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Indagarán a Páez Gitto y a Balada por un ataque a un hijo de Olariaga

El familiar fue baleado en una pierna en enero. Creen que el hecho fue parte de una serie de hostigamientos.

Por redacción
| 15 de mayo de 2020
Balada. Además de ser considerado autor material, fue procesado por incumplir el aislamiento. Foto: Nicolás Varvara.

Según lo que han logrado probar los investigadores del asesinato de Julio Olariaga, aproximadamente un año y medio antes de que fuera ejecutado de tres tiros en la puerta de su casa el hombre de 53 años y todo su entorno sufrieron una serie de episodios violentos —que incluyeron amenazas desde celulares y panfleteadas con la finalidad de escrache— y de agresiones directas. Suponen que una de ellas es el disparo que un hijo de Olariaga sufrió en la pierna el pasado 21 de enero, y creen que detrás de eso también estuvieron Sandra Páez Gitto y Matías Balada, la parapsicóloga y el expolicía que el miércoles cerca de las 24 fueron procesados y enviados al Penal por el homicidio de Olariaga. Por esas lesiones sufridas por el hijo del fallecido, los ahora procesados serán indagados por la jueza Penal 3, Virginia Palacios, según quedó plasmado en la resolución.

 

¿Cuál ha sido el móvil del asesinato de Olariaga? Si bien la instrucción de la causa continúa, tanto los investigadores judiciales como los policías del Departamento Homicidios tienen la presunción de que no está desconectada del vínculo de amantes que Olariaga y la acusada mantuvieron durante largo tiempo. Hace un par de años, él se separó de la madre de sus siete hijos, y es posible que Páez Gitto guardara la esperanza —no se sabe si con alguna promesa de por medio— de que Olariaga formalizara con ella. Pero lo cierto es que el hombre empezó una relación con otra mujer, con quien vivía en la casa de calle Abelardo Figueroa, en donde fue asesinado.

 

Creen que su frustración por el comienzo de ese vínculo habría generado un profundo rencor, que la habría llevado a hostigar durante este último tiempo tanto a Olariaga como a sus allegados y, luego, a acordar con Balada para que lo ejecutara.

 

“A partir del material que hemos analizado, se acumuló la causa en la que resultara damnificado un hijo de Olariaga, y se ordenó la ampliación de sumario y el llamado a indagatoria de ambos como coautores del delito de 'Lesiones gravísimas agravadas por el empleo de arma de fuego'”, detalló la magistrada. Páez Gitto está imputada en calidad de autora intelectual y Balada, como autor material.

 

En la fundamentación del procesamiento, la jueza no solo tuvo por acreditado el vínculo que había entre la acusada y Olariaga, sino también la aversión que Páez Gitto sentía hacia él, que se hizo palpable para los investigadores cuando entraron en la casa de ella y descubrieron al menos unos 40 'trabajos' destinados a Olariaga y a la actual pareja, con ajos, cebollas, canela, alfileres, tierra y líquidos, elementos que fueron secuestrados.

 

Páez Gitto. Fue procesada por homicidio con dos agravantes: el empleo de arma y por el vínculo. Foto: Nicolás Varvara.

 

Por su parte, el vínculo entre Balada y Gitto fue probado a través del análisis de los teléfonos secuestrados, una tarea que estuvo en manos de personal del Departamento de Investigación de Delitos Complejos del Poder Judicial. El primer celular que tuvieron los pesquisas fue el de la imputada, del que se incautaron al día siguiente del crimen, durante un allanamiento en su casa, en el barrio Estrella del Sur.

 

En él encontraron 687 comunicaciones entre los ahora procesados, de las cuales, las más trascendentes fueron entre el 18 y el 25 de abril, es decir, el día del asesinato. En una de ellas, Páez Gitto le compartió a Balada el contacto de Olariaga y de su pareja. Y el día del homicidio, a las 12:58, la novia de Olariaga recibió el llamado de alguien que se hizo pasar por un oficial notificador. Para los investigadores, esa acción tuvo un claro propósito: saber dónde vivía Olariaga, ya que no hacía mucho que él y su pareja se habían mudado a la casa de calle Abelardo Figueroa, y Páez Gitto no tenía su nueva dirección.

 

Si bien ese llamado se hizo desde un número privado, a través de un informe pedido a una empresa de telefonía se determinó que esa comunicación fue desde el celular de Balada. Y ese mismo día, a través de un mensaje, él le confirmó a Páez Gitto que tenía la dirección y ella le dijo “hoy es nuestro día”.

 

Según lo interpretado por la magistrada, de esa gran cantidad de comunicaciones surge también que hay “un claro concierto de voluntades” que tienen un solo fin: causar daño a Olariaga y a su entorno. Hay audios en los que ella le dice “esta semana van a parar sí o sí al hospital o a la morgue”, “cuando le de la señal, usted dispare Mati”. Es un acuerdo que los acusados denominan “familia por familia”, dado que Páez Gitto, al parecer, hizo trabajos de parapsicología para que Balada pudiera recuperar a su familia, y él le habría devuelto o pagado por eso cumpliendo con aquello que ella quería.

 

A las 21:32 del sábado 25, la imputada recibió un mensaje que decía “El paquete salió en primera clase”, que haría referencia a que el asesinato había sido consumado. No fue enviado desde el celular de Balada, sino desde otro abonado. Según los informes pedidos, corresponde a un hombre que vive en el mismo inquilinato de Balada.

 

Ese hombre fue citado a declarar al Juzgado Penal 3. Dijo que el expolicía le pidió prestado el celular para enviar un mensaje, pero que desconocía el contenido y quién era el destinatario. Y, lo más importante, aseguró que Balada  le confesó que se había mandado una cag..., que le habían encargado un trabajo y había matado a una persona.

 

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