La defensa de las universidades es con verdadera expresión y acción

En momentos de tanta oscuridad, donde nos han impuesto rediscutir los derechos conquistados y las conversaciones que entendíamos saldadas, la defensa de las universidades públicas, de calidad y gratuitas se constituye como un valor que no debería escapar de la opinión contundente de todos los sectores y la sociedad en general.

Sin embargo, hay quienes prefieren esquivar el tema y permanecer mirando para el costado con el objetivo de que este reclamo, justo y solidario, no embarre sus deseos más personales de escalar políticamente. En la actualidad, nuestro país es escenario de un reclamo estudiantil por mantener la obligación del Estado nacional de financiar como corresponde a las universidades públicas.

La expresión y la acción vienen de la mano de cientos de miles de alumnos de más de 65 universidades de todo el país que han decidido levantar la voz y hacernos ver a todos que si se dejan de enviar los fondos necesarios para estas instituciones, por defecto las mismas cerrarán sus puertas o deberán comenzar a cobrar para acceder a ellas, eliminando su carácter de públicas y gratuitas, y con esto perjudicando a los chicos y chicas para poder acceder de manera igualitaria a formarse y profesionalizarse.

En San Luis los estudiantes de la Universidad Nacional de San Luis, en sus distintas sedes y facultades, y del Instituto de Formación Docente Continua se han sumado a este reclamo nacional de una forma digna de imitar. Las asambleas son espacios de reflexión y debate, de organización, de puesta en común donde florecen las ideas creativas para visibilizar su lucha y resistencia. Prima el amor y el respeto entre pares, y si bien entienden que la discusión es política, sus propios ideales no los confrontan, más bien acuerdan que el fin superior es el que los unió en contra de una medida tomada por el Gobierno de Javier Milei y sus adeptos de querer terminar con la Universidad Pública.

Lo que llama poderosamente la atención es la actitud que mantiene el rector de la UNSL, Víctor Moriñigo, quien además es presidente del órgano nacional más importante en defensa del sistema público universitario, el Consejo Interuniversitario Nacional. Moriñigo, de origen radical, detenta un doble discurso: más fuerte e imperativo en el orden nacional, y bastante medido y hasta tibio en el orden provincial. Es importante recordar que frente a las últimas elecciones para legisladores nacionales y gobernador de San Luis, participó activamente para que Claudio Poggi sea quien guíe los destinos de los puntanos y puntanas hasta 2027.

Lamentablemente, los diputados nacionales Karina Bachey y Alberto Arancibia Rodríguez que le responden al Gobernador, junto con el libertario Carlos D'Alessandro, fueron los tres diputados de San Luis que en la última sesión en el Congreso de la Nación avalaron el veto de Milei y así perjudicaron directamente el financiamiento de las casas de estudio.

Lo mismo sucedió con la toma por la fuerza de la Universidad de La Punta aquel domingo 10 de diciembre del año pasado, cuando el Gobernador en su primer acto de Gobierno envió a las fuerzas policiales (con todo lo que eso implica) a intervenir por la fuerza nuestra Universidad Pública e impuso como rector a su cuñado, Luis Guillermo Quintas. En ese momento Moriñigo, no mencionó ni realizó ninguna reflexión al respecto: permitió que personas armadas, con camiones, cascos y bastones, ingresaran a la ULP, la tomaran por la fuerza y se instalaran por dos semanas registrando el ingreso de cada persona trabajadora al lugar.

Dice la frase popular, “el que calla, otorga”, ¿qué es lo que otorga este silencio tan cruel?. En la defensa por las universidades no expresarse con firmeza, no acompañar los reclamos justos, no accionar en consecuencia de los ideales más profundos que tenemos como seres humanos, puede ser sinónimo de falta de perspectiva. Si los chicos hoy están defendiendo el futuro de generaciones enteras, lo mínimo que podemos hacer es ponernos de su lado con la misma fuerza, firmeza y mayor solidaridad