Para la preservación del planeta y la restauración del medio ambiente, la toma de conciencia por parte de la sociedad humana es un primer paso obligado.
El movimiento ecologista lleva apenas cincuenta años, frente a dos siglos y medio (desde la Revolución Industrial) en los que el desarrollo y el progreso de las naciones fueron conseguidos a expensas de la explotación irresponsable de los recursos naturales del planeta.
La insistencia de los científicos y los ambientalistas, sumada a la evidencia de la gravedad del escenario, ha logrado que las nuevas generaciones hayan tomado la posta para convertir la causa por el bienestar del planeta en un tema de debate y denuncia social permanente.
Solo a partir de la conciencia verde que comienza a ser mayoría entre los habitantes del globo, Greta Thunberg pudo reclamarle (sin éxito, pero públicamente) al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por su mala gestión de la Amazonia y la pérdida irreparable de millones de hectáreas de bosques. Quedó claro que ambos ven el planeta de manera muy distinta.
Esta nueva perspectiva se alimenta de las más variadas iniciativas, como por ejemplo Playing for the Planet (Jugando por el Planeta), una alianza de empresas de videojuegos que ha involucrado hasta el momento a 130 millones de jugadores y posibilitó la siembra de un millón de árboles.
La alianza fue lanzada en 2019 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) junto a empresas de entretenimiento de renombre y desarrolladores de juegos emergentes.
“La industria de los videojuegos es una nueva aliada en la carrera por un planeta cero neto y positivo para la naturaleza. Muestra lo que es posible cuando las herramientas de colaboración reemplazan la mentalidad de competencia”, celebró el organismo de la ONU.
En el mundo hay unos 2.900 millones de personas que emplean videojuegos y las firmas asociadas en la alianza alcanzan a 1.300 millones de usuarios.
En 2021 se desarrollaron 33 nuevos juegos, con nuevas “activaciones ecológicas”, con el apoyo de estudiantes de más de 300 universidades y las cuales involucraron a 130 millones de jugadores en todo el globo, estimándose que el 80% de ellos dieron respuestas positivas a los temas planteados.
Las activaciones ecológicas pueden incluir funciones dentro y fuera del juego, como nuevos modos, mapas, eventos temáticos, historias y mensajes.
Los “juegos verdes” resaltaron el papel fundamental de los bosques y océanos en la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. En 2022 el énfasis estará en los temas vinculados a alimentos, bosques y futuro.
La iniciativa también condujo a la recolección de 800.000 dólares para programas de educación y capacitación, y a la siembra de un millón de árboles.
Como corolario, el 60% de los miembros de la alianza asumieron el compromiso de ser “cero neto o carbono negativo para 2030”, es decir que las emisiones de carbono a la atmósfera generadas por su actividad sean iguales o menores a las que logran ser eliminadas o absorbidas, en el marco de la lucha global contra el cambio climático.
En apenas dos años, los jóvenes que juegan por el planeta aportaron un millón de árboles. Juegan muy bien.
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