Radicalismo y oficialismo, una relación que se resquebraja

Capítulo a capítulo, tensión a tensión, el novelón entre el Gobierno Provincial y la Unión Cívica Radical suma protagonistas despechados, patrones de estancia y algunos portazos. La salida del ministro de Turismo y Cultura Juan Manuel Rigau fue el primer cimbronazo, pero puede haber otros.

Por lo pronto, el gobernador Claudio Poggi les pidió la renuncia a todos los funcionarios de segunda línea del ministerio, quienes aguardan expectantes la resolución de si la semana que viene seguirán o no formando parte de la gestión. En el organismo, hay muchos dirigentes radicales que llegaron de la mano de Rigau y el intendente de Merlo, Juan Alvarez Pinto, presidente del partido.

Quien parece ya ajeno a cualquier rencilla es el propio Rigau, quien después de ser despedido el miércoles, el jueves a la mañana posteó en sus redes sociales la foto de un paisaje puntano acompañado de un mensaje elocuente: “Paz y bien. Firmes y dignos”.

Si bien el ministro renunció la semana pasada, el acuerdo con Poggi era que siguiera en la cartera hasta que terminara el movido noviembre. El final de los Intercolegiales Culturales (complicados en la organización como pocas veces antes) y la realización de la Feria del Libro el viernes y sábado fueron las excusas para su permanencia en el puesto.

Pero a mitad de semana el gobernador arremetió contra su ministro y lo destituyó del cargo. Le dijo a la secretaria general de la Gobernación, Romina Carbonell, -quien a duras penas puede manejar su quinta- que se hiciera cargo del ministerio y se puso a pensar en un reemplazante. Si el primer mandatario respeta lo que dijo públicamente en la semana, el nuevo ministro tendría que salir del riñón radical.

En la conferencia de prensa para anunciar una feria del libro que se prevé con pocas luces, el funcionario a cargo de anunciarla fue Miqueas Rivas, también de extracción radical, cercano a Rigau, quien inició su gestión como jefe de prensa del Ministerio y en pocos meses escaló al pomposo cargo de Subdirector de Planificación Cultural. Rivas es uno de los funcionarios que se juega el puesto en estos días. 

Los análisis políticos indican que la reacción del gobernador contra Rigau y el radicalismo tiene inicios difusos aunque un punto de quiebre muy claro. En la semana, en la Legislatura, dos diputados radicales, Ivana Ricca y Javier Giménez, se abstuvieron de votar un proyecto que le interesaba de sobremanera: la ley de boleta única en papel.

De manera poco convincente y, peor aún, poco clara, Ricca intentó explicar su abstención y dijo que está de acuerdo con la Boleta Única Papel pero a la vez que el mandato partidario le impedía votar en ese sentido. Si no dijo eso, al menos es lo que se entendió en sus confusas declaraciones. 

En medio de la rencilla, es imposible no relacionar la debacle radical en el ministerio con el primer golpe recibido, hace ya algunas semanas. Fue cuando Gonzalo Mastronardi, quien era director de eventos, fiestas provinciales y sitios culturales de la provincia, agravió a “La calle angosta” y “Caminito del norte”, dos himnos del folclore puntano, y salió eyectado del gobierno.

También radical, la respuesta del partido para Mastronardi fue refugiarlo en una asesoría poco clara y poco informada en la Municipalidad de Merlo, a cargo de Alvarez Pinto.