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La sangre y un impuesto por ser mujer

La menstruación fue durante años un tabú social. Hoy se sabe que es un factor de desigualdad económica, ya que millones de mujeres deben afrontar un gasto mes a mes en productos para gestionarla. El feminismo busca darle visibilización a través de una ley que saque el iva a toallitas y tampones. También exigen un mayor conocimiento y aceptación sobre lo que sucede en el cuerpo y desmitificar viejas creencias.

Por Florencia Espinosa
| 24 de junio de 2019

No están indispuestas, no vino Andrés, tampoco están “en esos días”. Se llama menstruación, les pasa a todas las mujeres, todos los meses y es una razón más que las coloca en una desigualdad económica frente a los varones. Una cuestión plagada de eufemismos, un secreto a voces que les enseñaron a las mujeres a ocultar y, a los hombres, a ignorar. Pero los movimientos feministas exigen, y con mucha razón, visibilizarlo y por varios motivos. Primero, para que deje de ser tabú todo lo relacionado a la genitalidad y sexualidad femenina y, segundo, porque, según afirman investigaciones económica, las mujeres están en desigualdad a raíz del gasto que tienen que afrontar mes a mes para gestionar la menstruación.

 

Hace unos quince años dos conocidas modelos famosas protagonizaban una publicidad de toallitas femeninas. Estaban en la puerta de un cine con sus novios y una le pedía a la otra “las entradas” haciéndole una seña cómplice. En muchas otras, para mostrar el poder de absorción del producto, le echaban un líquido azul que, suponemos, representaba la sangre. Si retrocedemos aún más en el tiempo descubrimos que a las abuelas no las dejaban levantarse de la cama, no podían bañarse ni batir mayonesa mientras menstruaban porque “se cortaba”. Aunque no hace falta viajar a otra época. En varios países de África aún se sigue considerando a la mujer “impura” cuando sangra e incluso no pueden ingresar a los templos.

 

 


En 2019 por primera vez en el Senado argentino se pronunció la palabra menstruación.

 

 

Y en el 2019 por primera vez en el Senado argentino se pronunció la palabra menstruación. Y fue justamente a raíz del proyecto de ley que busca la quita del IVA a los productos menstruales, la provisión gratuita en centros de salud y lugares públicos y la necesidad de investigación e información sobre el tema. “El proyecto habla de pensar a las mujeres y a todos los cuerpos con útero como sujetos de desigualdad de derechos, al tener que afrontar este gasto extra mes a mes. Porque es algo obligatorio para los cuerpos, no podemos pedirle no menstruar porque no llego a fin de mes”, explicó a Cooltura Lucía Espiñeira, miembro de la agrupación Economía Femini(s)ta, quienes fueron las encargadas de labrar el proyecto para diferentes legisladores. “Lo confeccionamos para Nación pero tiene un montón de versiones para distintas provincias y para Capital también. Los tres puntos del proyecto son: excepción del IVA, ya que no es un producto cosmético sino de primera necesidad. Eso lograría bajarle el precio. El pedido por provisión gratuita: en cárceles, escuelas, hospitales, dispensers en baños públicos. Y más información, datos, investigación, de sarrollo desde el punto de vista científico de lo que genera en nuestros cuerpos la menstruación y sobre todo los productos que utilizamos. Al estar sometidas 30 o 40 años a este tipo de productos, nosotras no sabemos los efectos, sobre esto hay muy poco. En las toallitas se ha encontrado glifosato, los tampones pueden generar shock tóxico. También pensar en el ambiente, en el desmonte de selva nativa para producir la pasta que va dentro de las toallitas”, detalló la economista.

 

Los proyectos nacionales fueron presentados por las diputadas Victoria Donda, Cristina Fiore y Norma Durando; mientras que otras versiones se presentaron en provincia de Buenos Aires, ciudad de Buenos Aires, Rosario, Viedma y Ushuaia. Si bien poseen algunas modificaciones para ser adaptados a las distintas provincias y ciudades, todos conservan la misma impronta y se basan en cifras que reflejan la desigualdad. “El costo estimado de gestionar la menstruación en 2018 mediante la compra de toallitas y tampones es de entre 1.000 y 2.200 pesos argentinos. (…) En un contexto en el que la mayoría de las personas pobres son mujeres (7 de cada 10 en la Argentina), no poder adquirir los medios para gestionar la menstruación es un factor de ausentismo escolar y laboral”, explica el escrito. Además, hacen referencia a la brecha salarial, en donde en Argentina la mujer gana un 27% menos que el hombre.

 

 

 

El mes pasado el Senado reconoció de interés general el proyecto, algo que mantiene viva la esperanza de que se trate y apruebe. “Me parece que es una iniciativa fantástica, justamente porque aporta a la igualdad entre hombres y mujeres y, por otro lado, alivia el tema económico en un país donde tenemos cambios continuamente que nos lleva a que se degraden las economías. Y en familias donde hay muchas mujeres genera un gasto muy significativo y no lo podemos dejar de afrontar porque sí o sí sucede”, declaró la senadora nacional por San Luis, Eugenia Catalfamo. “Me parece que tratar estos temas es buenísimo, es revolucionario. Estamos hablan do de casas políticas muy conservadoras, con un promedio de legisladores en edad de entre 50 y 60 años, sumamente antiguos y que se traten estas cosas me parece fantástico, lo celebro. Por supuesto que lo vamos a apoyar e intentar que se trate lo antes posible”, expresó la legisladora.

