¿A quién admiró don Liberato?

Adentrarse en el mundo literario de Jesús Liberato Tobares era meterse en un universo donde San Luis era un sistema solar. El escritor e investigador siempre centró su provincia, su lugar de nacimiento, y la rodeó de una obra que tuvo muchos puntos altos. Uno de ellos fue “Toponimia puntana”.

“¿Quién puede dudar del interés de todos los puntanos de que se conserven sin alteración nombres como Aguada de Pueyrredón, San José del Morro, Renca o Paso de las Carretas? A esos nombres se vinculan importantes acontecimientos históricos que integran nuestro patrimonio espiritual. La sustitución o alteración de esos topónimos atenta contra nuestra tradición histórica, es decir, vulnera las raíces de nuestra existencia como pueblo”, escribió en el primer capítulo de aquel libro inolvidable.

Pero la cosmovisión de don Liberato le permitió desde joven ver más allá de los límites provinciales. A los pocos años se fue –aunque nunca del todo- de su San Martín natal y mortal y recaló en Concarán, donde conoció a escritores que ya estaban formando una camada inolvidable de autores provinciales. Entre ellos, Polo Godoy Rojo y Dora Ochoa de Masramón.

De allí se radicó en La Plata para estudiar Derecho y obtener una información especial, siempre alrededor de sus inquietudes literarias y poéticas.

En una nota publicada hace dos años en el semanario La Opinión, Tobares reconoció que desde joven se interesó por temas que describían la realidad. Y mencionó a “Mis montañas”, el libro más personal del riojano Joaquín V. González, como uno que supo estar a la cabecera. Dijo, por entonces, que siempre había admirado al autor y que lo consideraba uno de sus mentores.

La elección tiene lógica. Además del estilo directo de González, en el libro sobresalen las descripciones de personajes, paisajes, costumbres y miradas de La Rioja, en especial de Chilecito. Tobares hizo lo mismo, con la misma pasión.

Cuando le preguntaban por los poetas a los que admiraba, no dudaba en señalar a Pablo Neruda como el primero de su lista y se dejaba espacio para otra sorpresa: “En el país, siempre me llamó la atención la obra de José Pedroni”, declaró.
Pedroni fue un injustamente olvidado poeta santafesino que falleció en 1968 y que dedicó toda su obra a describir –otra vez- su propia tierra, a veces por medio de paisajes, a veces por medio de la denuncia, a veces por medio de su defensa a las culturas aborígenes.

De su obra se destaca “Romance de diez mujeres” en el que revalorizó, cuando muy pocos varones se atrevían a hacerlo, el valor de la mujer en la vida cotidiana.