En el Barrio San José, a la vera del Río Quinto.
Tuve que poner una chapa debajo de la puerta para que no entren los pericotes a mi casa. La otra noche veía televisión cuando entró uno. No se puede estar”, denunció José Luis sobre uno de los tantos problemas con los que los vecinos del barrio San José, como él, conviven por la existencia de un basural. Desde Servicios Públicos aseguraron ponerse al tanto de cómo marcha la recolección de residuos en ese sector y tomar medidas.
El tiradero está repartido en diferentes puntos en las cuadras de Olloqui, Esteban Agüero y Tallafero, a la vera del Río Quinto. Pasado el mediodía, El Diario de la República recorrió el predio y constató de lo que se quejan los vecinos.
Hay montículos de residuos en las tres manzanas. Desde bolsas con desperdicios de comida y artefactos para el hogar, hasta animales muertos, ripio y parvas de cubiertas para auto. “Todo el mundo viene a tirar sus cosas. Vienen en autos particulares, camionetas y carritos con caballos”, contó el hombre. Y no exagera.
En ese ínterin de 20 minutos, periodista y fotógrafo observaron, al menos, cinco personas que se acercaron hasta el terreno ubicado a la altura de calle Esteban Agüero. Una era una señora que parecía venir de otro vecindario, iba en bicicleta y portaba en el asiento trasero del rodado una bolsa, lista para arrojar. El resto eran cuatro hombres que llegaron en un carrito.
Aunque el tiradero no tiene las mismas dimensiones que tuvo otros años, el problema es el mismo. Según los vecinos, son cada vez más los ratones y, sobre todo, las moscas y los alacranes para los que deben estar preparados cada verano.
Debido a las lluvias de estos días, aún permanece entre las montañas de basura y la maleza del terreno agua estancada. “Hay muchos mosquitos y nos preocupan las enfermedades, como el dengue”, señaló José Luis.
El mismo miedo existe por los alacranes. “A mi hija la otra vez se le apareció uno. Acá tratamos de mantener limpio a los alrededores de la casa, pero con un basural al frente no se puede”, agregó.
Juana vive hace años en ese vecindario y dice que tiene que equiparse muy bien con matamoscas porque “no se puede estar”. “Cuando hace calor y está por llover se llena de bichos”, dijo.
Basurero con historia
Hace sólo dos años, el tiradero ocupaba casi once cuadras. Se extendía desde calle Italia hasta Esteban Agüero. Después de varias publicaciones de El Diario, el personal de Servicios Públicos colocó un contenedor en una de las esquinas de Guayaquil y hasta una persona que vigilara el enorme recipiente.
El basural pudo ser erradicado. En algún momento, a través de un proyecto que presentaron en el Municipio, vieron la posibilidad de convertir el predio en una moderna plaza donde los niños pudieran jugar.
Esa idea no prosperó y, a los pocos meses, los carritos y los vecinos de todos lados de la ciudad trajeron de vuelta el basurero.
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