vez, dado que siempre dormía mucho y que las veces que lo sorprendió abusándola fue porque logró despertarse a tiempo.

La licenciada Samper dijo que la más chica logró explicar, agregar detalles y ubicar los hechos en una rutina. Refirió que tras los test basados en grafismos que les hizo pudo determinar que ambas presentaban una regresión a la infancia, lo que sería indicativo de que han sufrido abusos.