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Sexualidad sin mandatos: derribar tabúes y conquistar el goce

La lucha por reapropiar los cuerpos pone en foco el placer y el deseo a la hora de relacionarse sexoafectivamente.

Por Florencia Espinosa
| 31 de octubre de 2020
Argentina, 1984. El reclamo ya se hacía oír en esa época, durante una marcha de un 8 de marzo.

El movimiento feminista conquistó derechos y continúa la pelea por otros: buscar tirar abajo privilegios y desigualdades, y ganar espacios que históricamente fueron negados. Ese cambio social, que se combina con la búsqueda permanente de rehabitar nuestros cuerpos, poder decidir sobre ellos y desterrar viejos mandatos, trajo una nueva forma de relacionarse sexualmente, en la que el placer y el deseo tomaron la posta.

 

A lo largo de la historia, el placer sexual estaba habilitado solo para los varones, las mujeres tenían otro lugar: la reproducción. “Las mujeres tenían reservada la sexualidad para el objetivo reproductivo y con una unión de distinto sexo y en un contexto legal, de matrimonio o de monogamia”, explicó Raquel Tizziani, médica, sexóloga e integrante de la cátedra electiva Sexualidad Clínica de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Rosario. Además, aclaró: “Tendríamos que desglosar un poco esto de 'la mujer'. No existe 'la mujer' en sí, existen feminidades y cada una construye su propia feminidad, incluso sin la necesidad de tener genitales femeninos. Esa posibilidad, de que no sea un mandato la feminidad en sí y poder disfrutar de la sexualidad y de la corporalidad en general, tiene que ver con el producto de una lucha histórica, nada fue por casualidad”.

 

Más de una generación de mujeres nació, creció y vivió en una sociedad en la que la mayoría de estos temas siempre fue tabú, en la que el concepto de consentimiento quedaba nublado y el goce siempre estuvo en segundo plano. “Esas restricciones históricas a la sexualidad se han ido deconstruyendo en la posibilidad de las mujeres de poder apropiarnos, de sentirnos dueñas de nuestros propios cuerpos, que de alguna forma —a través de los discursos, de las leyes e incluso de la medicina— fueron expropiados”, destacó la profesional.

 

¿Cómo habitamos nuestros cuerpos frente a discursos que nos señalan, culpabilizan y nos dicen qué es aceptado y qué no? ¿Cómo disfrutamos de ellos frente al permanente riesgo de que sean violentados? “Ese fue todo un trabajo de los feminismos: el hecho de poder sentirnos dueñas de nuestros propios cuerpos, los avances en materia de luchas, encuentros y conocimiento científico, y poder descubrir dentro de la sexología que existe el clítoris, cuya función es el placer sexual, pero que en realidad todo el cuerpo y distintas experiencias pueden ser placenteras”, indicó Tizziani. “Yo creo que en este momento, en el siglo XXI y con las nuevas generaciones, sobre todo de las personas con vulva y otras feminidades, estamos en una posición diferente a la de nuestras abuelas en relación a la propia sexualidad. Interpelando desde lo discursivo, desde la corporalidad y desde los mandatos de belleza, del cuerpo hegemónico y el cuerpo estéticamente femenino como lo bello. Tantos condicionamientos discursivos, normativos y de normalidad limitan las posibilidades del placer”, explicó.

 

Por supuesto, aclaró, siempre hay un límite y es justamente el consentimiento. La posibilidad hoy de tener una ley que garantice la educación sexual en las escuelas facilita que las nuevas generaciones puedan tener otros conocimientos más allá de lo puramente médico o físico. “Muchas generaciones nos hemos criado con cuentos como 'La bella durmiente'. Es el ejemplo perfecto para graficar esto, en el sentido de que viene un príncipe y le da un beso a la princesa dormida. La realidad es que esa princesa no pudo dar el consentimiento. Lo que se da con la Educación Sexual Integral tiene que ver no solo con la posibilidad de decir no, sino con entender que la imposibilidad de dar el consentimiento también es una negativa”, detalló la docente. Es decir, si no se puede dar un consentimiento es porque no hay consentimiento.

 

Aún queda mucho camino por recorrer y el ámbito de la medicina es uno de ellos. Actualmente, según explicó Tizziani, en ninguna materia se aborda la sexualidad dentro de la formación médica obligatoria. Entonces, la mayoría de los profesionales de la salud que egresan de las facultades de Medicina no posee formación con perspectiva de género. A excepción de quienes pueden asistir a cursos electivos, como los que dicta la profesional en la universidad rosarina. “Lo que ocurre, y este es otro aspecto de la lucha feminista, es que hemos empezado a entrar dentro de las facultades como espacios periféricos, debido a que en las materias obligatorias no se habla de sexualidad, se habla de genitalidad y de problemas como enfermedades de transmisión sexual o del proceso reproductivo. No se aborda la sexualidad desde el punto de vista del placer ni tampoco aspectos de la Educación Sexual Integral, como la prevención de abusos sexuales en la infancia, adolescencia o con el uso de las nuevas tecnologías. Hay un montón de aspectos que son complejos, incluso el concepto de identidad de género, que quedan por fuera de la currícula obligatoria”, puntualizó. “Después pasa lo que le sucede a mucha gente que quiere ir al médique y hablar de algún problema sexual, vincular o en relación a alguna conducta que tiene su hije, y no tiene respuesta”, aclaró.

