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Las luchas de un autor que se hace a sí mismo

El costado más comprometido de un escritor que tiene varias militancias: el feminismo, los derechos de los autores y la liberación de la dictadura de Netflix. “A la estupidez le ganamos con libros y pensamiento”.

Por Natalia Olguín
| 05 de agosto de 2019
El escritor de "Electrónica" recorre el país con sus talleres sobre literatura. Fotos: Chiche Herrera.

Con la misma elocuencia que habla, escribe, y viceversa. Enzo Maqueira volvió al ruedo con “Hágase usted mismo”, una ficción que partió de algunos conflictos personales y que vio la luz el año pasado y lo llevó a formar parte de la nómina de autores destacados en la Semana Negra de Gijón, el festival español que se desarrolló entre el 5 y el 14 de julio. Con su última novela integró la terna del premio Silverio Cañada que finalmente quedó en manos de Enrique Llamas. “Me convocaron porque si bien no es una novela negra en el sentido estricto tiene el suspenso y se va yendo a una especie de policial doméstico”, explicó. Y si bien había confesado que no esperaba ganarlo, ser finalista fue un reconocimiento importante para su carrera que pica en punta a sus 41 años.

 

A la hora de empezar una historia contó que las ideas parten de algunas experiencias personales. “Si la literatura parte de lo personal es interesante solo si es un disparador que te lleva a otros lugares y no si termina como un confesionario. ‘Hágase…’ parte de una larga despedida; soy muy melancólico, Escorpio con ascendente en Piscis es demasiado. Mis veranos de chico los pasé en una casa en Comodoro Rivadavia, mi mamá es de allá, hasta los 18 que murió mi abuela. Vivía en Buenos Aires en un departamento y la Patagonia árida era el contraste absoluto: la cárcel de la gran ciudad con el señalamiento de no sentirme parte, de refugiarme solo con pocos amigos versus la libertad, la naturaleza, explorar el cerro. En uno de esos viajes pensé en la idea de un hombre que viene a refugiarse a este lugar; metí ficción de que se escapa porque hizo algo allá, que se da cuenta que quiere ser artista porque creía que el arte te salva, te saca de la mediocridad pero no era así”, describió.

 

 

“Estamos viviendo en un mundo que tiende a homogenizarnos, que busca que todos pensemos más o menos igual y que consumamos los mismos productos".

 

 

Por estos días su trabajo está más enfocado en desmenuzar la mediocridad de lo que culturalmente define como la “clase media aspiracional” en una historia que tendrá como protagonista a un joven de ese seno que una mañana amanece transformado en su opuesto. “Un día se despierta convertido en lo que ellos consideran un negro de mierda, culturalmente, y de golpe todo se le derrumba. Es una especie de reescritura de ‘La metamorfosis’, de Kafka. Si bien no me pasó nunca, pertenezco a esa clase media aspiracional y conozco muy bien la manera en la que se mira al que no pertenece. Toda mi obra termina siendo una reflexión sobre ese estrato social. Haber sido criado en los 90, leyendo Clarín, padre comerciante, madre ama de casa, colegios privados pero no chetos; sin darme cuenta terminé haciendo un doctorado en usos y costumbres de la clase media aspiracional”, señaló entre risas.

 

El proyecto sería publicado probablemente el próximo año, aunque Maqueira aclaró que se toma su tiempo para escribir y eso podría demorar la aparición del texto. En sus producciones también están presentes las luchas sociales y las causas por las que milita, como el feminismo. En “Ruda macho” y “Electrónica”, dos libros anteriores, apuntó a romper con los estereotipos que condicionan las emociones y las aspiraciones de las mujeres.

