Ser otro

La imaginación de un ser humano es potente. A veces se sueña ser otra persona y escapar de la dura realidad. Quizás, convertirse en un investigador de lo oculto dentro del universo lovecraftiano con Cthulhu, tal vez en un ronin desterrado en la Japón medieval o, también, en un enano gruñón en Calabozos y Dragones. Pero todas esas vidas pueden ser vividas ahora, sin esperar la muerte.

Los juegos de rol permiten esas hazañas. Pueden sonar raras, pero no lo son. Y, además, es un divertimento barato, solo se necesita un papel, un lápiz y siete tipos diferentes de dados, por las dudas. Además de algo tan importante y gratuito como la imaginación.

Un máster oficia como contador del cuento, es el vigilante que propone la situación y espera que los jugadores tomen el protagonismo y, mediante la palabra, expliquen qué van a hacer. Pero decir lo que uno quiere hacer parece fácil, por eso, se tiran dados para ver si ese personaje es capaz de concretar cierta acción. De eso depende de las habilidades, porque para un enano es difícil saltar tres metros de un lado hacia el otro. O para un cocinero es complicado lanzar una flecha sobre una veintena de ninjas y darle justo al villano de turno.

Además de inspirar a la creatividad, al pensamiento y a actuar una persona que no se es, el rol permite sociabilizar. Generalmente, se necesitan unas cinco personas para armar una mesa de juego. Y, de acuerdo a las aventuras que se corran, se puede estar entre dos y cuatro horas jugando. Así de simple, solo con dados y palabras.

Las anécdotas, con los errores de las proezas falladas, son temas de charla. Eso une a los amigos. El tener un horario y día fijo para la juntada acerca al equipo. Una campaña puede durar hasta como dos años, todo depende de las habilidades del máster.

El rol es apto para chicos, adolescentes y grandes. De acuerdo a la edad es el tenor de las historias. Porque para la aventura solo se necesita crear un personaje, elegir el género, la actividad, el pasado de ese sujeto y tirar un par de dados para definir las habilidades de ese personaje.

Habilita al desarrollo del lenguaje, al análisis y resolución de problemas, mejora las habilidades sociales y comunicativas. El rol nunca se vio en las escuelas, y refuerza la creatividad de los alumnos, por ejemplo.

Todos quisimos ser otra persona en algún momento de nuestras vidas. Y los juegos de rol cumplen esos deseos.