 

Aunque hizo una reseña no menor. Quien declaró el proyecto de interés general fue el senador por el oficialismo Federico Pinedo, quien es parte de un gobierno que no incluyó toallitas femeninas en el programa “Precios esenciales”. “No estoy de acuerdo con que el senador Pinedo haga esta declaración porque se contradice en sus acciones, no es una persona que vaya a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, cuesta mucho tratar estos temas con senadores como él, lo critico permanentemente. En el último tiempo se ha empezado a trabajar más pero es gracias a las senadoras que nos ponemos a la cabeza de los temas de género”, detalló la representante puntana en la Cámara alta, quien de todas maneras remarcó que celebra que el proyecto tome visibilidad y estado público.

 

 


La agrupación Economía Femini(s)ta fue la encargada de labrar el proyecto de ley para varios legisladores.

 

 

La agrupación Economía Femini(s)ta viene trabajando desde 2017 con este tema, bajo una campaña denominada MestruAcción, en la que convocan a donar productos para la salud menstrual. Empezaron en Buenos Aires, pero cualquier organización o grupo puede replicarla en diferentes eventos sociales, culturales o políticos. “Una vez que se instaló la menstruación en la agenda feminista nacional es un tema que les importa a todos. Hay mínimo 30 organizaciones que replicaron esta campaña, del interior y de Buenos Aires, unidades básicas de partidos y también se han hecho eventos culturales u otras actividades. Hemos logrado recolectar hasta el momento diez mil toallitas, 2.114 tampones y 32 copas”, detalló Espiñeira. Aunque destacó que las acciones del Estado son las que pueden y deben cambiar la realidad de miles de mujeres. “No están las medidas tomadas por el Estado por varios motivos y el principal es que quienes hacen las políticas públicas son varones. No piensan en esto ni han tenido la educación sexual suficiente para saber que mes a mes la mujer pasa por este proceso biológico que no tiene por qué ser vivido como una condena. Y no han pensado jamás en incluirlo en la agenda pública”, explicó, y recordó que en el anterior programa de Precios Cuidados había 16 marcas de champú y sólo una de toallitas, de 8 unidades, que no eran primera marca ni las más cómodas.

 

Que la menstruación esté en la agenda política y social ayuda a su desmitificación. “La solución es pensar que es un proceso que nos pasa a todos, hay que tomarlo de manera consciente, no negarlo, no usar eufemismos. Hablar de sangre, de ovarios, de dolor, de menstruación”, declaró la economista.

 

Este año los tiempos en el congreso son diferentes, por el clima electoral. Pero no se pierden las esperanzas. “Este año será muy difícil que se trate por ser año electoral, por supuesto que tengo la ilusión de que lleguemos. Si bien el Estado es un agente importantísimo muchos cambios se dan en la sociedad. Que los medios hablen de esto es muy positivo”, concluyó Espiñeira.

 

 

 

Una nueva era

 

Yolanda Bertazzo, jefa del Programa Salud Sexual y Reproductiva de la provincia, expresó que se vivencia un cambio generacional con el tema. “Yo creo que por suerte cada día se habla más y hay más información. Deberíamos tener ESI (Educación Sexual Integral) con lo cual a esto lo aprenderían directamente en la escuela, la higiene, el momento de la menstruación. Hay papás o abuelas que creen que no se pueden bañar, lavar la cabeza, eso hay que derribarlo; pero en realidad yo creo que cada día más hablan de este tema, era muy tabú, estaba muy oculto”, detalló. “Hoy es más común ver a las chicas hablando de la que está menstruando, de la que no, se comentan entre ellas, hay muchas mamás que hablan con sus hijas y cada día hay más consultas para el inicio menstrual, ya no es un tema tan tabú”, agregó. El activismo menstrual está en alza, sobre todo en las redes sociales, donde también se motiva a cuidar el medioambiente a través de una conciencia mayor sobre los productos que usamos y cómo los relacionamos con el cuerpo. “La cuestión superadora para nosotras sería poder donar productos ecológicos, como copas, toallitas reutilizables o ropa interior absorbente que es lo que menos se conoce y es la elección preferida de los hombres trans. Entonces empezamos a pensar en un dispositivo para entrar a los barrios con copitas y no tirárselas por la cabeza a las mujeres sino que venga con una capacitación detrás, porque es algo nuevo y muchas no saben bien cómo se usa”, detalló Lucía Espiñeira. La copa menstrual está en auge en nuestros días justamente porque es una opción ecológica pero también ayuda a visibilizar a menstruación de otra manera. “Es una inversión importante pero con el pasar de los años se amortiza. Es un cambio muy fuerte a nivel cuerpo poder conectarse de esa manera con la menstruación. Es un recipiente que recolecta la sangre, no absorbe, entonces la podés ver, te enterás que no tiene olor, te conectás de otra manera con tu cuerpo”, explicó. En el mercado oscila los $900, está hecha de silicona médica y tiene una vida útil de diez años.

 

Gran parte del tabú que tiene la sociedad con esto hace que se desconfíe de otras alternativas para gestionar la menstruación, como es el caso de la copa. “Es un producto -finaliza Espiñeira- que tiene 100 años y no se estaba usando porque hay todo un problema con la administración de los propios genitales, la manipulación, el autoconocerse. La primera reacción es pensar ‘qué asco’”.

 

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