Jabalina de plata
Antonio “Toto” Martínez, de 17 años, inauguró el medallero puntano al conquistar una presea de plata en el lanzamiento de jabalina en la primera jornada.
Toto” fue hasta la construcción pegada a su casa, en el Suyuque Nuevo, agarró un hierro largo y lo lanzó una vez, y después repitió el tiro otra vez y así una y cien veces más… hasta cansar su brazo derecho. Su mamá, Fabiana, lo miraba por la ventana de la cocina con tanto entusiasmo que no dudó: habló con el profesor Jorge Niño y Antonio comenzó a practicar lanzamiento de jabalina.
Tenía 14 años. Tenía ganas de crecer, ganas de ganar, ganas de ser…
Tras un parate de medio año, se vinculó al equipo de atletismo del Campus de la ULP, con los profesores Emiliano Fernández y Anahí Morales, discípulos del maestro Niño. Y el muchacho creció y ganó y es medalla de plata en los Juegos Binacionales.
“Toto” Martínez, a los 17 años, lanzó el implemento a 52,23 metros, marcó su récord personal y se colgó la medalla de plata. Fue la primera presea que cosechó San Luis en atletismo.
En la tribuna estaban su mamá, sus hermanas y todos sus compañeros de entrenamiento.
El ganador de la prueba fue el chileno Renato Augusto Bartet Zulueta (Metropolitana) con una marca de 55,75, y el tercer escalón quedó para el mendocino Alan Mauricio Tejada Chirino con 51,67.
“Estoy muy contento, no me lo esperaba, pensé que pasaba a la final, pero no terminar segundo. Mi mejor marca eran 49 metros y la superé por más de 3 metros. Venía con esas ganas, las de superar la marca, los primeros lanzamientos fueron nulos y ahí Emiliano, mi profesor, me habló del trabajo y del esfuerzo de todo este tiempo, y ahí pude acomodar las cosas”, relata Antonio, el gigante de brazo caliente. “Cuando tiré 52 metros estaba chocho y ya bastante confiado, pero ni estaba enterado a qué distancia lanzaron los otros, y cuando dijeron que segundo fue Martínez Antonio, no lo podía creer”.
“Toto” habla con la misma naturalidad y paciencia con la que a diario transita los 3,5 kilómetros que hay desde su casa, en el Suyuque, hasta el Campus de la ULP. “Soy un privilegiado de caminar con tanta naturaleza alrededor”, sostiene.
Este año, en el Nacional U18 fue tercero en Misiones, y en el U23 terminó octavo; además en el U20 en Chaco quedó tercero en una categoría mayor. “Desde ahí que vengo muy contento”, cuenta y sostiene: “Y cerramos el año con estos Binacionales, estoy muy feliz. Venimos con todo el equipo de San Luis con un montón de ilusiones”.
Antonio dice que le encantaría que muchos jóvenes empiecen lanzamiento: "Es un deporte al que hay que meterle bastante garra”. Y analiza: “Me pasó en muchos torneos que no tuve buenos resultados, pero con entrenamiento y esfuerzo todo se da”.
Fabiana, la mamá, llora desde la tribuna observando las lágrimas de emoción que derraman sus compañeros de equipo. “Tengo una alegría inmensa, por lo que hizo y porque veo llorando a sus compañeros y eso no tiene precio, tiene un valor agregado que va más allá, son niños que podrían estar en la pileta y están acá, apoyando”.
Dice que Antonio “tiene una cuestión innata, por su tamaño y su potencia, y es muy perseverante. Él no sale a boliches, no sale de joda y eso tiene un precio muy importante”.
La mamá agradece la oportunidad que le dieron a su hijo: “Nosotros siempre lo apoyamos, de chiquito le buscamos qué hacer y encontró lo suyo. Pero lo lindo es tener la oportunidad, eso es clave y él tuvo la oportunidad de hacer lo que le gusta”.
“Toto” y Fabiana se van abrazados y entusiasmados. La jabalina de San Luis brilla como la plata, iluminada por el sol del Suyuque.
Redacción


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