SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

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Consumo naturalizado: ocho de cada diez argentinos se automedica

Ante dolencias leves o moderadas, los puntanos prefieren ir a la farmacia antes que asistir al médico.

Por Astrid Moreno García
| 28 de julio de 2024
En los últimos 20 años, la automedicación en Argentina pasó de ser frecuente en el 30 por ciento de la población a alcanzar al 80 por ciento de los argentinos en 2024. Esta cifra, proporcionada por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (Safyb), posiciona al país como el segundo del continente americano con mayor consumo de medicamentos sin prescripción, solo después de México. El exceso de publicidad de productos de venta libre, las leyes liberales y la falta de acción y control de los entes regulatorios son algunos de los factores que se acentúan con la crisis económica en la búsqueda de soluciones rápidas y baratas a dolencias leves y moderadas, pero que con el tratamiento equivocado pueden llevar a enfermedades graves y hasta la muerte. 
 
“Ocho de cada diez argentinos se automedican. Esta cifra ha crecido exponencialmente y nuestro país es el campeón de la automedicación, porque hay un acceso facilitado a medicamentos recetados o de venta libre, sin la receta, sin cumplir las exigencias de la ley y las regulaciones que debería haber en la condición de venta”, informó Marcelo Peretta, doctor en Farmacia y Bioquímica, y presidente del Safyb.
 
Además, el especialista alertó que está creciendo el consumo irrestricto de medicamentos en menores de 16 y 17 años, mientras que para los niños y adolescentes es la madre quien se hace cargo y decide sobre la medicación que ingieren. Un estudio realizado por la fundación UADE reveló que el rango etario entre 16 y 29 años son los más propensos a automedicarse, quienes principalmente aprueban esta forma de enfrentar dolencias y quienes más confían en su experiencia y en la de familiares/amigos para saber qué dosis tomar.
 
“En el mostrador de mi farmacia, particularmente, siete de cada diez puntanos que no tienen afecciones graves recurren a algún tipo de medicamento de venta libre. Normalmente, la automedicación se da más por el tema de los antibióticos o de los analgésicos. La gente piensa que yendo a la farmacia va a resolver su dolencia más fácil que yendo al médico”, aportó Ricardo Barañano, presidente de la Cámara de Farmacias de la ciudad de San Luis. Y agregó que “desde la pandemia, la gente se empezó a cuidar un poco más y sabe en qué casos tiene que recurrir rápidamente al médico y hacer una consulta”.
 
Según una encuesta realizada por El Diario de la República que tomó como base a 300 usuarios, el 80 por ciento de los puntanos prefiere automedicarse ante dolencias leves y moderadas que asistir al médico.
 
Tipos y demandas
Los antiinflamatorios, analgésicos y antibióticos encabezan la lista de los medicamentos más consumidos y de manera libre en Argentina. Este último se encuentra en el podio, a pesar de que la Ley de Prevención y Control de Infecciones, reglamentada en 2023, establece que la venta de cualquier antimicrobiano de acción sistémica, antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios debe realizarse bajo “receta archivada”, con la obligatoriedad de conservar un duplicado por, al menos, tres meses.
 
“En esta época del año, que está lleno de cuadros virales, mucha gente consigue antibióticos y los toma porque cree que se va a curar más rápido, pero deben ser vendidos bajo receta, debido a sus efectos adversos y la resistencia bacteriana que pueden generar. Sin embargo, hoy cualquier persona va a la farmacia y pide una Amoxicilina y se la dan”, explicó Raúl Mariano Mejía, jefe del Departamento de Medicina Ambulatoria del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante del Conicet.
 
La automedicación con este tipo de drogas puede llevar a alergias graves, diarreas, lesiones cutáneas y, lo más preocupante, la generación de bacterias más resistentes e inmunes a los antibióticos. Además, tiene una incidencia directa con la flora intestinal, ya que no solo eliminan las bacterias patógenas que causan infecciones, sino que también pueden destruir las beneficiosas que forman parte de la microbiota intestinal. 
 
Otro tipo de fármacos que afloran en épocas invernales son los antigripales, que tienen como fin aliviar los síntomas de la enfermedad, e incluyen cuatro componentes: antitusivos, para contener la tos, descongestivos nasales, vitamina C y los denominados AINE (antiinflamatorios no esteroides por su acción analgésica y antifebril).
 
“Ninguno de ellos cura la gripe, básicamente, porque es un virus y se cura sola. Son solo para los síntomas. Algunos antigripales tienen efedrina o derivados y estos pueden producir palpitaciones, arritmias y problemas cardíacos”, aclaró Mejía. 
 
El doctor Peretta sumó que la mejor forma de curar una gripe es dejarla transcurrir, abrigarse, tomar bebidas calientes como infusiones y sopas, descansar y esperar que el proceso se autorresuelva. Y sobre el Qura Plus, muy usado para esta afección, aclaró: “En una sola pastilla tiene todo, para dejar de estornudar, el antifebril y el analgésico. Es muy potente y el que lo toma por primera vez, obviamente, rápidamente se siente mejor. Ahora, cuando te empezás a acostumbrar a un producto muy potente como ese, cada vez vas a necesitar algo más fuerte para aliviar el malestar y ahí está el problema”.
 
