Estuvo casada 25 años y cuando quiso divorciarse, él casi la mata
Decía que la amaba y que su idea era salvar la relación. La apuñaló en la espalda y la cara; sufrió desprendimiento de retina y perdió la visión de un ojo.
Veinticinco años de matrimonio, lo que muchos festejarían como el tiempo transcurrido al lado del amor de su vida, una mujer de Villa Mercedes lo vivió como un tormento. Su esposo la agredía, no había llegado a golpearla, pero sí la insultaba. La maltrataba verbal y también económicamente porque no la ayudaba con su hija. Varias veces recurrió a la Justicia para lograr su exclusión del hogar, pero no lo consiguió. Tampoco pudieron ponerse de acuerdo entre ambos en la venta de la casa para que, una vez vendida la propiedad, ya no tuvieran que vivir bajo el mismo techo.
En la última audiencia de mediación que tuvieron en Tribunales, acordaron que iniciarían el trámite para el divorcio. Todo parecía encaminado, sin embargo la semana pasada él le demostró que no estaba dispuesto a separarse de ella. Quería seguir a su lado a toda costa. Le dijo que la amaba y que quería salvar la relación. Pero, como eso no funcionó, tomó un cuchillo y la atacó. Se lo clavó, primero, en la espalda y después en el rostro, denunció la víctima.
Ella alcanzó a llamar a la Policía y lo detuvieron. Luego, la fiscal instructora Daniela Torres lo imputó por el delito de "Lesiones graves doblemente calificadas por relación de pareja y violencia de género". Entre las pruebas con las que contaba la representante del Ministerio Fiscal para formularle el cargo estaban la denuncia de la damnificada, el resultado de la inspección que hicieron en su vivienda, los elementos que secuestraron de allí, las declaraciones de algunos testigos, los antecedentes de hostigamiento contra la mujer, las presentaciones judiciales anteriores hechas en el fuero de Familia y, por supuesto, el informe de los médicos que revisaron a la víctima y constataron las heridas y su gravedad.
La defensora oficial Noelia Páez solicitó para el hombre cinco días de prórroga del arresto, para tener tiempo de estudiar el caso con más detenimiento. Ese plazo se cumplió el lunes pasado. En una nueva audiencia que hicieron ese día, la fiscal instructora mantuvo el cargo en su contra y solicitó para el imputado una medida de coerción morigerada en vista de que padece de epilepsia y toma medicación.
Por eso en lugar de pedir que sea enviado al Penal, requirió que permanezca cuatro meses con una tobillera electrónica, que controlará que no se acerque a su ex. Igualmente en la audiencia él aseguró que ni siquiera pondrá un pie en el barrio donde vive ella. Se mostró de acuerdo con el uso de la tobillera y hasta dio a entender que la pareja ya estaba disuelta.
La jueza de Garantías Mirta Ucelay hizo lugar al pedido de la fiscal instructora y dispuso que sea monitoreado por el aparato electrónico los próximos 120 días. No obstante si desobedece la prohibición de acercamiento, le revocarán el beneficio y será trasladado a la cárcel.
La víctima contó que, en realidad, hace dos años que están separados de palabra, pero convivían en el mismo domicilio. En ese tiempo nunca pudieron concretar la venta del inmueble. Habían hecho tasar la vivienda, pero él no estaba conforme con la cifra que le refirieron; esperaba mucho más. Desde entonces todo fue de mal en peor.
A mitad de este año, las agresiones verbales de parte del imputado hicieron insostenible la convivencia, afirmó la mujer. Eran diarias, no paraban. Fue cuando decidió denunciarlo. Lo hizo varias veces.
En la madrugada del lunes 29 de octubre fue demasiado lejos, pasó de las palabras a los hechos. La víctima relató que se metió en su habitación, donde ella duerme con su hija. Le dijo que la amaba y quería que volvieran a ser una pareja. Ella le repitió que no, que no había vuelta atrás. Le advirtió que se fuera porque de lo contrario llamaría a la Policía.
"No te voy a molestar más. Hacé tu vida en paz", le respondió el hombre. Ella se acostó, pensando que él se había calmado, pero no fue así. Volvió con un cuchillo y se le tiró encima de la cama, denunció.
Lo siguiente que sintió ella fue un golpe en el pómulo izquierdo, y gritó. Sus hijas la escucharon y corrieron a ayudarla. A los segundos se dio cuenta de lo que, en verdad, había sucedido: le había clavado el arma en el ojo y también la había apuñalado en la espalda, a la altura de los pulmones.
Así, cubierta de sangre, como estaba se fue a pie hasta el Hospital "Braulio Moyano". En el centro médico del barrio La Ribera descubrió que tenía más heridas en la cabeza y tuvo que ser trasladada al policlínico regional. Allí concluyeron que lo mejor sería que la llevaran a San Luis, al hospital "Ramón Carrillo" por la lesión en su ojo.
La operaron. Lograron salvarle el órgano, pero perdió la visión de ese ojo porque se le desprendió la retina. Le hicieron más de 20 puntos.
El hombre es carnicero, dijo ella. "Si me hubiera atacado con uno de los cuchillos que usa para despostar, me mata", expresó.


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