Declararon dos exparejas del acusado de secuestro y torturas

Dos ex parejas de Rodolfo Daniel Gómez, el hombre acusado de mantener secuestrada a su pareja, abusarla sexualmente y someterla a variadas formas de tortura, declararon ayer ante el tribunal que lo juzga. Ambas elogiaron al imputado, negaron que alguna vez haya sido violento con ellas y acusaron a la víctima de ser responsable del cambio de personalidad, que según su versión experimentó el hombre cuando se relacionó con ella. Fue llamativo que las dos mencionaran que Érika, la chica maltratada, les habría dicho que “si Rodolfo no era de ella, no sería de ninguna”. Después de dar testimonio, ambas testigos pedidas por la defensa de Gómez departían amigablemente, en un pasillo con la madre del imputado.

Silvia Villalba, que actualmente vive en San Juan, es la exesposa de Gómez, con quien tuvo tres hijos. Recordó que se conocieron en 1997 y se casaron al año siguiente. Dijo que la relación era buena, ambos trabajaban y se complementaban bien en la dedicación a los hijos. Hasta 2005, cuando él empezó a trabajar en una estación de servicio y conoció a Érika, dijo la testigo. 

El caso fue descubierto en junio de 2017, cuando la joven logró escapar del departamento con su hija

 

Ella descubrió la relación, aunque le costaba entenderla, porque para entonces la chica estaba vinculada sentimentalmente con otro hombre, con el que tuvo a su hija. Silvia responsabilizó a Érika del final de su matrimonio con Gómez. 

“Él cambió muchísimo desde que conoció a esa señora, antes era impecable”, aseguró. Sostuvo que nunca lo vio consumir drogas y que no podía afirmar que lo hubiera hecho. La víctima ha declarado que el agresor siempre se drogaba y que incluso, cuando lo hacía con amigos, después permitía que ellos abusaran de ella.

Según dijo la testigo, un día que necesitaba hablar con su exmarido fue al departamento de Constitución 1210, donde Gómez vivía con Érika y la hija de ella. Aseguró que la chica que luego denunció haber estado privada de la libertad barría tranquilamente la vereda y su nena estaba sentada junto al portón, mientras él estaba adentro. Dijo que lo vio de muy mal semblante: “Ahí sí tenía aspecto de que había estado consumiendo”.

En 2010, Silvia decidió formalizar el fin de su matrimonio, se divorció y se volvió a vivir a San Juan. Tiempo después, cuando volvía de sus vacaciones en la costa atlántica con sus hijos, los chicos quisieron ver al padre. Era enero, ella acompañó a su hija mayor hasta el departamento de la calle Constitución, llegó hasta la escalera que conducía del garaje a la planta alta, donde estaba la vivienda de la pareja, pero no vio a la joven ni a su hija, dijo.

También declaró ayer Nancy Liliana Álvarez, quien fue pareja de Gómez desde 2013 hasta mediados de 2016, según contó ante el tribunal. Dijo que su relación con el acusado “se terminó a causa de Érika”, porque la chica “había tenido una relación con él y no aceptaba que ya se había terminado”.

Según ella, la joven estaba obsesionada y no aceptaba que ahora Gómez estuviera con otra. “Un día la hice pasar a mi casa para que viera que él estaba durmiendo en mi cama”, dijo.

Según Nancy, Gómez nunca fue agresivo con ella, ni supo que se drogara, pese a que siguió conectada con la familia de él porque se hizo amiga de “Nené”, la madre.

En referencia a Érika, que escapó del departamento de Gómez con una pierna quebrada, con quemaduras de agua y de cigarrillo, un diente roto, hematomas y heridas cortantes, Nancy Álvarez dijo que nunca entendió por qué “la mujer que decía amarlo tanto lo mandó a meter preso”.