"La operación a Adolfo salió muy bien"

Estuve dos semanas en Buenos Aires con Adolfo. ¿Saben quién es Adolfo? Es Adolfo Rodríguez Saá, quien fue cinco veces gobernador de San Luis, presidente de la Nación y un líder de esta provincia, fundador de toda una escuela de administración y de buen gobierno. 

A Adolfo lo tendremos la semana que viene acá, en su casa, caminando tranquilo y aparecerá en la vida pública, para reconocimiento de todos, dentro de 15 días o un mes.

Él sacó a San Luis de una situación histórica en la que prácticamente no tenía viabilidad económica, ni siquiera un territorio en donde se ejerciera plenamente la soberanía de la provincia: un sur olvidado, un norte olvidado, Villa Mercedes olvidada, una ciudad de San Luis con mucha burocracia. El sacó a la provincia, la puso en los primeros lugares del país y creó una escuela de administración. 

Además Adolfo es mi hermano del alma y somos muy amigos. Nos hemos criado juntos y hemos jugado de chicos. Después nos tocó en la vida estudiar. Estudiamos los dos en la misma universidad y fuimos contemporáneos en los estudios. Cuando vino la dictadura ejercíamos los dos la profesión de abogados. Empezamos de la nada e hicimos un estudio jurídico muy importante, que tenía mucho trabajo.

Cuando vino la política y fue gobernador yo estaba siempre con él, lo acompañaba y él me acompañaba. Siempre fuimos así.

Adolfo, a principios de octubre, hizo su chequeo anual, que a cierta edad es importante hacerse. Cuando se lo hizo vieron la necesidad de hacerle un cateterismo para ver cómo funcionaba su sistema circulatorio y el corazón. En la semana del 13 de octubre le hicieron el cateterismo y encontraron que no era suficiente y que había que hacer una operación para hacer un bypass. Eso no revestía mayor riesgo, salvo los riesgos de una operación, porque hoy en día es casi una operación menor. Tenía una pequeña complicación ya que habían tenido que anestesiarlo para hacer el cateterismo, lo que hace perder defensas y glóbulos rojos. Si tras esa anestesia unos poquitos días hay que operar de nuevo, tiene un adicional, que si bien no era una gran complicación, era un adicional de riesgo. Esa operación se programó para el 27 de octubre.

Se hizo la operación y por eso esos días me fui a Buenos Aires con él. El médico de cabecera de Adolfo es el doctor Ricardo Iglesias, un médico que es presidente de la Asociación de Cardiólogos del país, un buen tipo, que además lo conoce mucho y nos quiere. Ha estado muchas veces en San Luis, es como un amigo. El doctor Carlos Nojek y su equipo lo operaron, en una clínica que es bastante nueva en la ciudad de Buenos Aires y es muy buena. Lleva el nombre de Finochietto, el gran cirujano argentino de la década del '40 y '50, una eminencia. Con muy buen criterio lleva su nombre la clínica que queda por Córdoba, pasando la avenida Pueyrredón.

El día que lo operaron estábamos todos ahí. Le fue bien y lo vimos cuando se despertó muy tarde en terapia intensiva. Adolfo estaba rodeado de afecto, a su lado estaba Gisela, su mujer y sus hijos del corazón, Joaquín y Gerónimo y Francisco el chiquitito. También Feliciana, Santiago, Adolfo, Mariana, Agustina y como una suerte de coordinadora de afectos, Matilde Daract. Son quienes primero accedieron a verlo después de la terapia intensiva.

El primer día casi no se podía ni mover, pero mantenía la cordialidad y lo afectuoso -como siempre- y el segundo día mejoró muchísimo. Siguió en terapia intensiva, aunque con mucho menos medicamentos y empezó lentamente la recuperación. Al tercer día fue increíble cómo mejoró de los dolores, porque la operación había salido bien. Al cuarto día lo pasaron a terapia intermedia. Y al quinto, sexto día, lo pasaron a la habitación y comenzó a levantarse y a caminar de a poco. El séptimo día, cuando ya no lo podían tener porque caminaba tanto, se pudo ir a su casa.

Desde el lunes 3 de noviembre al mediodía está en su casa en Buenos Aires, siempre con Gisela, Joaquín y Gerónimo, y sus hijos Francisco, Feliciana, Santiago, Adolfo, Mariana y Agustina y Matilde, siempre presente. Desde luego, yo también. Estaba perfecto Adolfo, de humor, lindo.

El martes y miércoles comenzó a recibir las primeras amistades más cercanas que pudieron verlo, tratando de mantener conversaciones livianas, para no preocuparlo por nada.

El jueves pasado lo fui a ver y salimos a caminar. Dimos una vuelta a la manzana con Adolfo caminando por las calles de Buenos Aires, perfecto.

La operación salió muy bien. El cuerpo tarda unos 30 ó 40 días en volver a toda su armonía, tras recibir estos impactos. Cuando lo operaron tuvieron que cortar el hueso en la zona del esternón. Como esto no se puede enyesar es un proceso que tarda cerca de 40 días, desde la operación, en soldar. Esto son los pequeños temas que tiene ahora pendiente: que el cuerpo vuelva a su armonía, que lo está logrando bien día a día. Y después que suelde este hueso.

Estamos todos contentos. Un afecto enorme a todo este grupo de su círculo íntimo que le dio el afecto y las fuerzas necesarias: Gisela, Joaquín y Gerónimo, Francisco el chiquitito, Feliciana, Santiago, Adolfo, Mariana, Agustina y Matilde. Y por supuesto Juan, su secretario.

Estoy muy contento por cómo salió todo. A Adolfo lo tendremos la semana que viene acá, en su casa, caminando tranquilo y aparecerá en la vida pública, para reconocimiento de todos, dentro de 15 días o un mes.

Ha recibido muchísimas muestras de cariño y de afecto, de gente preocupada que ha llamado, manteniendo la prudencia.  Lo peor que hay en estas situaciones es tratar de visitarlo, de preocuparlo, de que él tenga que contar lo qué le pasa... Ya vendrá a San Luis y en unos días más lo tendremos en la vida pública y en lo que él quiera realizar, de a poco y muy bien. 

Lo tenemos a Adolfo con rectificación de motor. ¡Qué lindo! Me pongo contento y ése fue el motivo de que no estuviera en el programa.