Robaron hasta el asado que el dueño había sacado del freezer

A las 17:40 del martes, cuando Daniela Chirino notó que el portón de madera del garaje estaba roto y entreabierto, y que una de las tres hojas había sido acuñada con una silla para que no se abriera más, supo que algo raro había pasado en la casa de su expareja y padre de su hija. Y lo confirmó cuando, al entrar, vio que faltaban cosas. Se habían robado hasta un asado que el dueño había bajado del freezer. No tienen la certeza de si van a recuperar algo de lo que los ladrones se llevaron, pero sí guardan la esperanza de que la Policía identifique a los autores, expresó Daniela.

El robo ocurrió el martes cerca de las 17, según estiman, en la propiedad ubicada en Leandro Alem al 2400, casi avenida Centenario, en San Luis capital. Por lo general, Rodrigo Valdez, la expareja de Daniela, ya suele estar en su domicilio durante la siesta, pero ese día había salido a las 14:30, aproximadamente. Daniela había ido a dejarle el auto, tal como habían acordado, cuando se encontró con la abertura dañada.

Al avanzar desde el garaje, ella vio la luz del comedor y la del dormitorio encendidas, y allí, una cómoda rota y gran desorden. No se animó a seguir adentro, sin saber si los ladrones aún podían estar allí, y salió.

“Llamé al 911. La Policía nunca fue –contó la mujer, que les dejó en claro a los efectivos su enorme indignación luego, cuando fue a la Comisaría 2ª a hacer la denuncia–. Lo llamaba a Rodrigo, pensando que quizás estaba adentro y que le podían haber hecho algo, y él no me atendía. Pero a los minutos llegó y entramos juntos a la casa”.

Así descubrieron que se habían llevado dinero, un ahorro de Valdez; un televisor con su control, una notebook, una bicicleta, un reloj Citizen nuevo, aún en su estuche; un tensiómetro, ropas y calzados, además de la carne.

El robo fue a plena luz del día y prácticamente a la hora de salida de los alumnos de la Escuela 98 “Gobernador José Santos Ortiz”. Pero, a pesar de ese movimiento, “nadie vio nada, ni los vecinos”, dijo Daniela, con incredulidad.

Un familiar de Valdez que vive en la misma cuadra vio a las 17:20 un taxi parado –le pareció que era un Fiat Siena– justo frente a la casa, y dos hombres en él. Daniela y Valdez presumen que pueden haber sido los delincuentes, y que subieron los elementos a ese vehículo, para escapar. “Creo que aparte de esos dos había por lo menos uno más adentro, cuidando lo que se iban a llevar o terminando de revolver y de sacar las cosas”, consideró.

Después de que se fueron los efectivos de Criminalística, pasada la medianoche, una vecina les comentó que los ladrones habían arrojado la bicicleta en su patio –se la llevaron luego– y que sabía quién era uno de los partícipes y dónde se estaban comiendo el asado que habían robado. Era en el barrio 70 Viviendas.

Con la sospecha que allí podían estar los bienes sustraídos, le dieron a la Policía ese dato, para que interviniera. “Se estaban comiendo un asado. Pero la Policía dijo que no podía entrar sin orden de un juez”, explicó.

“Uno labura toda la vida para comprar lo que tiene. Se llevan hasta herramientas de trabajo, o cosas que uno todavía está pagando. Eso enoja, al igual que el hecho que anden con la impunidad que andan. Viven de eso, de robar. Te vigilan, saben todos los movimientos”, lamentó Daniela.