15°SAN LUIS - Lunes 06 de Mayo de 2024

15°SAN LUIS - Lunes 06 de Mayo de 2024

EN VIVO

"La Monja II": líbranos del mal

El filme fue un gran éxito en Argentina y el mundo, algo que es inversamente proporcional a su calidad.

Por Leonardo Kram
| 25 de septiembre de 2023
La Monja, uno de los personajes de "El Conjuro". Foto: Internet.

En poco menos de dos semanas de su estreno, "La Monja II", dirigida por Michael Chaves, superó los 700 mil espectadores en salas argentinas y ya recaudó más de 101 millones de dólares a nivel mundial. Sin dudas, la secuela de uno de los spin offs de la saga del Expediente Warren sigue convocando a fanáticos más allá de que la película carece de méritos para convertirse en un gran film y a duras penas llega a un entretenimiento pasable.

 

Protagonizada por Taissa Farmiga, tal como en la primera parte de esta saga tangencial, sigue el camino de la hermana Irene, quien deberá enfrentarse una vez más al demonio Valak (Bonnie Aarons), que toma la forma de una monja para aterrorizar monasterios, religiosos y en este caso a alumnas de un internado. Allí será acompañada nuevamente por Maurice (Jonas Bloquet), quien ahora oficia de jardinero y encargado en el colegio. Ellos son los únicos dos personajes, además del monstruo del título, que renovaron su participación de la primera entrega.

 

Si hay algo que sorprende de esta nueva película del demonio Valak, cuya primera aparición fue en la trilogía “Madre” de El Conjuro, es que comete el error de una primera hora enteramente apoyada en “jumpscares”, es decir apariciones repentinas de los espíritus o figuras acompañadas por una banda sonora acorde.

 

Los personajes van y vienen por los mismos escenarios y sorprende la pereza de usar el —aparentemente— único pasillo del internado para filmar múltiples escenas, para averiguar sobre la presencia de este demonio, buscando pistas que no suelen llevar a ningún lado y con el elemento de susto fácil siempre presente.

 

Solo los fanáticos del género y del popular universo compartido de los Warren, cuyos protagonistas son unos cazafantasmas mucho más carismáticos que la pareja protagónica de esta nueva saga, podrían disfrutar de tanto recurso fácil.

 

Por momentos incluso atenta contra la lógica interna de la película, porque Valak, a pesar de mostrarse sumamente poderoso, lo máximo que suele hacer es una versión “de tirar las patas” al extremo: empujar, asustar o aparecerse, pero viendo lo temprano del metraje uno no siente que haya un verdadero peligro, sospechas que se confirman porque los protagonistas siempre superan todos los trucos y trampas que involucran al demonio.

 

Si algo salva la película es su trecho final, su tercer acto, donde todas las líneas de conflictos se unen para un enfrentamiento entre las jóvenes religiosas y las fuerzas del mal. No hace falta dar detalles del argumento, pero el director acá entiende que es el momento de mostrar algo que supere la medianía. Para eso regala persecuciones y peleas que involucran no solo a la religiosa endemoniada, sino que también a un “hombre cabra”, personificación del diablo al que las niñas jugaban a invocar desde un vitral, y a un poseído que se enfrentan a adolescentes que solo cuentan con la fe como arma.

 

Aquí la película adquiere tonos de aventura, la hermana Irene se enfrenta a la Monja como si se tratara de un exorcista, dotada de los “ojos” de la santa Lucía. Allí la pirotecnia aparece, con el sentido más lúdico, los edificios tiemblan y el mal es derrotado por unas cuantas, o muchas gotas, de la sangre de cristo. Nuevamente, la religión es la única capaz de salvar a los fieles, que, por cierto, son los únicos atacados por los demonios.

 

Algo similar ocurría en la primera parte, estrenada en 2018 y dirigida por Corin Hardy. El filme también fue un gran éxito de público en Argentina, superando el medio millón de espectadores al momento de su estreno y más de 365 millones de dólares recaudados a nivel mundial. En este largometraje, luego de 50 minutos donde lo más emocionante era que enterraban a un sacerdote vivo, la película se embebe del género de aventuras para que los protagonistas exploren catacumbas, usen escopetas y la sangre de Cristo para atacar al demonio “que tira las patas”.

 

Esta primera parte tiene el mérito extra de que aparece el gran actor mexicano Demián Bichir, quien con un par de miradas deja una actuación memorable como un sacerdote e investigador que al ver la sangre de Jesús en un frasco se le iluminan los ojos.

 

Pero Bichir, por problemas de agenda o quizás por darse cuenta de que claramente el material de "La Monja" no es exactamente el de "El Exorcista", no aparece en la segunda parte. Si aparece la hermana Irene, interpretada por Taissa Farmiga, hermana de Vera, protagonista de "El Conjuro". Taissa no es una mala actriz y su experiencia en el género ya tiene pruebas de solvencia, como lo fue en la serie "American Horror Story".

 

El gran problema de "La Monja II" y su predecesora es que los protagonistas y lo que viven no es interesante. Irene no sufre alguna crisis de fe o una pérdida; no hay muchas explicaciones de sus habilidades como “supermonja”, su historia personal es explicada a los ponchazos y tampoco las relaciones que aparecen en el metraje son profundizadas.

 

En la primera parte aparece un interés romántico con Maurice, pero este se termina diluyendo (al punto que el jardinero comienza a tener otro “amor” en la secuela). Además, en la segunda parte Irene tiene una amiga monja incondicional, Debra, interpretada por Storm Reid —la hermana menor de Rue en "Euphoria"—, pero tampoco vemos su vínculo atravesar penurias y problemas que realmente pongan en duda, amenacen o incluso fortalezcan ese vínculo.

 

La película es hueca en su propuesta: los personajes son marionetas que son golpeadas constantemente por un mal, pero que ni siquiera es un mal arrollador y que los aleja de sus seres queridos, sino que más bien es controlable dentro de los márgenes de la historia.

 

Su éxito quizás radica en que no es lo suficientemente shockeante para no ser vendida a adolescentes, pero aun así cuenta con algunos sustos y cierta imaginería religiosa, que a los practicantes de la fe católica puede perturbar. El cine de terror suele ser de gran afluencia en salas argentinas, no por los fanáticos del séptimo arte, sino más bien por los que entienden al cine como una "salida” coincidente con ir al shopping, donde hoy existen la mayoría de las salas. Así también se atiborran con la saga de "Rápido y Furioso". Entretenimientos algo “lavados”, que no presentan ideas complejas, ya sea sobre la fe o la familia, que entretienen, pero no cuentan historias o asumen riesgos.

 

Las grandes películas de terror o las que más se recuerdan toman dos vertientes: el shock, el puro artificio, sangre y efectos o dramas humanos atravesados por el horror inexplicable. De la primera tanda, cualquier película de Freddy Krueger o Jason Voorhees es más efectiva; de la segunda uno puede ver "El Exorcista", "Hereditary" o "Midsommar", que toma un poco de ambas tendencias. "La Monja II" no es suficientemente impactante o divertida para entretener, ni profunda, dramáticamente, para ser memorable.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo