Coparticipación en caída: el interior provincial sufre el impacto directo en sus comercios
La merma de ingresos en las comunas no solo afecta a los servicios y necesidades elementales de cada localidad, sino que toca fuerte a los negocios, que se ven atravesados por menos ventas y un riesgo latente de mayores impuestos.
La coparticipación está en el ojo de la tormenta. El mecanismo de distribución de ingresos entre los distintos niveles de gobierno, enfrenta mermas considerables que representan un problema complejo para la administración de las municipalidades, provocando un impacto directo en la capacidad de operar y responder a las demandas de los vecinos. Implica un golpe a la obra pública y a los servicios más esenciales, dañando la gobernabilidad. Pero, como si fuera poco, también recae en los comercios.
Que las localidades tengan menos dinero de la coparticipación es sinónimo de drama económico en los negocios, ya que choca en el consumo (la gente presenta cada vez más dificultades para la subsistencia mes a mes), dando una caída considerable en las ventas.
Una peculiaridad que suele darse en el interior, es que algunas familias optan por comprar la mercadería del mes en las ciudades de influencia más cercanas, para ahorrar. Y los comercios locales, se manejan con ventas más básicas. Pero ahora, con el drama de la copaticipación, aún ese contexto está en crisis. La gente compra lo justo y necesario y se dirime entre la odisea de pagar las cuentas o acceder a la comida y los gastos más preponderantes.
Además, como la reducción de fondos coparticipables afecta la capacidad de mantener la inversión pública y los programas sociales, el poder adquisitivo se va en picada y, en ese dominó, cae también la demanda de bienes y servicios. No hay trabajo, no hay plata circulando. Es sabido que la mayoría de los negocios subsisten gracias a la compra constante de trabajadores estatales y beneficiarios de planes sociales, pero eso está en riesgo.
Un peligro latente
Como las comunas están cada vez más asfixiadas, ante las múltiples obligaciones que deben afrontar, una salida para paliar el drama puede ser el incremento de impuestos. No pocas localidades analizan seriamente la herramienta, con lo cual ese también es un eje que alcanza a los negocios. El combo es absolutamente explosivo.
La falta de obra pública, consecuencia directa de la baja coparticipación, lastima a la actividad comercial de cada zona. Y, al mismo tiempo, esa caída de la actividad comercial puede derivar en despidos o la dificultad de generar nuevos empleos.
En definitiva, el ajuste de la coparticipación genera un círculo vicioso que afecta negativamente en los negocios, disminuyendo la demanda, incrementando los costos y complicando el desarrollo económico de los municipios.


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