Una artista que hace cuentas sobre su propia historia
Es contadora, tiene 32 años y vive en Cataluña hace tres. Pero también es una cantante y bailarina que pretende mantener su perfil musical en una actuación muy especial en San Luis. La historia de una mujer con el corazón cada vez más ancho.
Las últimas veces que Luciana “China” Aberastain actuó en San Luis permanecen en su memoria emotiva y cada tanto, en un barrio pequeño de Cataluña, donde vive ahora, la asaltan sin miedo, con ganas de repetirlas. Fueron en el otoño de 2023, en el Cine Teatro como cantante y con la Compañía Puntana de Danzas como bailarina, las dos actividades artísticas que movilizaron sus días.
Es por eso que la actuación que hará el sábado 20 en Pimienta, el bar de frente al rectorado de la UNSL, significa para ella un reencuentro con su gente, pero también un viaje interior a una época que la hizo muy feliz. “Va a ser un show íntimo, muy personal, con las canciones que realmente me gusta cantar”, dijo la joven que se fundamenta en el folclore contemporáneo de Abel Pintos, Nahuel Pennisi, Maggie Cullen, Milena Salamanca y hasta Milo J.
Con el concepto de que el escenario es “un lugar sagrado que se comparte”, “La China” invitó a un grupo de amigos a que la acompañen en su show de regreso. Su primo Juan Diego Páez será el pianista y Carlino Tozzeto estará en la batería; además de Gracián Quiroga, el fundador de la Compañía Puntana de Danzas, y Abby Lugea, quien se prepara para el PreCosquín y tendrá una participación especial en la noche.
Hace tres años, Aberastain decidió irse a la provincia catalana de Tarragona e instalarse en Reus, una pequeña ciudad, para terminar el doctorado en Contabilidad y Finanzas. La artista es también contadora pública e hizo cuando todavía vivía en Argentina un posgrado Marketing y ventas. El primer paso en España fue un máster en Dirección de empresas.
“Siempre tuve ganas de vivir en otro país –dijo a El Diario de la República “China”, a una semana de su regreso a San Luis- aunque nunca me lo había planteado en realidad porque no tenía los papeles y esas cuestiones. Pero cuando se me dio la posibilidad de hacer un visado de estudio sentí que era una decisión atinada”.
Del máster al doctorado, ahora la mujer acaba de terminar el primer año de su nueva carrera y proyecta quedarse al menos tres años más en Europa, hasta concluir sus estudios. “Yo adoro San Luis, amo a mi país, soy una fan total de mi país, Argentina es el mejor país del mundo, pero hoy la vida me lleva a estar en otro lugar, en otro país que estoy haciendo mi casa sin dejar de querer al mío”, agregó “China”, quien pasará las Fiestas con su familia y el 5 de enero emprenderá el regreso.
A Aberastain, San Luis le parece preciosa, pero el vínculo mayor es de raíz, más allá de lo que ven sus ojos. “Acá tengo mis afectos, que es lo que más pesa siempre”, agregó y dijo que el sentir es que su corazón se ensanchó en su nuevo destino.
Cuando Luciana dice que tiene sus afectos aquí es no solo literal, sino que también total. En San Luis están sus padres, sus abuelos, su hermano, sus tíos, sus primos, sus amigas de la escuela primaria en San Luis Gonzaga y secundaria en Santo Tomás de Aquino y, fundamentalmente, sus compañeros de la Compañía Puntana de Danzas, a la que considera su segunda casa.
“Cada vez que llego me reciben con muchísimo amor no solamente en mi familia sino también mis amigos y hasta algunas marcas con las que trabajé en la creación de contenidos para redes sociales”, sostuvo la joven que hace poco emprendió un nuevo proyecto, su podcast “Atravesada”, que ya tiene seis capítulos y buena repercusión.
A punto de cumplir 33 años, “China” empezó lo que ella llama un camino de autodescubrimiento que encuentra muy interesante el hecho de estar sola en otro país, “bien conmigo misma”. Eso le permitió encontrar una estabilidad que celebra como una de las mejores cosas que le pasó en el agonizante 2025.
Aberastain nació en el barrio Lucas Rodríguez y a medida que su casa le fue dando paso a la Clínica de Rehabilitación Integral formada por su padre, especialista en discapacidad, se fueron mudando, primero al Barrio Nacional y luego a Juana Koslay, aunque para ese momento, “China” ya vivía sola en un departamento del centro.
Ahora, en Tarragona, entre números universitarios, el podcast y algo suyo en San Luis, cada tanto recuerda aquella última vez con la Compañía Puntana de Danzas y tiene la nostalgia de pensar que, quizá, aquella actuación haya servido como despedida de una actividad que la acompañó desde los seis años. “Yo estaba cargada de emoción, fue una noche que llegó al corazón y que me la atesoro”, dice y espera que su reencuentro tenga algo de aquella sensación, que sea una noche que pueda recordar, cada tanto, en la soledad deseada de su casa catalana.
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