Abuso sexual: cambiemos el chip

Fue un jueves por la noche. Denunció que al menos dos tipos la arrastraron hacia un descampado cerca del Puente Negro, en el oeste de la ciudad de San Luis, y la violaron. La víctima es una adolescente que tiene 17 años. Y necesitó dos días para poner en palabras lo que sufrió ante la jueza que investiga el caso.

No es necesario saber quién es la víctima, cómo vestía, por qué estaba en la calle ni “qué estaba haciendo su madre” mientras tanto. Esas son todas preguntas innecesarias, incómodas, agresivas e incorrectas que inundaron las redes sociales durante los últimos días.

Sí es fundamental saber quiénes son ellos, qué ropa vestían y por qué andaban “tan tarde de noche” a la caza de alguna mujer a la que pudieran someter sexualmente. Estos “proyectos de Homo sapiens”, a los que ni Charles Darwin se atrevería a incluirlos en la teoría de la evolución.

Aún estamos a tiempo. Un cambio en la mirada puede cobijarla. Seguramente la piba está aterrada, se recuesta pese a saber que tendrá otra vez pesadillas, se siente sucia y desnuda. Día tras día.

Mejor preguntémonos qué podríamos hacer para ayudarla, para que sepa que no está sola, para que se recupere del daño emocional que le causaron. Por vos, por mí, por los que alguna vez sufrieron abusos. Y para que esto no vuelva a ocurrir nunca más.