Los que encabezan el ranking son los analgésicos y antiinflamatorios, medicamentos que suelen generar confusión por su acción y efectos. 
 
 
 
 
 
 
El Ibuprofeno es un antiinflamatorio que funciona como analgésico, antitérmico y antiinflamatorio, con principios activos como ibuprofeno, naproxeno y dexketoprofeno. Está indicado para tratar dolores leves a moderados con componente inflamatorio, como el dolor de espalda, menstrual, de muelas y articular. Por otro lado, el Paracetamol es un analgésico y antitérmico que se recomienda como primera opción para tratar la fiebre y dolores leves a moderados.
 
“Los antiinflamatorios pueden producir daños al estómago, como un sangrado digestivo, y al riñón, por eso por más que sean de venta libre, hay que tomarlos por poquito tiempo. Ese es el problema con el Ibupirac y esto de promocionar su consumo ante cualquier pequeña molestia. Al ser los remedios de venta libre, la industria los promociona directamente al consumidor y no a los médicos”, remarcó el médico del Conicet.
 
El consumo excesivo de analgésicos propicia la aparición a corto plazo de problemas gástricos, renales, derrames de sangre en forma de trombosis, problemas digestivos varios, acidez e hipertensión, porque aumentan la presión arterial. Y, en este sentido, el presidente del Safyb informó que son los que más enfermedades, internaciones y muertes causan, porque están en la conducta diaria.
 
“Actualmente, hay 24 mil muertes anuales por mala medicación. Permanentemente aumenta eso, pero no es solamente de automedicación, sino que incluye a aquellos pacientes que no toman los medicamentos que necesitan, porque están mal medicados, automedicados o porque no tienen plata para comprarlos”, informó. 
 
Al igual que en 2001, la crisis económica llevó a un aumento en el consumo de psicofármacos. Según Peretta, 12 millones de argentinos consumen este tipo de medicamentos, es decir, el 25 por ciento de la población argentina consume antidepresivos y ansiolíticos, una cifra mucho más alta que la media mundial, del 9 por ciento. Este incremento está relacionado con el estrés y la ansiedad generados por la situación económica y social del país.
 
El farmacéutico puntano añadió: “Hubo un momento en el que las crisis pegaban, pero las personas tenían quizás un saldo que les permitía seguir comprando la marca que era un poco más costosa. Pero, a partir de esta última crisis, es común escuchar la frase ‘buscame la marca que sea más económica’. En este momento, la gente elige bajar el costo de la medicación”.
 
Según el último informe del Sedronar, realizado en 2023, la prevalencia del uso de tranquilizantes supera el 14 por ciento en Argentina. Su consumo se incrementa con la edad: con un valor menor al 9 por ciento entre las personas más jóvenes (25 a 34 años) y aumenta hasta superar el 31 por ciento entre la población de 66 a 75 años. Se observó que el 85,5 por ciento de quienes consumen adquieren los psicofármacos exclusivamente con receta, mientras que el 14,5 por ciento lo hace sin.
 
“Hay muchos casos que empiezan con un analgésico, después pasan a otro más potente, primero porque no se podía dormir o porque los dejó la pareja. Actualmente, hay suficientes excusas como medicamentos y, además, la propia industria farmacéutica que los vende te explica que el consumo es excesivo porque no solo los psiquiatras prescriben psicofármacos, sino que lo hacen también los médicos clínicos y hasta los psicólogos que no tienen facultad para hacerlo”, remarcó Peretta.
 
Los nuevos populares
Según contó el presidente de la Cámara de Farmacias de la ciudad de San Luis, los suplementos vitamínicos registran un alto nivel de ventas y altamente buscado para resolver problemas de mala alimentación, extremo cansancio y estrés laboral. Un consumo que, al ser de venta libre y con marcas que se volvieron conocidas gracias a la publicidad, se incrementa aún más. Pero, ¿qué efectos tienen estos en el cuerpo?
 
Los médicos Mejía y Peretta coinciden en que no está científicamente demostrado que prevengan enfermedades, como los resfríos, reduzcan los niveles de cansancio, aumenten las defensas o proporcionen los beneficios que generalmente se promocionan. 
 
“Hay casos de gente que toma magnesio porque hace bien, llegan al hospital y no dicen que ya lo consumen, entonces se les suministra una dosis y desencadena en arritmias. Lo único realmente concreto es que la falta de cada vitamina produce una enfermedad con nombre y apellido, entonces, por ejemplo, si se tiene deficiencia de vitamina C produce escorbuto, pero no por ingerirla vas a tener menos resfriados”, resaltó el médico de la UBA. 
 
El referente de Safyb complementó: “Las vitaminas nacieron para aquellos con problemas metabólicos y de absorción que no pueden incorporarlas a través de los alimentos, salvo algunas como el ácido fólico para embarazadas, el resto de los polivitamínicos son almidón puro que uno se mete al estómago. El objetivo de los laboratorios nunca es científico, no es de salud, no es curar, no es prevenir, es enriquecerse y si la gente se cura en el camino, bárbaro”.
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