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"Los cambios que logran con el rugby se los llevan a su casa"

El penalista y entrenador del SIC promueve este deporte para evitar la reincidencia.

Por Matías García Elorrio
| 07 de abril de 2019
De frente. "Coco" Oderigo rescató que los internos de la penitenciaría lo miraban a los ojos. Foto: Nicolás Varvara

Eduardo Oderigo es abogado penalista, ex jugador, coach y dirigente de uno de los clubes más importantes de rugby: San Isidro Club. Pero quizás su mayor orgullo sea que en 2009 creó la  Fundación Espartanos, un proyecto por el cual consigue que las personas privadas de su libertad dejen de ser reincidentes, a partir de la práctica de ese deporte. El viernes estuvo de visita en la Penitenciaría Provincial donde conoció a los 30 internos que se sumaron a esa aventura por el trabajo que desde hace un año y medio realizan cada viernes un grupo de voluntarios integrado por abogados, ex jugadores y profesores de Educación Física. Ese día lo conocieron a “Coco” Oderigo y como gran excusa pudieron jugar un partido contra la primera división de Los Teros Rugby Club.

 

 

­—¿Por qué se le ocurrió que jugar al rugby podía ser un motivo válido para que los internos de una prisión se alejen del delito?

 

—Porque a mí me hizo bien jugar a este deporte. Si a mí me pasó y lo veo habitualmente en otros miles, por qué no apostar que les puede servir a las personas que están privadas de su libertad. Además, veo los cambios que se generan en los chicos que yo entreno. He visto como líderes negativos, después de ser parte de un equipo, siguen siendo líderes pero se transforman en positivos.  

 

 

—¿Cómo trata de motivarlos para que se animen a jugar al rugby?

 

—Lo primero que les digo es una frase que dice 'ayer terminó anoche'. Arranquemos de nuevo por más que hoy estén cumpliendo una condena y les falte cumplir algunos años. Ya se terminó. Esto es otra cosa, no se queden pegados a ese hecho que pasó hace uno, dos, tres o cinco años. Ya se terminó, vamos a pensar en otra cosa. Y para hacerlo está bueno que la gente del Servicio Penitenciario, los que están afuera y los que venimos de vez en cuando pensemos que somos todos iguales. Porque lo somos. Además tengo otra frase del filósofo alemán Goethe: 'Trata a una persona como es y seguirá siendo eso. Trata a una persona como podría llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser'. Si yo los trato como detenidos, seguirán siendo personas detenidas. Si los trato como una persona que puede llegar a cambiar el mundo, probablemente lo pueda cambiar.   

 

 

­—¿Esa charla que tuvo con los dos equipos siempre lo hace cuando visita una prisión?

 

—Por lo general les hablo a los internos cuando voy a alguna unidad carcelaria. No preparo nada, digo lo que me sale y trato de que haya una devolución. Por ejemplo, acá les destaqué que todos me miraron a los ojos, que eso no es habitual cuando se trata de internos que no juegan al rugby. Ellos cuando se enfrentan a alguien por primera vez no lo hacen porque sienten vergüenza de su situación actual. Pero el que levanta la mirada es porque ya está en otra etapa.

 

 

—¿Qué diferencias encontró entre las cárceles de las provincias respecto de la unidad de San Martín (Buenos Aires) donde empezó este proyecto?

 

—Hay varias diferencias. En algunas provincias es muy duro estar en prisión, tanto por los lugares como por el trato que reciben los internos. Acá me sorprendió la amplitud de las instalaciones. Eso es clave porque hay mucho lugar y mucho espacio verde. Me gusta cómo está planteado el lugar donde hacen deportes. Además me dijeron que hay tres profesores de gimnasia del Servicio Penitenciario que colaboran con los entrenamientos de rugby. Y por supuesto la apertura que tiene el director de la cárcel (Inspector general Segundo Gimenes). Veo que en San Luis se hace otra cosa, ya tienen un montón de camino allanado.

 

 

—¿Cómo es la relación con los voluntarios de la fundación Espartanos que trabaja en San Luis?

 

—Los ayudamos en todo lo que se puede como por ejemplo conseguirles pelotas y algún otro elemento para entrenarse. También les ofrecemos toda la experiencia que ya acumulamos. Pero ellos son los responsables directos de la que pase o no en este lugar, por eso no nos tienen que rendir cuentas de nada. El trabajo que ellos hacen es mano a mano con cada interno porque tienen que lograr empatía. Y después esos cambios que los muchachos van haciendo, se los llevan a su casa para aplicarlos en su vida personal.

 

 

—¿Es cierto que los internos que practican rugby después de cumplida su condena no reinciden en el delito?

 

—Sí, los niveles de reincidencia bajan notablemente. Solo el 5 por ciento de los que practicaron rugby recayeron. Pero no solo por este deporte, con cualquier otra actividad que realicen a través de voluntarios que vienen de afuera de la cárcel, que los tratan bien, que los miran a los ojos y le dice 'vos podés'. Muchas de estas personas cambian su forma de pensar y de actuar. Y con los que practican rugby lo vemos claramente.

 

 

—Qué le pidió al director de la Penitenciaría?

 

—Estamos tratando de fomentar que mejoren las canchas en todas las penitenciarías donde vamos. Porque si el piso está bueno y tiene riego; te invita a jugar y más gente va a querer venir.

 

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