Koino Yokan, en San Luis

Aunque una mirada inicial podría incitar a pensar que Koino Yokan no es más que dos amigos tocando canciones conocidas de entrecasa con solo una guitarra y un cantante, hay algo especial que se corta en el aire en sus recitales en vivo y en los videos que suben a las redes. Saber en qué consiste esa particularidad constituye uno de los interrogantes mayores alrededor del dúo.

Crecido al color y al calor de las redes sociales, el grupo expuso su crecimiento de modo permanente, con seguidores que bien podrían ser considerados también testigos de una carrera que empezó con covers cándidos de canciones exitosas en castellano y continuó en la presentación, hace relativamente poco tiempo, de algunas composiciones propias que tuvieron buena recepción entre sus fanáticos.

Otro movimiento con sentido de expansión fue la incorporación a la banda de nuevos músicos que acompañaron al guitarrista Jeremías Oro y a Tomás Urtizberea en los recitales más recientes. Aunque en los dos que dieron en la provincia (el viernes en All Right y el sábado en Morrison) estuvieron como dúo.

Con más comunicación musical y gestual que oral, los dos músicos tuvieron una muy cálida recepción en un auditorio mayormente constituido por adolescentes (o chicos que están saliendo de ella) que gritaron la mayoría de las canciones, que prescindieron de otra instrumentación que no fuera la guitarra eléctrica.

Con inteligencia, los recitales en la provincia estuvieron divididos en bloques muy bien definidos. Un inicio con covers más bien tranquilos como "Pupilas lejanas", "Si el amor se cae" y "Eres para mí" le dio paso al segmento de canciones propias, que demostraron un sutil trabajo en las melodías y mucho esfuerzo en las letras.

Con el meneo característico de Tomás —quien eligió una de sus camisas floreadas para las presentaciones puntanas—, pasaron casi todos los éxitos que el dúo tiene en Spotify, entre los que se destacan "La danza del espacio tiempo" y "Algo para dar".

El segmento final elevó el ritmo con versiones de temas más movidos, como "Un osito de peluche de Taiwán" —en el que la dupla abandonó sus sillas por primera vez—, "Chau", "Limón y sal", "Zafar", cantada casi en exclusiva por la gente, y "Flaca".

Con la energizante voz de Urtizberea, Koino Yokan se las arregló para cerrar las noches con estirpe rockera, un público encendido y la sensación de que son muchos más efectivos cuando hacen covers que cuando muestran sus propias canciones.