Una familia busca levantar su casa después de un incendio

Perdimos todo. Nos quedó  lo que tenemos puesto”, resumió Roberto mientras mostraba la camiseta de fútbol de Barcelona, ahumada por las cenizas. Casi la totalidad de su casa fue carcomida por las llamas que generaron un escape de gas en la manguera de una garrafa. Pero los Funes no piensan vivir a fuerza de lamentos y ya piensan en salir adelante. El Subprograma Desarrollo Social del Gobierno les prometió que esta semana los ayudarán con materiales de construcción para rehacer su hogar.

A mi hijo se le quemó la mochila y hasta las zapatillas. El lunes (por hoy) no lo voy a mandar a la escuela". Roberto Funes

Lo que quedó de la vivienda está en Amaro Galán al 780. Nada de lo que hay se puede volver a utilizar. "Se quemó la cama, el ropero, la cocina, el televisor y hasta los documentos de todos", repasó el hombre de 45 años.
Lo que se incineró es, a simple vista, sólo una pieza. Esa habitación, de tres metros por cuatro, es uno de los tres ambientes de una casa. "Me crié ahí. Mi papá la construyó hace muchos años. Después cuando él murió y cada uno tuvo su familia, la dividimos con paredes para que cada uno tuviera su lugar", relató.
En ese humilde domicilio residían, entonces, la mamá de Roberto, Norma, una sobrina y en la piecita del fondo Roberto junto a su esposa, Paola, y su nene de 8 años, Robertito.
El incendio fue el sábado, alrededor de las 10. Como otras mañanas, el hombre ya estaba a tres cuadras de su casa, horneando ladrillos. Una de las tantas changas con las que se gana la vida.
En el monoambiente habían quedado Paola y su nene. El pequeño dormía en la cama de una plaza que comparte con sus papás, mientras su mamá preparaba el desayuno a su suegra.
"Iba a hacer un té. Encendí la hornalla de la cocina y cuando hice eso, la manguera de la garrafa como que se abrió y se prendió fuego. Las llamas se hacían para arriba", contó la mujer. Algunas de esas flamas alcanzaron a rozarla. "Me quemaron los brazos y un poco la frente”, señaló mientras mostraba las marcas. “Ahí nomás agarré a mi hijo y salí. Me fui corriendo hasta donde estaba mi marido, para avisarle”, siguió.
Una vecina, Norma, llamó por teléfono a los bomberos. A los rescatistas les tomó unos 20 minutos sofocar las llamaradas. “Por suerte, la garrafa de quince kilos no alcanzó a explotar”, rescató Roberto mientras intentaba caminar en lo que parecía un pesado mar de ropa calcinada y mojada.
Cerca del mediodía la jefa del  Subprograma Desarrollo Social, Carolina Sosa, llegó hasta lo de los Funes. "Acordamos con el Municipio que, en lo inmediato, conseguiríamos unos colchones para que tengan donde dormir este fin de semana", dijo la funcionaria.
Empezar de cero
Aunque el monoambiente quedó en pie, no es muy seguro habitarlo de nuevo. Los muros quedaron cuarteados, los tirantes de madera que sostienen el techo son del color del carbón y no parece que soportarán por mucho más tiempo el peso de las chapas. "El mismo calor, que buscaba salir por todos lados, abrió las paredes", razonó el damnificado.
Por eso, la idea es levantar otra vez la vivienda. "Como tienen un patio grande, los ayudaremos  para que puedan construirla en otro lado del terreno", comentó Sosa.
"No sé nada de albañilería, pero muchos vecinos ya nos ofrecieron una mano. Nos gustaría hacer la piecita un poco más grande de lo que era, porque no teníamos comodidad", aclaró Roberto. Por lo pronto, la familia comenzará los trámites para recuperar sus documentos de identidad.