Se reencontraron en las aulas 50 años después

En algunos casos con más canas, en otros con menos cabellera, pero todos con más experiencia encima. Así se reencontraron los compañeros de la promoción de 1973 del Instituto San Buenaventura cincuenta años después de haber dejado las aulas. Pero apenas volvieron a sentarse en los bancos, emergieron las mismas ocurrencias, las risas y la camaradería que los marcó cuando eran adolescentes.

Mientras 2023 se acerca a su final y surgen los momentos de cierres y balances, son muchos los que buscan reunirse para rememorar viejas épocas. Tal como lo hicieron los exalumnos de la Escuela Normal, también lo realizaron quienes integraron la sexta camada de egresados que tuvo el colegio de la zona Estación que, en ese entonces, era administrado por la Orden Franciscana.

"A mediados de año, nos reunimos con un par de muchachos y empezamos a trabajar por nuestras Bodas de Oro. Nos pusimos en contacto con las autoridades de la escuela y realmente nos atendieron muy bien, tanto los directivos como la apoderada legal", comentó Mario San Emeterio, uno de los movilizadores de la juntada.

Las actividades incluyeron una parte protocolar y una más informal con una cena con sus respectivas familias. Por la mañana se congregaron frente al establecimiento que está sobre la calle 9 de Julio, junto a la parroquia San Roque. Allí, se presentaron ante los directivos y luego colocaron una placa conmemorativa en el hall del edificio, que enumera los nombres de los diecinueve muchachos que culminaron sus estudios juntos en tiempos en los que únicamente cursaban varones.

Después recorrieron las instalaciones y tuvieron una clase alusiva con quien fuera uno de sus profesores, el historiador Héctor Pablo Ossola. "A nivel edilicio hay una diferencia enorme con respecto a nuestra época. La verdad es que tienen todas las comodidades. Y después tratamos de sentarnos en el aula, más o menos en el mismo lugar que lo hacíamos cuando éramos chicos", expresó San Emeterio, quien además reconoció que lo asaltó la emoción por volver a ocupar un espacio donde vivió una juventud feliz. "Son cosas y momentos que te movilizan mucho", dijo.

La actividad se completó con una misa en el templo, que fue oficiada por un sacerdote franciscano que llegó desde Río Cuarto directamente para acompañarlos. "Nosotros sentimos mucho esa presencia en nuestra formación, porque aprendimos los valores y la parte moral de la religión, que la llevamos hasta el día de hoy", valoró.

 Redacción / NTV