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El paisajista y relator de Concarán

Nació en San Luis y se crió en Concarán. Fue empleado público pero se jubiló como tesorero de banco. Es maestro normal, estudió piano y francés. Tiene dos hijos, seis nietos y nueve bisnietos. Pintó cientos de cuadros que fueron exhibidos en distintas muestras pictóricas. Además, escribió tres libros relacionados con el pueblo que lo vio crecer. A los 84 años sueña con seguir pintando y está abocado a la investigación. 

Por Johnny Díaz
| 04 de noviembre de 2019
Paisajista sanluiseño. "A este cuadro lo llamé 'Cementerio de carros'. Es un trabajo que me llevó mucho tiempo hacer, pero valió la pena", cuenta Lucero. Fotos. Gentileza/ Marianela Sánchez.

Se jubiló en 1999 en el banco Supervielle como tesorero, pero de chico aprendió a pintar y, muchos años después, se inclinó por la escritura. Víctor Hugo "Cacho" Lucero tiene dos libros de su autoría y uno compartido. En 2006 escribió e ilustró "Concarán: historias casi olvidadas"; en 2009, "Concarán 150 años de vida fecunda"; y un tercero en 2013 "Concarán y Quines". En esta última entrega dejaron su impronta Gilberto Antonio Zabala, Roberto Armando Fernández y Roberto Daniel Arévalo. Por Quines lo hicieron Eduardo Panelo y Juan Horacio Muñoz. 

 

En 2010 realizó una exposición pictórica en el BAS XXI, además de una muestra fotográfica y una charla sobre Concarán. Ese mismo año, el 15 de septiembre, hizo lo mismo en esa localidad con motivo de sus fiestas patronales.

 

Lucero nació el 9 de octubre de 1935 en la provincia de San Luis. Es hijo de María Esther Escobar y de Antonio Salustiano Lucero, pero su infancia transcurrió en Concarán. Su padre —quien además era retratista a mano alzada con lápices— había sido trasladado a ese lugar en su condición de docente.

 

En el año 1948 "Cacho", para los amigos, era alumno regular de la escuela Nº 74 "Gobernador Benigno Rodríguez Jurado". "Tuve una infancia maravillosa. Tenía tiempo para todo, estudiaba, dos veces por semana tomaba clases de piano, teoría y solfeo con Dora Ponce —la esposa de Polo Godoy Rojo— donde conocí a sus hijos, dos varones y dos mujeres. Como si fuera poco, me quedaba tiempo para jugar con mis amigos".

 

"En el interior, por lo general, no había escuelas secundarias por lo que mi familia decidió que continuara mis estudios en la provincia de Mendoza, donde viví ocho años en la casa de mi tía Rosalía de Spedaletti a quien considero mi segunda madre", se apura en decir el artista.

 

 

En Mendoza. "Con mis padres y una amiga, recorriendo el parque General San Martín. Yo tenía dos años".

 

 

"Vivíamos en Guaymallén, pero estudiaba en la capital mendocina de donde tengo recuerdos imborrables, como los viajes en tranvías. Después de ocho años volví a San Luis porque mis padres ya se habían radicado en esta ciudad. Vivíamos en la avenida Quintana (hoy Illia) al lado del sanatorio Ramos Mejía; me recibí en 1954 de maestro normal  superior, título otorgado por la Escuela Superior de Magisterio de la UNC. También estudié francés y ciencias políticas y sociales. Mi padre ya me había conseguido trabajo en el Consejo de Educación. Al tiempo me presenté a un concurso en el Banco Provincia y lo gané: ingresé como simple empleado y me jubilé como tesorero", dice con orgullo.

 

Lucero, que tiene dos hermanos (Margot Judy y Salvador Omar) contrajo matrimonio con Hortensia Martínez hace 53 años. De esa unión nacieron dos hijos: Hugo Alberto y Mónica Beatriz. Hoy tiene seis nietos y nueve bisnietos. "Un montón de pinturas, mis libros, apuntes, miles de recuerdos y una familia maravillosa hacen que uno tenga muchas ganas de vivir y continuar haciendo lo que más le gusta", señala.

 

Algunos de sus trabajos están hechos en blanco y negro y es dueño de un estilo propio. No obstante, comenta que nunca fue a una academia y que no tiene una técnica especial. "Pinto con témpera al agua, son pomos escolares muy parecidos a la acuarela pero más aguachenta, otros son óleos, sin embargo, algunos colegas lo hacen con acrílico", explica escuetamente.

