Falleció Jorge Sallenave: de tantos "no puede ser"

Aunque mueran, los escritores nunca callan. Sus oraciones, sus determinaciones, sus pensamientos, sus historias quedan impresas hacia una eternidad que ya no les pertenece en exclusiva porque la deben compartir con sus lectores. En el caso de Jorge Sallenave, el escritor puntano fallecido ayer poco antes de las 8 de la mañana, eso quiere decir, por ejemplo, que "Elvira de Lesbene" seguirá siendo un misterio erótico, que "La quinta" extenderá su halo fantasmal y que los extraterrestres de "El señor Standard, la señorita Oil y Bengolea" seguirán orbitando un planeta sin amor.

También representa la inmortalidad del autor de esas y otras novelas que marcaron desde San Luis la posibilidad de hacer una literatura seria y universal, por más que los personajes, las calles, los edificios y los escenarios que la compusieron hayan sido abrumadoramente puntanos.

La literatura de Sallenave tenía, entre muchas otras, una virtud cercana: era muy fácil que el lector puntano se reconociera en ella. Sin tapujos, sin vergüenza, Jorge usaba el costumbrismo para describir su pueblo, su sociedad y a él mismo, por más que haya sido un hombre de mundo. No son muchos los escritores de este siglo en la provincia —quizá haya que mencionar a Beba Di Gennaro— que se hayan animado a eso.

Otra de las razones que hicieron al autor un escritor de raza es el hecho de que nunca dejó de producir. Ni aun con la enfermedad que lo atacó en los últimos años de su vida, ni aun con las consecuencias de un terrible accidente en un colectivo de larga distancia, ni aun con las otras actividades posiblemente más rentables que rodearon su trama laboral, Jorge se permitió abandonar la literatura. De hecho, su última publicación "Algo más" se conoció este año gracias a que el escritor por fin accedió a que sus hijos suban de modo virtual su obra. "Historias pasajeras", su último libro físico, fue presentado el año pasado.

Tanta actividad lo llevó a ser considerado el escritor más prolífico de la etapa moderna en la literatura puntana. En los últimos años, probablemente debido a sus problemas de salud, decidió abandonar el trajín que representaba escribir una novela y se volcó a la nouvelle —un género que abrazó con su notable capacidad de acondicionarse— y al cuento, un formato que lo hizo regresar a las fuentes.

Fumador sin descanso, siempre presto para la charla y para dar respuesta a cualquier pregunta que le permitiera, primero, unos segundos de reflexión, Sallenave contaba sus anécdotas con el estilo de los narradores misteriosos y las adornaba no solo con un poco de fantasía, sino también con su particular modo de expresarse.

Había nacido en San Luis el 10 de febrero de 1944. En Córdoba se recibió de abogado, escribano y procurador. Y en San Luis se acomodó como empresario hotelero, con lo que había convertido al Hotel Regidor en su base de operaciones en los últimos años. Ninguna de esas profesiones le ganó al oficio de escritor. Menos mal.

Redacción/MGE