Crimen por encargo: juzgan a un expolicía y a una parapsicóloga
Ambos enfrentan un pedido de prisión perpetua. Julio Olariaga fue asesinado a tiros. La hipótesis es que la acusada, su examante, lo mandó a matar.
La noche del 25 de abril de 2020 alguien tocó el timbre de la casa de Julio Alberto Olariaga. El hombre abrió la puerta y, antes de que pudiera reaccionar, tres balazos se dirigieron a él. Dos apenas tocaron, rozaron, su abdomen, pero un tercero resultó mortal. Le perforó el pecho y lo mató en cuestión de minutos. Las averiguaciones del fiscal Esteban Roche y la Policía demostraron que todo había sido obra de una examante de la víctima, la parapsicóloga Sandra Pérez Gitto y su cómplice Matías Balada, nada más y nada menos que un expolicía acusado del homicidio de Leandro Bustos.
La hipótesis del crimen fue simple: tras la ruptura de la relación de amantes que mantuvieron Gitto y la víctima, ella desarrolló una obsesión que la llevó no solo a hostigar al hombre, sino también a su familia y sus futuras parejas, y tuvo su punto máximo cuando le encargó a Balada que matara a Olariaga. Ayer, ambos comenzaron a ser juzgados y si, al final del debate oral, los jueces coinciden con la teoría de la fiscalía a los dos imputados no les espera otra condena que la prisión perpetua.
Ella llegó al juicio acusada de "Homicidio triplemente calificado por el vínculo, por mediar promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego", y él, por "Homicidio doblemente calificado por mediar promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego".
En los alegatos de apertura, la fiscal Virginia Palacios repasó la teoría del caso por el cual afrontan la pena máxima. Señaló que Gitto y Balada llevaron adelante un plan criminal al que llamó “familia por familia”.
La representante del Ministerio Fiscal recordó que la mujer conoció al presunto autor material del crimen porque el expolicía le encargó trabajos espirituales para recuperar a su expareja y a su hijo. Palacios también recordó que hace dos años, Balada, finalmente, fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio de Bustos, cometido en 2013.
El defensor de Matías Balada argumentó que "el plan era asustar" y no matar, pero salió mal.
“Balada le hizo una contraprestación a Gitto a cambio de que ella le hiciera servicios espirituales para que pudiera volver con su familia. Se buscó atacar el seno familiar de la víctima. El primer ataque fue a Federico, hijo de Olariaga, a quien el acusado le disparó en una pierna. Luego procuraron las diligencias e información para terminar con la vida de Olariaga en abril”, explicó la letrada.
Una de las pruebas que demostró la conexión entre ambos y el asesinato fueron las 686 comunicaciones que mantuvieron entre el 18 y el 25 de abril, según confirmaron las pericias telefónicas.
“Ha quedado claro que años antes de los hechos investigados, Páez Gitto y Olariaga tuvieron una relación sentimental que dejó profundas heridas en la imputada y que, en cierto modo, desencadenaron la mayoría de los sucesos investigados, todo lo cual hiciere que acumulara un odio desmedido hacia él y su familia directa”, sostiene la acusación que el fiscal Roche elevó a juicio.
Las averiguaciones establecieron que la víctima y su familia recibían desde hacía varios meses antes del crimen mensajes anónimos, escraches en redes sociales y escritos intimidantes. Por eso, la Justicia, en un determinado momento, le impuso a la parapsicóloga una restricción para que no se acercara a Olariaga y sus familiares.
"Durante mucho tiempo, el hombre y las mujeres con quienes mantuvo una relación de pareja formal tuvieron que soportar una serie de escraches y distintos movimientos que tenían como motivo principal hacer sufrir a la víctima y a quien estuviere a su lado”, señala la acusación.
Cuando los policías allanaron la casa de Pérez Gitto, en el barrio Jardín del Sur, encontraron "una clara postal del odio". "Incautaron toda una serie de objetos artesanales y similares realizados por la parapsicóloga, anexados a fotografías del occiso y su pareja”, dice.
Esteban Sala, el defensor de Balada, argumentó que fue Gitto quien convenció al expolicía de "asustar y molestar a la víctima y su familia". “El plan era asustar. El segundo hecho, el de abril de 2020, salió mal, lo que descarta el plan homicida. Existió una sola voz cantante y Balada solo obedeció”, manifestó.


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