Veinte años de trabajo paciente y organizado

Quienes dicen que veinte años no son nada, seguramente no conocen el trayecto que tuvo que realizar la provincia para lograr la recuperación de los Humedales de Guanacache. Fueron dos décadas de idas y venidas para poder tomar cartas en el asunto en la lucha contra la desertificación de la zona, compartida por las provincias de Mendoza y San Juan. Finalmente, hace poco más de tres años, lograron firmar un convenio para la construcción de dos azudes que ya han cambiado la imagen de la región.
El primer paso lo dio en 1992 el entonces gobernador Adolfo Rodríguez Saá, con la firma del Pacto Legislativo y Ambiental del Nuevo Cuyo, que buscaba coordinar acciones para proteger los bosques nativos y los humedales de Guanacache. Se rubricó el 29 de agosto en la provincia de Mendoza. El 14 de diciembre de 1999 se logró la declaración de la zona como internacionalmente protegida por la convención "Ramsar", y en abril de 2009 La Rioja incorporó el Humedal Pampa de la Salinas. El segundo paso fue en 2010, durante la gestión de Alberto Rodríguez Saá, que logró la firma de un convenio histórico entre Mendoza y San Luis para realizar estudios de impacto ambiental y factibilidad. Este documento se suscribió en la ex Casa de Gobierno, y se convirtió en el último acto realizado en el edificio, antes de hacer la mudanza a Terrazas del Portezuelo.
El 30 de diciembre de 2011 el gobernador de Mendoza, Francisco Pérez, firmó el convenio para trabajar en la reconstitución del sitio junto a funcionarios nacionales y de San Juan y La Rioja. En febrero de 2012, el gobernador Claudio Poggi homologó el convenio inter-jurisdiccional en un acto que se realizó en Guanacache y contó con representantes de todas las provincias involucradas. Además firmó el llamado a licitación para la construcción de dos azudes. En diciembre del mismo año adjudicaron la obra a la empresa Alquimaq por casi 40 millones de pesos. En esa oportunidad, y a 20 años del pacto Nuevo Cuyo, firmaron el Pacto Cuyo+20, para fortalecer los lazos.
Los dos azudes, uno de tres y otro de seis metros de altura y de unos 750 de longitud, son construcciones parecidas a los diques con la diferencia que no cortan la corriente. Así permitieron la acumulación del agua para que desborde a orillas del río Desaguadero, algo que naturalmente no ocurría por el poco cauce que tenía el río; y lograrán recuperar un espacio de siete mil hectáreas, con un impacto en el ecosistema de otras doscientas. La zona es hábitat de miles de especies de flora y fauna, como gansos salvajes y flamencos, que de a poco volvieron; aunque aseguran que no será todo inmediato y los logros se verán en unos diez años. Uno de los nuevos embalses se ubica a tres kilómetros al norte de Desaguadero y el otro a unos 22 kilómetros más arriba.
El río Desaguadero nace en las Lagunas de Guanacache, en el límite tripartito de las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan, marcando el límite interprovincial entre San Luis y Mendoza, corre hacia el sur, hasta encontrarse con los bañados del río Tunuyán, donde continúa con el nombre del Salado, hasta llegar al río Colorado, para luego desembocar en el Océano Atlántico. Los afluentes que aportan en este recorrido, son los del Bermejo, San Juan, Mendoza, Tunuyán y Diamante. Antiguamente su caudal era de 200 metros cúbicos por segundo, conformando aguas abajo de Guanacache una serie de siete bañados que mantenían el ecosistema y la biodiversidad del oeste puntano.
Las lagunas fueron denominadas “sitio Ramsar”. Son llamadas así porque pertenece a una lista mundial de humedales de importancia internacional que deben ser preservados. En Argentina  hay veintiún sitios Ramsar en toda su geografía, que suman un total de 5.300.000 hectáreas aproximadamente. San Luis, compartiendo con Mendoza y San Juan, tiene uno de los principales, con casi un millón de hectáreas, es decir, el veinte por ciento de los sitios de esta característica en todo el país.