 

 

 

“Reivindico mi derecho a ser feminista. Todos mis libros de una manera u otra hablan de la lucha de poderes en contra del mandato de la masculinidad. De chico me sentí que no coincidía, que no quería ceder ante la presión del macho. No quería ser como la sociedad dice que tienen que ser los hombres, que no lloraban, son buenos futbolistas, les gustan los autos. Por eso cuando empezó el #Niunamenos yo ya había hecho un trabajo hacia fuera y hacia adentro. Cuando a veces me dicen que los varones no pueden ser feministas yo digo, “cállate varón, no estoy de acuerdo”. El feminismo es un tema que siempre me interpeló, por fin tengo un contexto que me contiene, también es mi causa, mi lucha. Creo que no hay feminismo posible sin los varones adentro. Si el futuro es feminista va ser sí y solo sí hay varones adentro. Estoy convencido de que la gran mayoría son varones que se pueden deconstruir y que puede haber cambios concretos como el aborto y que dejen de matar mujeres”, remarcó.

 

Pero no es esa la única batalla que Maqueira destacó como necesaria. De hecho criticó duramente el escenario actual donde visualiza un consumo de iguales valores que tiende a erradicar los debates. “Estamos viviendo en un mundo que tiende a homogenizarnos, que todos pensemos más o menos igual, parecido, que consumamos los mismos productos. Esta dictadura de ver series en Netflix, estamos desesperados por ver lo que otros ven, llenar nuestro tiempo libre de consumos masivos y a mí me preocupa que el pensamiento se vuelva tan homogéneo o, peor aún, que veas gente que ‘likea’ lo mismo que vos. Eso hace que nos atomicemos y cuando alguien propone algo distinto salen los insultos, tratar de callar. Esta grieta política tiene mucho de eso y si no podemos reflexionar, debatir, intercambiar opiniones no vamos a ningún lado”, consideró.

 

En este sentido es que el autor sostuvo que la literatura aparece como el espacio prudente para revertirlo. “Los libros son espacios de resistencia, de pensamiento y debate que no hay que perder. Eventos como las ferias nos permiten enfrentar a este mundo que quiere homogeneizar el pensamiento como un fascismo encubierto. Si no pensás como todos o ese círculo, automáticamente sos excluido, marginado, tenés que callarte. A la estupidez humana solo le ganamos con más libros y pensamiento”, resaltó.

 

 

 

En esta militancia literaria, Maqueira decidió sumarse a la lucha por mejorar las condiciones de trabajo de todos los que, como él, integran el mercado de la literatura. Hace unos meses conforma la Unión de Escritoras y Escritores junto a colegas como Marcelo Guerrieri, María Inés Krimer, Jorge Yaco, Clara Anich y Guadalupe Faraj.

 

“Lo primero que dijimos fue reivindicar nuestro lugar como trabajadores. Podés ser intelectual, un viejo loco como Laiseca, hacer lo que quieras pero sos un trabajador de la industria porque tanto el diseñador como el librero y el distribuidor cobran pero muchas veces el creador no, todos sacan plata de tu libro menos vos. Tenemos obligaciones y derechos y el primero es que debemos recibir un pago por lo que hacemos; gran parte no lo percibe, a veces llega solo el 8 por ciento o el 10 por ciento de las ventas y no es nada. Aun así, si sos conocido y lográs cerca de un 20 por ciento no se sabe cuánto se vende realmente. Es una industria donde todos bicicletean a todos y el escritor es el más perjudicado”, repudió.

 

A través del sitio web www.uniondeescritorasyescritores.wordpress.com revelan la realidad de los autores y asesoran a quienes recién empiezan sus pasos en las letras. La entidad incluye diferentes comisiones y hasta una de perspectiva de género. “Estamos trabajando en un nomenclador para que sepan cuánto se suele pagar en general por cada trabajo. Lo que para vos es tu vida para los otros es una cosa más. Muchos escritores no quieren ser trabajadores, no se sienten así porque sostienen que se degrada su idea borgiana de que el escritor es un señor viejo y sabio y que el que trabaja es solo quien se arremanga. Tenemos que romper con esa falsa idea cultural de que se vive de su idea y genialidad. El mismo Borges era un trabajador de la palabra. Hay mucho para hacer”, se ilusionó.

 

 


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