Me siento en mi casa, me parece como que estoy visitando a mi familia y a gente que me conoce desde hace muchos años", dijo sin vacilar a El Diario el embajador del Vaticano.
A quien se acerca o intenta acercarse a Emil Paul Tscherrig no le hace falta mucha presentación. El suizo hace todo para que sea fácil. Lo resuelve con una simpleza inusitada, pese a que la celosa custodia y apretada agenda le ofrecen poco tiempo para salirse del protocolo.
"Me siento muy feliz acá porque compartimos la misma fe, la misma historia de la iglesia, seremos de localidades diferentes del mundo, pero formamos parte de una misma familia. Eso es lo lindo", expresó en un dificultoso castellano.
Su experiencia de casi treinta años en cargos diplomáticos de la Santa Sede se notan en cómo se maneja hasta con los medios. "Sentirse así es muy importante para mí, que he viajado por todas partes del mundo y acá llego y encuentro una familia de hermanos en Cristo. Por eso, siento que estoy en casa", agregó.
El nuncio se detuvo unos minutos para hablar con este matutino en el Instituto Aleluya, luego de saludar a los directivos, un grupo de alumnos y catequistas y firmar el libro de visitantes ilustres de la escuela. "Este paso por la escuela sirve para recordar la relevancia que tienen en nuestra vida. Es el escenario vital para que los chicos y los jóvenes tengan una buena educación, sean educados como personas íntegras, capaces de razonar, de conducir una vida llena de futuro", manifestó. En el salón lo esperaban sacerdotes y representantes de distintas parroquias para almorzar.


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