Seis cabañas de San Luis compiten en la 22ª Prueba Pastoril de Angus
Setenta toros pasaron la segunda de tres etapas de la clásica competencia, en la que miden la evolución de los reproductores después de pasar 300 días en un mismo lote y en igualdad de condiciones en la Estancia Huelucán.
Antes de que se enfriara la parrilla con los últimos chorizos y algo de vacío, los cabañeros dejaron el casco de la estancia para llegar a los corrales donde se desarrolló la 2ª Prueba Pastoril de Angus.
Antes de que se enfriara la parrilla con los últimos chorizos y algo de vacío, los cabañeros dejaron el casco de la estancia para llegar a los corrales donde se desarrolló la 2ª Prueba Pastoril de Angus.
Se respiraba ansiedad, ya que de esa exigente competencia urgirán los campeones, elegidos entre 70 toros de 55 cabañas de la región central del país, que se someten durante 300 días a condiciones de pastoreo iguales para todos.
La Estancia Huelucán, del Grupo Tigonbú, ubicada 12 kilómetros al sur de Buena Esperanza, es el escenario elegido para este año por Angus Centro para desarrollar su prueba pastoril.
Seis cabañas de San Luis participan de la disputa, que terminarán con una tercera y última prueba en septiembre próximo, y el que resulte con mayor puntaje será el ganador. Se pondrá a la venta en un posterior remate que se hará el 11 de octubre en la pista de la Sociedad Rural Río Cuarto.
“Estoy muy contento porque tocó un día espectacular, con sol y sin viento, pero también por el estado de los toros, porque realmente se los ve lindos y bastante sanos, a pesar de que cuando fuimos a los números de las ganancias del peso no fueron muy buenas”, comentó al suplemento El Campo Fabián Otero, un reconocido cabañero de Córdoba que preside Angus Centro desde hace varios años.
Los toros que representaron a San Luis provienen de las cabañas La Rinconada, de Buena Esperanza; El Guadal, de Nueva Escocia (al sur de Villa Mercedes); La Benedicta, de Villa Mercedes; Tigonbú, de Buena Esperanza; El Arbolito, de Naschel, y El Viejo Zorzal, del Grupo Cavigliasso, en Villa Mercedes.
Parejos. El jurado Mariano Zanguittu tuvo la difícil tarea de otorgar puntaje a los 70 toros que participan de la 22ª Prueba Pastoril de Angus.
“Si uno compara esta jura con primera, los animales cambian. La primera jura es la más dispar, porque los reproductores son muy nuevos todavía. Hay algunos que tienen pinta de toros y otros todavía muy de terneros, entonces no es la mejor vista que uno tiene de la primera jura”, evaluó Otero.
Agregó que “los números se acomodaron”, porque en la primera jura había muy pocos toros en el grupo 1 y ahora se integró con más animales, lo que generó una buena expectativa para la final.
También dijo estar satisfecho con el jurado de Mariano Zanguittu: “Es muy sencillo y rápido para jurar; usa mucho lo que es el golpe de vista para jurar y se nota que no es difícil. Este es un laburo que hace en los corrales, en su campo, entonces a la gente que está acostumbrada a trabajar en el corral, con rodeo, no le es difícil esta jura, que es mucho más sencilla que una jura de la exposición”.
Zanguittu es productor, con cabaña de Angus en Huanguelén, provincia de Buenos Aires, y esta fue la segunda vez que le tocó jurar en las pruebas pastoriles de la raza: “Siempre estoy sorprendido por el nivel de toros que se juntan de tantas cabañas diferentes y que sean tan parejos, a pesar de la procedencia de los animales”, destacó cuando habló con este suplemento al terminar su trabajo como juez.
El toro que siempre hemos buscado es un animal moderado, que se adapta a la zona; no está encerrado, se recría el primer año a campo y en el segundo se le da una ración", dijo Saúl Amin, Propietario de la Cabaña La Rinconada, de Lavaisse, San Luis.
El productor y jurado ya estuvo en Buena Esperanza en 2019 jurando esta misma prueba, de la que se fue con un fuerte reconocimiento de Angus Centro y la satisfacción de los cabañeros que exponen sus toros a tan fuerte competencia.
“Fuimos apartando los toros con el fenotipo que consideramos apropiado para el Angus de nuestro país; estuvimos eligiendo animales profundos, con buena musculatura y desplazamiento, que sean correctos en sus cabezas, en su tez anterior y posterior; en el grupo 1 elegimos los toros más carniceros, como es la virtud de la raza, mientras que en los grupos 3 y 4 dejamos los extremos, con algunos defectos de desplazamiento y de pezuñas, y los más altos y más petizos respecto del modelo que priorizamos para producir carne a pasto”, explicó.