 

 

Trío. Luis José ("Pocho") Delfino, Daniel Elías y Lucero en una muestra de dibujos de la vida de Concarán.

 

 

Lucero manifiesta que su a primer cuadro lo hizo en 1953 y que el último está en proceso: "Mi señora dice que tenemos muchos cuadros y no tenemos lugar para exponerlos, ella me frena un poco —en el buen sentido de la palabra— en mi afán de pintar".

 

Cada palabra del artista es acompañada de ademanes y movimientos que denotan que es una persona muy activa y con ganas de seguir haciendo cosas. "No sé qué haría si no pudiera pintar o escribir", agrega.

 

El exbancario nunca imaginó que a los 70 años comenzaría a escribir su primer libro: "Soy autodidacta, nunca nadie me enseñó nada. Aproveché que tenía muchos apuntes de cuando vivía en Concarán y de mi trabajo como bancario. Así comencé mi primer libro: 'Concarán: historias casi olvidadas'".

 

En su primer material cuenta cómo era la niñez en Concarán, un pueblo con calles de tierra como todos los del interior, que ni energía eléctrica tenía. Allí también relata cómo vivían y cómo era un día habitual.  

 

Al segundo le agregó la llegada de los inmigrantes, un suceso que se produjo con la llegada del ferrocarril, en 1904, y cómo se benefició el pueblo con la famosa Mina Los Cóndores, un establecimiento que llegó a tener más de 3 mil operarios.

 

También habla de los comerciantes que con su trabajo y tesón se fueron convirtiendo en pioneros. Recuerda a las familias de Amado Rachid, Ceresole, Delfino, Adre, Sivoff, Ramosca (antes Ramoscov de origen ruso) o a los Chiracovich, de la zona de Montenegro. 

 

"Don Justo Daract, el primer gobernador constitucional de San Luis, realizó una gira por el interior de la provincia que tuvo una duración de tres meses. La locomoción era en carretas, carruajes o diligencias. Después de fundar Villa Larca, bajó para la zona donde hoy es Concarán y, aprovechando una donación de los hermanos Mora y Chirino, fundó el pueblo de Villa Dolores, que antes tenía el nombre de La Cruz, un asentamiento humano muy pequeño dentro de la inmensidad de esos valles", explica. Fue entonces que Daract, al aceptar la donación, ordenó trazar una plaza que llevara el nombre de Virgen de los Dolores, construir una escuela para varones y que los vecinos fueran los encargados de la edificación. "El Gobierno autorizaba pero no construía, no tenía los recursos económicos necesarios. El primer establecimiento escolar fue en un local prestado, tenía un salón, un mesón y varios bancos rústicos como los que se usaban en las estancias. Después fijaron el monto del alquiler", cuenta Lucero respecto a cómo se levantó el pueblo.

 

 

Bas XXI. Víctor Hugo Lucero en una de sus exposiciones, cuando además brindó una charla sobre Concarán.

 

 

"En 1904, a la estación ferroviaria se la denominó 'Concarán', por lo que mediante un decreto gubernamental, el pueblo pasó a llamarse como la estación de trenes". "Cacho" argumenta que hay dos teorías sobre el nombre. La primera dice que podría ser un vocablo originario, una "deformación" de Conlara. Y la otra hace alusión a una pequeña población originaria de la zona: Lasca-Cancara. Pero para él nunca estuvo claro haciendo mención a que la zona era habitada por los comechingones.

 

El hombre de letras dice que hoy está dedicado a investigar hechos históricos, como la relación de San Luis con el Obelisco de la Capital Federal o los tranvías tirados por caballos que el gobernador Heriberto Mendoza puso en funcionamiento a mediados de 1884 y que los contratistas abandonaron. También expone  por qué en 1870 cobraban peaje a los carruajes o a quien condujera una tropa compuesta por más de 100 vacunos; la verdadera historia de la plaza Independencia, que fue una "plaza seca" que se utilizaba para maniobras militares de la época. Asimismo, investiga la plaza Pringles, que recibía el nombre de Plaza de Las Flores; y la propia fundación de San Luis y la comisión investigadora que fijó la fecha el 25 de agosto.

 

"Son investigaciones que estoy realizando no para un libro, porque es muy costoso, pero lo hago para continuar con lo que más me gusta".

 

 

En el living. Junto a su esposa Hortensia Martínez y, de fondo, cuadros de su autoría. "Tengo muchos", reconoce.

 

 

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