SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Un taller impulsado por la pasión y el esfuerzo de una pareja

Oscar es zapatero y Susana, marroquinera. Hace trece años que trabajan juntos. 

Por redacción
| 26 de mayo de 2024
Foto: gentileza.

Susana  y Oscar, ambos de 67 años, hace trece que trabajan juntos en un taller donde arreglan calzado y productos de marroquinería. El hombre se dedica al arreglo de zapatos y zapatillas; mientras que la mujer, a las mochilas, carteras, bolsos, morrales y cinturones. Susana cuenta que ella empezó a fines de 1980 cuando dejó su trabajo de empleada de comercio, y en un local en avenida España y Estado de Israel empezó a ofrecer el servicio de arreglo de zapatos con su hermano.

 

Por su parte, Oscar tuvo varios emprendimientos comerciales hasta que en 2011 escuchó la propuesta de su compañera que le enseñó el oficio del zapatero y se hizo un verdadero experto por su habilidad para las artesanías. “Si bien nunca nos faltó el trabajo, en estos tiempos diría que se ha mantenido: a veces viene mucha gente y otros días quizás no entra nadie. Pero todo esto que ves ahí son trabajos pendientes”, empieza la charla Oscar.
Y Susana agregó: “Recibimos casi la misma cantidad de trabajo para hacer. Mochilas y carteras, todos los días me traen una para arreglarle los cierres o para reforzarle las costuras”. Y admitió que “en algunos casos los he tenido que rechazar porque lo piden para el otro día y la verdad es que con todo lo pendiente que hay no llego”. “Ahora la gente recicla, lo que sea, pero lo recicla”, dijo Susana.

 

Oscar contó que “lo que más me piden es renovar el taco y la media suela porque la mayoría hoy los hacen de plástico. Acá se lo cambiamos con estas suelas de goma Febo que son de mayor calidad y duración”. Mientras que de las zapatillas dijo que “la mayoría son para pegarle la suela y coserla”.

 

Un detalle que aportó el zapatero fue que “la suela de goma Febo, que es importada, luego de la devaluación de diciembre del año pasado, se fue por las nubes. Hoy cuesta 50 mil pesos”.

 

Un gran problema que se le genera a este matrimonio son los elementos que la gente deja para arreglar y después no los viene a retirar: “Antes era peor porque la gente me pedía por favor que le hiciera los arreglos y que a fin de mes cuando cobrara lo venían a buscar. Era tremenda la cantidad de calzado y bolsos que me dejaban y nunca los venían a buscar”, se quejó Susana.

 

En cambio dijo que “ahora es distinto porque cada trabajo que piden hay que dejar una seña para que lo hagamos. Eso es mejor porque no se trabaja a pérdida”. Y con aquellos que van quedando, la mujer contó que “los vendemos o incluso los regalamos". 

 

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