Los hermanos Saúl y Mauro Amín son los representantes de la cabaña La Rinconada, ubicada en Lavaisse, y participan desde 2019 de las pruebas pastoriles de Angus Centro.
“La cabaña es relativamente nueva, tiene 10 años. Empezamos con mi padre y mi hermano, y ahora ya estamos haciendo toros y vaquillonas puro controlado”, le dijo a este medio al celebrar la ubicación que logró su toro en esta segunda prueba.
Describió que su establecimiento tiene un manejo tradicional, con base en alfalfa y rastrojos de maíz, más verdeos de invierno y pasturas naturales, donde la vaca preñada pasa la estación más fría del año. En verano, la pasan generalmente en alfalfa y algún sorgo forrajero.
Coordinador. Fabián Otero, presidente de Angus Centro, siguió de cerca la puntuación de los toros evaluados.
“El toro que siempre hemos buscado es un animal moderado, que se adapta a la zona; no está encerrado, se recría el primer año a campo y en el segundo año se le da una ración. El cliente que lo compra se lleva un toro que está listo para trabajar”, detalló.
Los hermanos Amín dejaron bien parado a San Luis en su primera participación de las pruebas pastoriles de Angus. Fue en 2019 y salieron primeros con un toro puro controlado, mientras que al año siguiente, lograron el segundo puesto.
“Estas pruebas también son una oportunidad linda para conocer a mucha gente, con la que con el tiempo entablás una relación de camaradería, igual que con los jurados y las empresas que venden semen”, valoró Saúl.
Los hermanos Amín son veterinarios y se encargan de la inseminación en su cabaña y en otros establecimientos del sur de San Luis, una tarea que les permite tener un panorama de la evolución ganadera de la provincia: “La ganadería en San Luis no tiene techo, a pesar de que los rodeos de cría de la zona de Buena Esperanza se están corriendo al oeste para dejar lugar a la producción agrícola”.
Consideró que esta presión de la agricultura que desplaza la hacienda hacia el oeste los obliga a producir reproductores cada vez más rústicos. “Vendemos muchos animales a productores de Mendoza, una provincia que está teniendo un crecimiento muy firme”.
Fernando González es propietario de la cabaña El Guadal, ubicada en Nueva Escocia, al sur de Villa Mercedes, y participa con un toro de esta prueba pastoril de Angus en Buena Esperanza. Es socio de la Asociación Angus y es la cuarta vez que pone a prueba sus toros en la competencia de la raza.
“Es una prueba que vale la pena, porque se aprende mucho; somos una pequeña cabaña familiar y valoramos mucho estos encuentros, porque te vinculás con colegas que hacen lo mismo”, destacó.
La cabaña arrancó hace 15 años, pero hace diez que comenzaron a marcar sus propios animales. Si bien participan de algunos encuentros ganaderos, todavía no comercializan los puros controlados: “Por ahora es un gusto familiar, porque es una pasión muy linda, es atrapante para quienes nos gusta la ganadería”.
Escenario. La prueba se hizo en Estancia Huelucán, del Grupo Tigonbú, a 12 kilómetros de Buena Esperanza.
González hace ganadería extensiva y la están intensificando a buen ritmo porque el campo en Nueva Escocia está en una zona árida, por lo que se manejan con mucha pastura natural y algo de verdeos implantados.
“La idea es tener una cabaña de la que podamos sacar animales aptos para la zona, rústicos y logrados con pasturas naturales, que se encuentran en un monte ralo con caldenes, y la agricultura que hacemos es para la ganadería”, explicó.
La actividad en la cabaña El Guadal está enfocada en la parte materna: “Apuntamos a lograr hembras con actitud maternal, siempre mirando ubres, facilidad de parto tamaño corporal, cavidad de caderas y longevidad”.
La novedad del establecimiento es que comenzaron con sus primeras experiencias con implantación de embriones. “Es un mundo totalmente nuevo para nosotros, pero tiene sus beneficios, porque adelantás mucho tiempo y colocás embriones que les sacaron a madres campeonas; la genética la tenés, nosotros trabajamos la parte fenotípica en el campo”, dijo entusiasmado con esta nueva etapa.
En cuanto a la prueba pastoril, González la valora porque al convivir con toros de diferentes cabañas en igualdad de condiciones, les permite saber dónde están parados, pero a la vez se codean con gente con más experiencia y muchos que aún no entran en el circuito comercial, como El Guadal.
Antes de que se enfriara la parrilla con los últimos chorizos y algo de vacío, los cabañeros dejaron el casco de la estancia para llegar a los corrales donde se desarrolló la 2ª Prueba Pastoril de Angus.
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