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Estimulantes del crecimiento vegetal y amigables con el ambiente

La Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) relevó que la preferencia de los productores son los bioestimulantes. En San Luis se aplican y un ingeniero agrónomo indicó que los resultados son prometedores.

Por redacción
| 21 de abril de 2024
Beneficios. Especialistas dicen que los bioinsumos no reemplazan a los fertilizantes tradicionales sino que los complementan.

De a poco los insumos biológicos ganan terreno dentro de las preferencias de los productores agrícolas. El mundo demanda cada vez más la sustentabilidad en los procesos productivos, es por eso que adoptar esta tecnología permitirá agregar valor en los lotes de manera amigable con el ambiente. Según Martín Torres Dugan, coordinador de la Red de Nutrición Biológica (RNB) de Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), existe abundante evidencia sobre sus efectos positivos en diversos cultivos.

 

Inoculantes, biofertilizantes, promotores de crecimiento vegetal, plaguicidas biológicos, productos para la nutrición animal y vegetal, forman parte de un abanico de opciones disponibles para la producción agrícola, que además son amigables con el ambiente.

 

A través de diferentes ensayos los especialistas de la asociación pudieron conocer cuáles son las preferencias de los productores al momento de usarlos. Torres Dugan explicó que dentro del universo de productos, los bioestimulantes, que son compuestos basados en microorganismos vivos, metabolitos derivados de estos o sustancias bioactivas, son los más elegidos. 

 

“Entre los principales motivos para comprender su adopción, pueden estar desde estimular el crecimiento vegetal y mejorar la tolerancia al estrés hasta incrementar el volumen de producción en granos”, indicó el especialista.

 

Otro de los preferidos son los biofertilizantes que contribuyen al aporte y asimilación de nutrientes, como los inoculantes con bacterias que fijan el nitrógeno del aire o que solubilizan nutrientes específicos.

 

“Además de estimular el crecimiento y aumentar el rendimiento de los cultivos, pueden mejorar la fertilidad del suelo y disminuir la huella ambiental, ya que generan menor contaminación y emisión de gases de efecto invernadero”, detalló Torres Dugan, y agregó que por ejemplo la inoculación con azospirillum brasilense, una bacteria fijadora de nitrógeno, demostró aumentar la producción de trigo en la región pampeana en un 22% (materia seca) y un 8% en (rendimiento). En el caso de maíz, la productividad llegó a mejorar hasta un 10%.

 

"Es más importante el beneficio que se logra a nivel suelo ya que impacta en su microbiología, desencadenando procesos internos que mejoran la estructura" (Pablo Civalero - Ingeniero agrónomo).

 

En otra línea están los promotores del crecimiento, que además de solubilizar nutrientes estimulan el crecimiento de las raíces o tienen acción de biocontrol de enfermedades fúngicas. “En este caso, el microorganismo trichoderma sp cumple con ambas condiciones. Existe abundante evidencia sobre sus efectos en diversos cultivos, inclusive también combinada con otras bacterias promotoras del crecimiento vegetal”, especificó.

 

En el trabajo de Aapresid destacaron que compuestos no microbianos como quitosano, extractos de plantas y ácidos húmicos, entre otros, pueden promover el crecimiento de raíces y aumentar notablemente el rendimiento en cereales y legumbres. Esta situación es más visible en suelos pobres o bajo sequía.

 

El coordinador de la red dejó un dato para tomar en consideración: estos productos no vienen a reemplazar a los fertilizantes tradicionales, sino a complementarse con ellos para mejorar tanto la productividad como los beneficios ambientales.

 

De este modo y el contexto de un mercado que ofrece una amplia gama de biológicos (incluso algunos combinan ingredientes microbianos y no microbianos), la recomendación de los profesionales pasa por integrar la bioestimulación al manejo de todas las fuentes de nutrientes disponibles.

 

Con estos antecedentes, consideraron que el uso de estos insumos puede proporcionar beneficios significativos para la agricultura.

 

“La mayor oportunidad de agregar valor mediante la bioestimulación ocurre en contextos de alta variabilidad climática y estrés abiótico”, concluyó Torres Duggan.

