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Promesantes de toda la región visitaron al Cristo

Algunos vinieron de Río Cuarto (Córdoba) y San Rafael (Mendoza) a expresar su devoción.

Por redacción
| 03 de mayo de 2023
Acto de fe. Adrián, Tamara y sus hijos cumplieron una gran promesa. Foto: Martín Gómez

Visitar la Villa de la Quebrada durante las celebraciones del Santo Cristo es encontrarse con cientos de familias que van a pedir, agradecer y reconectar con su fe. En primera instancia, cualquiera creería que el fenómeno es local y que alcanza solamente a los puntanos. Sin embargo, una simple recorrida arroja que creyentes de toda la región se acercan al pueblo para participar de las misas, procesiones y el recorrido del Calvario, que en las 14 estaciones muestra la Pasión de Cristo.

 

Hablar con los creyentes es escuchar historias de una tradición que atraviesa generaciones, de un paso de posta que combina fe, esperanza y gratitud. “Yo de chico venía siempre en familia con mi viejo y mi primo, y después, a medida que fue pasando el tiempo, lo seguí haciendo con mi familia”, apuntó Marcelo Videla, quien, junto a su pareja Cintia y sus hijos Valentino y Bautista, vino desde San Rafael, Mendoza.

 

“La pandemia a todos nos llevó a alguien. Un familiar, un amigo… A mí me llevó a mi viejo”, dijo Videla, quien soltó un sollozo al recordar a quien lo había traído a conocer a la Villa. Ahora él hace lo mismo con sus hijos.

 

“No los puedo obligar a que crean en lo mismo que uno cree, pero bueno, me acompañan. Después, si ellos quieren, van a ser libres de hacerlo y si no les gusta, no los puedo obligar tampoco”, reflexionó el joven padre. “Todos necesitamos creer en algo. Y en las buenas y en las malas, siempre le pedís a él”, agregó.

 

Tamara y Adrián también venían de la ciudad mendocina, acompañados por sus hijos Teo y Xiomara. Los jóvenes padres, ambos de 27 años, cumplieron una promesa que le hicieron al Cristo: subieron al Calvario con los pies descalzos.

 

“Es un sacrificio que nosotros brindamos a cambio de la salud de nuestros hijos. Y también, por trabajo”, apuntó Tamara. “Es una emoción muy grande. Lo que hay acá es paz y tranquilidad, y te llena el alma”, añadió. Después de hacer la caminata por el Calvario, la familia dejó una pequeña ofrenda de cadenitas y anillos en el alambrado que queda al costado del camino de salida. Allí, los fieles también dejan placas con sus nombres, patentes y fotografías.

 

Oscar Sosa viajó junto a su esposa, su hijo y su sobrino más de 170 kilómetros desde Río Cuarto, Córdoba. Ellos solían ir a Reducción, también en Córdoba, para la veneración del Cristo de la Buena Muerte, que se realiza los primeros días de mayo.

 

“Teníamos esta inquietud, incertidumbre de saber cómo era el Santo de la Quebrada y por suerte hoy se nos dio la posibilidad de visitar este lugar”, apuntó. El hombre no vidente posaba sus manos en los hombros de su esposa y recorría con lentitud pero con seguridad y con una leve sonrisa todas las estaciones. Ni la distancia que recorrió ni la discapacidad visual detuvieron la conexión con su fe. Y así sucedía también con otros promesantes.

 

Redacción/MGE

 

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