El maíz festeja el precio, pero sufre por los rindes

La campaña de maíz 2021/22 es atípica. Arrancó fuerte, con un crecimiento en la intención de siembra (+8%) en detrimento de la superficie sojera y mayores expectativas de rinde por la alta tecnología incorporada. Todo hacía presumir que habría un récord productivo. Sin embargo, el clima jugó una mala pasada en pleno período crítico del maíz de primera y los rendimientos en la zona núcleo, según la Guía Estratégica para el Agro (GEA), se estiman en 75 quintales por hectárea (qq/ha), casi 4 quintales por debajo del menor rendimiento en diez años. Hoy la producción sería de 12,8 millones de toneladas (Mt) versus los 19,2 Mt que se esperaban. A nivel nacional, la estimación se ubica en los 47,7 Mt, un 15% menos que la expectativa inicial.

Pero no todas son malas noticias para los productores maiceros. Los precios son muy altos en términos históricos. Ya las noticias sobre los bajos rindes en toda Sudamérica venían levantando los precios. El fenómeno “Niña” hizo caer las previsiones de cosecha de maíz en la Argentina y Brasil, mientras el consumo mundial seguía batiendo récords. Para la Argentina la reducción es de 8 Mt, mientras que para Brasil (segundo productor de maíz a nivel mundial) ya se recortaron 4,8 Mt de los 117,2 Mt que se proyectaban en diciembre.

La irrupción de Rusia en Ucrania terminó por catapultar los precios del cereal, que alcanzan máximos desde 2012 en Chicago. Entre Rusia y Ucrania representan cerca del 19% de las exportaciones globales de maíz, y la paralización de la actividad portuaria de las zonas en conflicto (desde donde sale gran parte de los embarques) estresó fuertemente la cadena de suministros.

Quedan 24,7 millones de toneladas a fijar precio. Ese maíz es el que mejor aprovecha la coyuntura.

 

A diferencia de lo que ocurre con la comercialización externa del maíz 2021/22, que tiene el cupo de exportación prácticamente completo, los productores tienen algún margen para aprovechar la suba de precios, dado que llegan a la cosecha con una parte no despreciable de su producción sin precio puesto aún. A la última semana de febrero, se llevaban vendidos 16,6 Mt a la industria y a la exportación, un 35% del total que se espera producir, lo que se ubica ligeramente por debajo de las últimas dos campañas. El porcentaje de negocios con precio pendiente está en el 40% del total ya comprometido, lo que marca un máximo en ocho campañas, mostrando una mayor predisposición de los productores a quedar abiertos en precio. En resumen, solo el 20% de lo que se espera producir ya está fijado. Si a esto se le resta el grano que irá a consumo animal, uso de semilla y otros destinos no comerciales, quedan unos 24,7 Mt por poner precio, por debajo del promedio del último lustro.

Otro factor que ha marcado la campaña fue la importante volatilidad en los precios de los fertilizantes, en particular los nitrogenados, que tienen especial impacto sobre los márgenes de maíz, dada la mayor dependencia del cultivo a la fertilización.

Hubo una fuerte suba de precios a partir de septiembre, sobre todo de la urea. Esto afectó de forma determinante los márgenes del cultivo, generando una importante diferencia dependiendo del momento en que fueron fijados los precios de compra de los insumos.

La urea llegó a superar los U$S 1.000 la tonelada, duplicando su valor. Luego de un marcado descenso a principios de año, la guerra influyó en la nueva suba.