 

 

En San Luis se aplican y hay buenos resultados

 

El ingeniero agrónomo Pablo Civalero, de Villa Mercedes, amplió un poco más el panorama al indicar que los bioinsumos son “un complejo de compuestos que contienen cepas de microorganismos que actúan de diferentes maneras tanto en semillas, plantas y suelos, incrementando el vigor y poder germinativo de la semilla. En las plantas facilita el aprovechamiento del fósforo, aporta nitrógeno y, en los suelos, aumenta el porcentaje de materia orgánica, y mejora e incrementa la retención de humedad, entre otras numerosas ventajas”, explicó.

 

Civalero trabaja con el laboratorio Mycophos Argentina, y comercializa Fosfoactiv, que se utiliza como inoculante para semillas y ARCO, ARCO 4N, ARCO Plus, que son “biofertilizantes de aplicación foliar para cualquier tipo de cultivos, desde cereales y oleaginosas hasta hortícolas y frutales; previendo ir incorporando otros productos biológicos para el agro”, indicó y añadió que al brindar sus conocimientos en los asesoramientos no se limita solo a la venta, sino que da recomendaciones sobre las forma de aplicación, las consideraciones a tener en cuenta y el seguimiento posterior, en el que se realizan registros y evaluaciones de resultados a nivel local.

 

“Comencé a trabajar con estos productos en 2023 y destaco los resultados promisorios relacionados a un mayor volumen radicular, tanto de anclaje como de absorción; mayor tolerancia al estrés hídrico por parte de la planta, favorece el desarrollo y el llenado de granos, que redunda en mayores rendimientos”, explicó.

 

Además Civalero reconoció que si bien los biofertilizantes actúan a nivel de semilla y plantas, “es más importante el beneficio que se logra a nivel suelo, ya que impacta en su microbiología, de-sencadenando procesos internos, que mejoran la estructura, incrementan la fertilidad, aumentan el porcentaje de materia orgánica y reducen procesos erosivos, entre otros aspectos que, en conjunto, mejoran la salud de los suelos, y con ello, se obtienen plantas más saludables y vigorosas impactando en la productividad de los lotes”.

 

El ingeniero agrónomo indicó que hay que “pensar a la utilización de los bioinsumos como una herramienta de manejo de la microflora del suelo, ya que la salud y productividad de las plantas dependen de la salud de él”.

 

Para Civalero, los biofertilizantes se diferencian de los fertilizantes tradicionales en el plano ambiental: “Son amigables con el ambiente a través de la reducción del calentamiento global, menguando la liberación de gases efecto invernadero, etc. Siendo productos inocuos para la salud humana y animal. Además no requiere infraestructura, ni maquinaria especial para su aplicación. Incluso, dados los bajos volúmenes de aplicación requeridos por hectárea, se simplifica el transporte y almacenamiento de los mismos”, especificó.

 

Sin embargo para el especialista hay un aspecto limitante en la adopción de esta tecnología, “la poca difusión y el bajo conocimiento del productor tradicional son contraproducentes, si bien los resultados son inmediatos, se requiere de un proceso de transición para que la microbiología del suelo se desarrolle y produzca en cantidades que los cultivos necesiten; aspecto que se va mejorando e incrementando con el correcto manejo de los suelos y los cultivos a través de las campañas de siembra”, explicó.

 

No obstante el agrónomo se mostró optimista al expresar que “las estadísticas indican que hay un crecimiento sostenido de alrededor del 15% anual. Además estoy recibiendo mayor número de consultas sobre este tema, observando que el productor se encuentra más receptivo a incorporar esta tecnología; inclusive, hasta no hace mucho, me plantearon inquietudes sobre los cultivos estivales exclusivamente, y ahora, ya lo están haciendo para los cultivos invernales, donde me están demandando para trigo, avena, centeno, alfalfa y vicia, entre otros cultivos, cuya campaña de siembra ya arrancó. Es para destacar que hay un crecimiento en el uso de estos productos respaldado por el aumento de los rendimientos de forma sostenible, y por tratarse de productos amigables con el medio ambiente; en cuanto a lo meramente técnico-operativo, hay una simplicidad en el transporte debido a un menor volumen de almacenamiento, la aplicación puede hacerse con maquinarias de uso habitual y el beneficio que se logra es integral ya que impacta positivamente en suelo, agua, planta”, concluyó.

 

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