La cultura no solo es entretenimiento

Son tiempos donde la cultura recibe un bastonazo por el simple hecho de utilizar una bandera a la que quieren adjudicar como irreconocible para estrujarla al máximo, cambiarle los modos y convertirla en un blanco político. Que si el Estado, cualquiera de ellos, banca los espectáculos musicales o si no. Si tal artista, como en el caso de Lali Espósito, llena estadios gracias a los impuestos de la gente. Una pelea tan burda como peligrosa. Porque no reflejan la verdad, o al menos, tienen una mirada parcial.

El presidente Javier Milei criticó a Lali porque el gobierno de La Rioja le propuso tocar en el Festival Nacional de la Chaya. Puede que para mucha gente, más en estos tiempos de crisis, sea la única manera de poder ver a una artista de ese calibre. A veces gratis o con una entrada a precio popular, con un valor tan insignificante con el que hasta se podría comprar dos alfajores, por ejemplo.

Y la diva del pop argentino redobló la apuesta y criticó a los “libertarios”, cantando con YPF de fondo, justo la empresa que la Presidencia busca privatizar. Una declaración de Estado.

Pero hablamos de cultura, de pasión, del reflejo de una sociedad. Si antes era Luis Alberto Spinetta, Los Redondos y ahora es Duki o María Becerra. ¿Qué interesa un nombre? La música, para este caso particular, es el reflejo social, de lo que se escucha, de lo que se dice. Porque en alguna época fueron Carlos Gardel, Roberto Goyeneche o Astor Piazzolla. Cada uno con su identidad, con su arrabal, con su cuchillo entre los dientes.

La expresión cultural tiene un valor, es una fuente de trabajo. No es solo una cuestión mercantil donde una canción ocupa un espacio dentro de un disco o la nube de Spotify. Es cultura, es identidad.

Y para lograr un triunfo o quizás una solvencia para mantenerse hay que apoyar. Ya sea con dinero, comprando algún producto del artista, o un clic, en tiempos donde el deseo verde se metió dentro de la computadora y tiene más fuerza que un papel tocable.

Sin cultura no hubiera salido un Charly García, que haya influenciado a un Miguel Abuelo, que haya arrastrado a un Andrés Calamaro y que eso hubiera sido admirado por Los Piojos o una Lali. Un dominó cultural simplificado.

La cultura no es solo entretenimiento. Es idiosincrasia, es voz, es identidad.

Al pueblo lo que es del pueblo.