Más seguridad en el Shopping por la "ronda" adolescente

Cuatro uniformados custodiaban las tres entradas y cada tanto circularon por los pasillos. Dos carteles en la puerta principal de acceso al Shopping le advirtieron a los menores que si iban a entrar al cine, se lo anunciaran a los guardias de seguridad para que los dejaran pasar. El mayor centro comercial de la ciudad cambió su fisonomía el sábado a partir de las 17 cuando cientos de adolescentes llegaron a pasar la tarde, como ya es costumbre. Esta vez la Gerencia decidió controlarles la entrada y salida para evitar los problemas que generaron hace dos semanas, cuando se pelearon dos grupos de chicos adentro del establecimiento.
“Ahora vamos a controlarles el ingreso en los horarios que más chicos llegan. No tenemos un número exacto de cuánta gente puede circular por los pasillos del centro comercial, pero sí puedo decir que un grupo de ocho o nueve chicos que se para en el medio de un corredor, y le impiden el paso a la gente que tiene que llegar al cine o hasta un local, molestan. Y les tenemos que pedir que se corran o se vayan a otra parte”, explicó María Clara Marinello, jefa de Operaciones.
Aunque siempre hubo un oficial de policía que circulaba por todo el perímetro, “ahora la reforzamos por los problemas que se empezaron a generar con algunos nenes que son conflictivos”, dijo Marinello. Destacó que las edades de los "revoltosos" van desde los 9 a los 11 años, a los que calificó de “los más terribles”, hasta los 17, “que son los más prepotentes”. La mujer aclaró que “no son todos así, pero hay varios que son complicados y ya los tenemos identificados porque vienen todos los sábados”.
La Gerencia quiere ver cómo evoluciona el comportamiento de los chicos a partir de la medida que aplicaron de controlarles el ingreso y la estadía entre las 5 de la tarde y las 10 de la noche. “Lo ideal sería que en la casa los aconsejaran cómo deben comportarse en un lugar que es público pero cerrado y donde hay mucha gente. Por ejemplo: apenas entré, vi cómo una chica de 12 años iba saltando por arriba de las sillas del patio de comidas para abrazarse con su novio. Eso no lo haría en su casa, ¿por qué lo hace acá?”, se preguntó.
La encargada insistió: “Esta vez hemos visto que muchos padres vinieron con los chicos, dieron una vuelta y los dejaron. Al menos pasaron a ver cómo estaban. Lo ideal sería que vinieran y se quedaran un par de horas con ellos. Yo creo que algo les debe haber llamado la atención por todo lo que salió en la semana en los medios de comunicación”.
Clara explicó que no es una tarea sencilla controlarlos porque “muchas veces te contestan mal o te empujan y hasta me han llegado a escupir. Otra vez tuve que sacar a unos chicos que estaban sentados en el piso, en el medio del pasillo, y me contestaron con guarangadas”.
La conducta de los padres de los adolescentes es el mayor problema que tienen los encargados de la seguridad: “La realidad es que mandan a sus hijos acá y yo no sé si es que no tienen idea de lo que hacen o miran para otro lado y se desentienden de las conductas que demuestran”, dijo Clara. Y agregó que “cuando se armó el  problema de la pelea de las dos barritas, vinieron tres madres a decirme que estaban en contra de la medida de restricción. En realidad no entendían por qué estábamos sacando a esos chicos afuera, y les explicamos que los sacábamos porque generaban problemas adentro. No tenemos nada contra los chicos que pasean con normalidad y no molestan. Aunque no consuman nada. El problema lo tenemos con los que corren, se pegan, se arrebatan las gorras o las camperas y se tiran al piso a comer, como si estuvieran de picnic en un parque”.