SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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Donación de órganos: hay 125 puntanos en lista de espera

Por redacción
| 18 de mayo de 2014
Trabajo en equipo. Profesionales sanluiseños en plena tarea. En poco tiempo podrán hacer trasplantes de tejido en la provincia.

La donación de órganos es uno de los actos más conmovedores de la sociedad. Es dar vida a otro, un desconocido, cuando la propia, o la de un familiar querido, se extingue. Está considerada en la Argentina por la propia ley (Nº 24.193) que regula los trasplantes como una acción “solidaria, desinteresada y altruista”, tres términos que cuesta aplicar a la vida diaria, cada vez más individualista.

 

Hay donantes expresos y otros que no lo dejaron por escrito, pero se lo dijeron a un familiar.


San Luis tiene 125 pacientes en lista de espera por un órgano o por tejidos. El 70%, 88 personas, aguarda por un trasplante renal. Son 16 los que necesitan un hígado y 14 los que deben recibir córneas. Sólo dos esperan por un corazón y otros cuatro, un pulmón.

 


La Argentina tiene una red articulada por el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), pero a través de una federalización puesta en práctica hace varios años, cada provincia tiene su propio organismo, que depende de los ministerios de Salud.

 


Así, en San Luis es el Cucai San Luis el que acciona con campañas de concientización y coordina las ablaciones y luego es el Incucai el que decide el destino final de los órganos mediante la consulta de un listado de emergencia nacional que se denomina Sintra, en el que figuran en primer término los casos críticos.

 


También hay un listado provincial para el que suelen reservarse sobre todo riñones y córneas, que es lo que esperan la mayoría de los pacientes aptos para trasplante.

 



Normas de procedimiento

 


La ley establece un protocolo a seguir ante cada caso potencial que puede terminar en una ablación y posterior implante. El primer paso es la detección del potencial donante, que se realiza en los hospitales, tanto públicos como privados de toda la provincia. Allí hay personal especializado en esta búsqueda, que informa luego al Cucai sobre esta posibilidad.

 


El paciente debe haber ingresado con muerte encefálica, lo que debe ser diagnosticado en la segunda instancia que establece el protocolo. Casi siempre son casos de traumatismo severo de cráneo o infarto cerebral. Son personas ya sin vida, que se encuentran en terapia intensiva y tienen un sostén artificial de la función respiratoria y circulatoria a través de la provisión de oxígeno.

 


El tercer paso es la comunicación a la familia, que también está conducida por especialistas capacitados, ya que se trata de un momento de tensión, incertidumbre y angustia. Las familias de pacientes críticos se encuentran ante una muerte inesperada, enfrentando una crisis que provoca confusión, por lo tanto para que puedan comprender el fallecimiento de su ser querido e iniciar el proceso de duelo, habrá que ofrecerles ayuda emocional. El protocolo exige brindar información clara y adecuada a cada situación, identificar los sentimientos de la familia y ayudarla a expresarlos y darles tiempo para que puedan asimilar la situación. Se podrá plantear la opción de la donación de órganos sólo cuando la familia haya comprendido, aceptado la muerte de su ser querido y se encuentren preparados para afrontar esta nueva situación. No es aconsejable presionar más de la cuenta. 

 


En esta instancia el Cucai toma conocimiento sobre si la víctima es un donante expreso (debe figurar en el Registro Nacional de Expresiones de Voluntad para la Donación), si explícitamente declaró que no quiere entregar sus órganos una vez fallecido o bien si es un donante presunto, que es aquel que no hizo una manifestación previa, tal como prevé la Ley Nº 26.066, que modificó algunos artículos de la Nº 24.193, entre ellos el artículo 19, al agregar un bis que incorporó la figura del donante presunto y su expresión formal inscripta en el documento nacional de identidad.

 



La importancia del diálogo

 


Si expresó su voluntad de no donar, no hay más nada que hacer y el proceso se interrumpe. Si es donante expreso, no es necesario consultar a la familia y comienza la preparación para la ablación. En el caso de no haber hecho ninguna declaración en vida, los especialistas conversan con la familia en busca de ese consentimiento, al que hay que arribar sin presiones, con diálogo, apelando a la solidaridad y la colaboración desinteresada que pide la norma jurídica.

 


Si hay conformidad, el operativo se pone en marcha sin dilaciones. Una muerte encefálica permite contar, siempre que no haya habido alguna afección previa, con el corazón, el hígado, el páncreas, los pulmones y partes del intestino, que son derivados a pacientes en emergencia nacional. Los riñones y las córneas, más los huesos, la piel y las válvulas cardíacas quedan a disposición del listado provincial; en tanto que la médula ósea va a un banco de histocompatibilidad, pero es un proceso distinto porque también puede provenir de un donante no cadavérico. Contrario a lo que se cree, para donar médula sólo se requiere de una extracción de sangre.

 


Tras la ablación, que es el acto quirúrgico que se realiza en los quirófanos del hospital donde falleció el donante, llega el momento de derivar los órganos a quienes esperan ansiosamente por un trasplante. El traslado es complejo y no debe tener dilaciones o tropiezos: pulmones, corazón, hígado, páncreas e intestinos tienen un tiempo de preservación en frío que no puede sobrepasar las cuatro horas. Casi siempre se hace por vía aérea con naves enviadas por el Incucai. Dos centros reconocidos por su infraestructura para realizar trasplantes multiorgánicos son la Fundación Favaloro y el Hospital Italiano, ambos de Buenos Aires. También Córdoba y Mendoza tienen la tecnología que en poco tiempo más adquirirá San Luis para realizar trasplantes, en un primer momento de tejidos (córneas, huesos, piel, válvulas cardíacas) en el Hospital Regional, que ya agregó nuevos quirófanos a tal fin (ver: "Seis...").

 


La preparación es clave en el proceso. Hay que colocar los órganos en una conservadora con hielo y preservantes, unas sustancias químicas que mantienen las funciones celulares y que tienen un alto costo económico. El frío es indispensable para mantener el metabolismo de las células y para bajar el consumo de oxígeno, vital ahora que el cuerpo ya no puede proveerlo.

 


Una vez en destino, esos órganos restaurarán un cuerpo enfermo, lo devolverán a la vida plena gracias a la colaboración de otro paciente que no tuvo la misma suerte, pero trascenderá su paso por este mundo a partir de un gesto altruista que necesita ser replicado cada vez más para desmentir eso de que a la sociedad actual le falta solidaridad.

 


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