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Entre la convulsión social y el fervor adolescente

Mientras en Santiago de Chile las protestas ardían las calles, el cantante canadiense dio un recital con entradas agotadas y madres esperando a sus hijas afuera. “Cooltura” fue testigo de esos dos escenarios encontrados.

Por redacción
| 13 de enero de 2020

Por: Carolina Vázquez

 

 

Siempre los ídolos juveniles han movido multitudes. Pero es evidente que en tiempo de redes sociales, hashtags e historias de Instagram, el fanatismo corre a un ritmo casi irracional. Tanto como que para ver al carilindo Shawn Mendes, en una buena ubicación, a la entrada haya que comprarla diez meses antes del recital.

 

En enero, el joven nacido en Pickering, con apellido latino heredado de su padre portugués, empezó a publicar las fechas de futuros conciertos a través de sus redes. Una a una, para ponerle más emoción al delirio adolescente. Así fue como sus fans latinoamericanos, en su mayoría mujeres, se enteraron que vendría por primera vez a Brasil, Argentina, Chile y Perú, entre otros destinos.

 

El día en que las entradas salieron a la venta, las mejores ubicaciones se agotaron en minutos; en 30 minutos. Y ni que hablar del llamado "meet and greet" que permitía conocer al cantante en persona, tomarse fotos con él y obtener algún que otro souvenir. ¿Los precios? más de 15 mil pesos, allá por febrero, cuando un dólar cotizaba a 38 pesos. Una buena ubicación: 9 mil.

 

Y aunque suene sencillo a la distancia, no es fácil adquirirla. Porque para la preventa es necesario registrarse como "fan" y si el usuario se demora demasiado, pierde en pocos minutos la ocupación que marcó como elegida para el recital. Es una carrera contra miles de fanáticos, con la misma ansiedad.

 

 


 

 

Ya con la confirmación en el correo electrónico, solo queda esperar diez meses. Y rogar, como en el caso puntual de la fanática a la que Cooltura acompañó, a que los vaivenes sociales en Chile no hagan peligrar el concierto. Es que para quienes vivimos en esta provincia mediterránea, es casi igual viajar a Buenos Aires que a Chile, por los costos de transporte y alojamiento.

 

Ahora... ¿vale ese dinero Mendes? ¿la cantidad de kilómetros? ¿y la espera en la intemperie?

 

 

Más que seis segundos de fama

 

Como los ídolos de este siglo XXI, Shawn Mendes nació artísticamente en la red. E incluso aprendió a tocar la guitarra a través de internet: es un autodidacta instruido por YouTube. Cuando se ejercitó, empezó a subir videos a Vine, una plataforma que ya desapareció y cuya particularidad era mostrar videos de solo seis segundos. Varias de esas grabaciones breves le permitieron al chico saltar a una fama de seiscientos espectadores en su primer recital.

 

El empresario Andrew Gertler lo descubrió, en la red obviamente, habló con la madre del cantante y firmó con el sello discográfico Island Records. Tenía 16 años cuando grabó su primer disco de estudio y el tercer sencillo de ese álbum, "Stitches", fue el despegue definitivo.

 

 


La fila para ingresar al recital en el tranquilo parque O'Higgins.

 

 

En 2014, Shawn Mendes ganó un Teen Choice Award como mejor estrella musical en la red y una participación en "Descendientes", de Disney Channel, le abrió aún más, como si fuera necesario, el público destinatario de sus canciones. Actualmente tiene en su canal de YouTube 24.5 millones de suscriptores, muy cerca está Billie Eilish, que está en alza y viene en junio a la Argentina, con 24 millones. Más lejos, Justin Bieber con 47.6 millones y muy lejos nuestra vernácula Tini con 3.99.

 

 

Estar fuera y dentro del domo

 

En la ciudad de Santiago, vallada en sus sitios más importantes, y rodeada de carabineros, el parque O'Higgins vivía una realidad diferente. Allí está el Movistar Arena en cuyo escenario Mendes daría sus dos conciertos. En realidad, la capital chilena estaba tan convulsionada por los reclamos sociales que solo en algún metro algún par de chicas hablaba sobre el artista, mientras que la televisión no daba cuenta de la visita internacional. Recoger aquella entrada comprada diez meses antes sería toda una aventura para la fanática que ya cuenta en su haber con un par de recitales de artistas internacionales, aunque todos habían sido en Argentina. Cuarenta segundos, contados por reloj, demoró la búsqueda del ticket que requirió solamente la presentación del documento y el mail de confirmación de compra. Una situación que en Argentina se ve generalmente trabada por la burocracia y la doble espera para acceder.

 

Un par de horas antes de la apertura de puertas, la fila comenzó a formarse. Ordenada, sin corridas y con algunos pocos aplausos. Lo que sí abundó fue la oferta de merchandising del cantante, todo falso: pulseras, llaveros, vinchas, coronas de flores, posters, remeras, gorras, anillos, buzos, almohadones, morrales, mochilas, encendedores, espejos y una larga lista de etcéteras. Dentro del estadio, los souvenirs originales triplicaban los precios del exterior.

 

Una constante fue la paciente presencia maternal. Mujeres que acompañaban a sus hijas (muy pocos papás) que decidieron no pagar aquella costosa entrada y esperar a las fanáticas fuera del domo que al caer la tarde se iluminó. Se formó así una suerte de "secta de progenitoras" que con el paso de los minutos se relajaron a sabiendas que las próximas dos horas y media las pasarían allí de pie o, en el mejor de los casos, sentadas en el piso.

 

Mientras el viento sur hacía tiritar a las mujeres, adentro el clima era otro. El espectáculo comenzó cuatro minutos antes de lo previsto, con un solo del guitarrista de la banda acompañado luego por la batería, un bajo y un piano. Así se formaron los primeros acordes de “Lost in Japan”, el tercer sencillo del álbum que presentaba Mendes. Sin embargo, cuando “There´s Nothing Holdin´ Me Back” e “If I Can´t have you” sonaron, el público se paró decididamente en las sillas, sacó sus celulares, filmó y comenzó a bailar dos de las canciones más conocidas del canadiense.

 

Cuando el final del recital se aproximaba, tras una hora cuarenta, las canciones fueron tomando un tono más relajado, hasta que tocó “Fix You”, de Coldplay, y la convirtió en “In my blood”, sin dudas la canción más esperada por la audiencia. Las lágrimas aparecieron y la sensación de que el show había terminado estaba en todos lados. Cuando cantó el último verso, la arena se iluminó por completo y miles de papelitos aparecieron mientras Shawn corrió entre el público para despedirse después de dos horas de función.

 

Madres y padres supieron que el final estaba cerca porque los sonidos llegaban más fuertes. Las puertas se abrieron, la salida fue ordenada. Los mismos vendedores comenzaron a vociferar más fuerte para agotar el stock.

 

Horas después, Mendes partió de Chile rumbo a Perú. La fanática regresó a la Argentina. En Santiago, la crisis social perdura. El cantante suma decenas de miles a su lista de espectadores; la adolescente, lágrimas a su fanatismo.

 

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