SAN LUIS - Jueves 02 de Mayo de 2024

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Canciones sin tiempo hechas en una casa de barro

El segundo disco de Antu Bratosevich, cordobés radicado en Merlo, responde a su vida en armonía con la naturaleza.

Por redacción
| 23 de abril de 2021
A la luz del rocío. Antu grabó su disco en un estudio casero en medio del monte comechingón. Foto: Gentileza.

Al pie de la Sierras de los Comechingones, perdida en un monte de Cerro de Oro, se erige una casa de barro de más de 200 años que en sus comienzos cumplía la función de capilla de una gran estancia. En ese recóndito lugar suspendido en el tiempo, Antu Bratosevich grabó su segundo disco de folclore, llamado “De acá nomás”.

 

El músico, que vive junto a su hermano y sus padres en aquella casa de barro, en febrero de 2020 transformó su habitación en un estudio de grabación casero e invitó a sus amigos y músicos locales para que, lejos de toda tecnología y conectados únicamente con la naturaleza, lo ayudaran en la labor de transformar sus letras en melodía.

 

“Se dio todo de una manera bastante improvisada. Anselmo Cunil, de la productora El Pulso, vino con todos los equipos y me convenció para grabar. Fue una semana de estar todo el día laburando; algunos cocinaban mientras otros grabábamos. Muchas melodías se fueron resolviendo en el momento e incluso el último tema lo hicimos entre todos con cajones e improvisación”, detalló Antu sobre esos días de grabación en los que comieron, durmieron y respiraron folclore.

 

Como resultado, salieron zambas, pasando por un vals, hasta géneros bien regionales como el gato y la tonada. Además, el álbum tiene intervenciones de Del Monte Dúo, el grupo de Martín Fernández y Silvi Zabala; las violinistas Georgi y Jeanette Monti, y el guitarrista Matías Nudel.

 

Cuando todo parecía estar listo para lanzar “De acá nomás” a las plataformas digitales, la pandemia, la cuarentena y el cierre de los espacios culturales retrasaron el estreno del álbum, que vio la luz recién en marzo de este año. “Por varios meses, a causa del coronavirus, todo lo musical se enfrió, pero ya es tiempo de empezar a moverse y cuando pueda, salir a tocar mis temas”, adelantó el músico de 30 años, quien vive de la alfarería, las artesanías y de cosechar la tierra.

 

Es ese contacto constante que tiene con la naturaleza, a causa de su trabajo y su estilo de vida, lo que lo motivó en un primer momento a escribir sus canciones. “Es otro tiempo vivir en el campo, otra consciencia de cómo pasan los días y cómo se relaciona uno con los demás, sin pantallas que aceleran todo. Hoy en día me pregunto si será bueno o no esto de la tecnología. Por eso en algunas de mis canciones lo planteo como una visión crítica de esta realidad”, reflexionó Antu.

 

Negado a sumarse a la vorágine de la virtualidad, el cordobés, que se siente merlino por adopción, no tiene celular y solo usa sus redes sociales para difundir su música.

 

Para Antu la vida se rige, al igual que como expresa en sus canciones, con base en lo que ve, escucha y siente, y no por lo que le transmite una pantalla. “Lo que yo cuento con mi música es la forma en la que vivo, no es un personaje”, sentenció.

 

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