El año 2023 fue el más seco para los ríos del mundo en más de tres décadas, dato que sobresale en un panorama de creciente escasez y estrés hídrico que incluye a América Latina.
El informe divulgado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), expuso que los recursos hídricos son un indicador de peligro del cambio climático. Las llamadas de socorro son en forma de precipitaciones, crecidas y sequías cada vez más extremas que cobran numerosas vidas y perjudican gravemente a los ecosistemas y las economías.
A raíz del aumento de las temperaturas, el ciclo hidrológico está acelerado, es más irregular e impredecible, lo que implica menos agua disponible para las comunidades, la agricultura, la generación de energía y los ecosistemas.
En los últimos cinco años consecutivos, los flujos fluviales fueron muy inferiores a los normales, y los flujos de entrada a los embalses han seguido una pauta similar.
Por otra parte, en los últimos 50 años, los glaciares sufrieron la mayor pérdida de masa registrada hasta la fecha, y 2023 fue el segundo año consecutivo en el que todas las regiones del mundo que cuentan con glaciares experimentaron pérdidas de hielo.
Dado que 2023 fue el año más cálido del que existe constancia, las elevadas temperaturas contribuyeron a prolongar las sequías.
No obstante, también ocurrieron numerosas crecidas a nivel mundial. Los fenómenos hidrológicos extremos fueron influidos por condiciones climáticas naturales, la transición de La Niña a El Niño a mediados de 2023, así como por el cambio climático inducido por el hombre.
La Niña y El Niño son fenómenos de incremento -alternativo en distintos años- de vientos fríos y cálidos sobre el Pacífico ecuatorial que impactan los regímenes de lluvias y sequías en varias regiones del planeta.
Con la aceleración del ciclo hidrológico el planeta enfrenta problemas crecientes de exceso o escasez de agua. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que favorece las precipitaciones intensas. La evaporación más rápida y la desecación de los suelos empeoran las condiciones de sequía.
También la fusión de la nieve y los glaciares pone en jaque la seguridad hídrica a largo plazo de muchos millones de personas.
A pesar de todo ello, es muy poco lo que se sabe sobre el verdadero estado de los recursos mundiales de agua dulce, y no es posible gestionar lo que no está medido.
El informe destacó que América Central, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay estuvieron afectados por una sequía generalizada, que provocó una pérdida de tres por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina, por ejemplo.
Además se registraron los niveles de agua más bajos observados hasta la fecha en el Amazonas, cuya cuenca abarca gran parte de América del Sur, y en el lago Titicaca entre Bolivia y Perú.
La sequía redujo las condiciones de descarga fluvial en 2023, y en todo el continente americano hubo caudales inferiores a los normales.
Los niveles de humedad del suelo por debajo o muy por debajo de lo normal predominaron en vastos territorios de todo el mundo y América del Norte y América del Sur presentaron condiciones especialmente secas entre junio y agosto.
Actualmente, 3.600 millones de personas carecen de suficiente acceso al agua, por lo menos durante un mes al año, cifra que previsiblemente aumentará hasta superar los 5.000 millones de aquí a 2050, según los datos disponibles.
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