 

La reproductiva es una de las funciones de la práctica sexual, no la única ni el único fin. Cambiar ese discurso es también una necesidad. “Nosotres desde la sexología hablamos de derechos sexuales porque la reproducción es una de las funciones y es un derecho al mismo nivel que el placer sexual, que la educación sexual, la posibilidad de vincularte sexoafectivamente con quien vos quieras, con la identidad que quieras. Hablar de sexualidad de por sí es un tabú y hablar de placer sexual es más tabú todavía. Entonces, hablar desde lo reproductivo es lo políticamente correcto, por eso habitualmente se habla de 'salud sexual y reproductiva', para invisibilizar los derechos sexuales”, remarcó.

 

Aun así, la profesional destacó que actualmente se habla mucho más de estos temas, gracias a las redes sociales y a diversos medios que le dan espacio. “En este contexto de pandemia ocurrieron cosas históricas, como que el Ministerio de Salud por primera vez recomendó el autoerotismo y el sexting como prácticas saludables. Es la primera vez que se hace una recomendación en cuanto a sexualidad, lo valoramos un montón. Hay muchas más personas que están saliendo a hablar, hay una gran diversidad, hay gente muy bien formada que aborda el tema de una manera científica, con respeto”, comentó. Pero también continúa el prejuicio hacia la profesión: “Hay un gran prejuicio sobre la formación en sexología. Se piensa que damos consejos, tips o recomendamos juguetes eróticos. Lo que hacemos es un trabajo de consultorio y educativo, en el cual trabajamos problemas sexuales para que la persona pueda tener una vida sexual plena. Ese trabajo se hace con seriedad, con una metodología y con estrategias terapéuticas”.

 

 

Una revolución comercial

 

Boutique. En San Luis ya se compran productos eróticos sin prejuicios.

 

 

La pandemia obligó a aislarse sin la posibilidad de relacionarse sexoafectivamente con otra persona. Eso puso sobre la mesa diferentes temas, como la masturbación, el sexting, el sexo virtual y el uso de diferentes productos para el disfrute sexual. Para muchos fue poder abrir una puerta que siempre fue tabú. Los medios y las redes hablaron de esto como nunca antes.

 

Comercialmente, a partir de la pandemia el mercado que más creció fue el de juguetes sexuales. Y si bien la salud sexual lejos está de centrarse solamente en estos aparatos o productos, también marca un gran cambio. En nuestra ciudad, por ejemplo, abrió un local en pleno centro, con carteles luminosos y vidriera al descubierto. Es innegable que los tiempos han cambiado.  

 

La primera aclaración que hace Antonella Ance es que su comercio no es un sex shop, sino una boutique erótica. Esa diferencia en la denominación encierra una diferencia conceptual para ella importante: es un espacio que no está escondido ni tapado, sino con sus puertas abiertas de par en par, y se especializa en el placer femenino. En la boutique, ubicada en la calle Junín en San Luis capital, comercializan todo tipo de productos, sin dejar afuera la salud sexual y el asesoramiento sobre usos y cuidados. “Es una corriente que se usa en Europa, en donde estos comercios no están cerrados ni ocultos, sino que están en plena calle y con sus puertas abiertas. Aspiramos a que deje de ser tabú la cuestión sexual”, contó la mujer, quien desde el Instagram del local propone estos temas y habla de ellos para sus 25 mil seguidores, con quienes comparte desafíos, debates y comentarios.

 

 

 

Su objetivo es que las mujeres se animen y se sientan cómodas a la hora de comprar algún juguete sexual. “Es algo que se nos ha negado hace años. En el hombre está más flexibilizado el disfrute, pero  en la mujer no, no podemos hablar de nuestra masturbación, de nuestro placer. Nos castigaron siempre por eso”, comentó. “Al principio costó, teníamos negatividad de parte de conocidos. Nos decían 'es San Luis, es cerrado, no les va a ir bien'. Pero creemos que esto tiene que visibilizarse, existe, no tiene que verse como un tabú. Todos disfrutamos de esto”, explicó.

 

Y el cambió se dio. Hoy, en su mayoría, sus clientes y clientas son mujeres de entre 30 y 40 años, y parejas que buscan reencender la llama. “Creo que la edad tiene que ver con que son mujeres independientes que ya sabe lo que quiere. También viene gente más joven y por supuesto apoyamos a toda la comunidad LGBT, en la que tenemos muchos clientes”, dijo.

 

Con el tiempo comenzaron a explotar las redes sociales con una nueva forma de ver la sexualidad. “Asesoramos a todos los clientes y clientas sobre el producto que quieren comprar, cómo funciona y qué cuidados necesita. También nos ocupamos de la salud sexual, tenemos por ejemplo dilatadores para el vaginismo, bolas kegel para el fortalecimiento pélvico y copitas menstruales, que han sido un revolución”, indicó.

 

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