En un año va a cambiar por completo la fisonomía de uno de los nudos viales de acceso más importantes que tiene la ciudad de San Luis. Se trata de la rotonda de la avenida Santos Ortiz, justo donde nace la ruta 147, que en los últimos tiempos ha cobrado vida con la construcción de Terrazas del Portezuelo primero y de la Estación de Interconexión Regional de Ómnibus después.
Allí, el Gobierno llamó a licitación para construir un "intercambiador de tránsito" a distinto nivel. El nombre suena complicado, pero en realidad no es otra cosa que terminar con los cruces que provoca la rotonda, ahora habilitada en las cuatro direcciones desde que la Casa de Gobierno se mudó a esas tierras fundacionales de San Luis. A diferencia de lo que ocurrió con la mayoría de las obras públicas que encaró la provincia, esta vez habrá una doble responsabilidad para las empresas interesadas en participar: no sólo deberán hacerse cargo de la obra, sino también del proyecto. En sus manos el diseño y el camino a seguir, que podrá ser a través de puentes, pasos bajo nivel o una mezcla de ambas cosas.
El Gobierno puso un tope de 300 millones de pesos a pagar por la obra y un plazo de ejecución de 365 corridos a partir del momento en que se producirá la apertura de sobres. Este acto tendrá lugar en la Dirección Provincial de Vialidad (Ituzaingó y avenida España) el próximo 24 de julio a las 10. Esto implica que en menos de un mes los oferentes deberán desarrollar los planos y entrar en la competencia al menor costo posible. Funcionarios provinciales reconocieron que el dinero es importante y de ninguna manera sobrepasará los 300 millones, pero que prestarán atención a las propuestas, porque también entrará en juego la estética y el respeto por la topografía serrana que circunda a la zona.
A partir del crecimiento de la infraestructura que rodea a la rotonda se fue complicando más y más el tránsito. Y no sólo por la influencia de los edificios nombrados, también hay que agregar la construcción de barrios al norte de la ciudad, cuyos habitantes toman la ruta 147 para confluir rumbo al centro, ya sea por la Avenida del Fundador a la altura del Puente Derivador o directamente por Santos Ortiz, construida sobre la vieja traza de la ruta nacional 7.
En las horas pico, que cada vez son más prolongadas, resulta difícil traspasar la barrera de vehículos que se sumerge en la rotonda en todas las direcciones. A la mañana temprano el flujo es intenso hacia el oeste y también por la 147 hacia Santos Ortiz. Se ven largas filas de autos detenidos mucho antes del Puente Derivador, esperando paso para llegar al supermercado que está sobre mano derecha. Y otro tanto sucede en la rotonda para llegar a Terrazas del Portezuelo. Hay que tener un auto con buen pique y cierta decisión suicida para meterse, porque los que circulan por Santos Ortiz lo hacen a velocidad crucero, lógica para una autopista, y suelen retardar el frenado porque bajan de un puente frente al barrio Tibiletti.
Otro pico de tránsito se produce al mediodía rumbo a Juana Koslay y por la 147 de ida y de vuelta. Y cerca de las 19 se produce el tercer embotellamiento diario, magnificado porque comienzan a llegar los micros desde Mendoza (por Santos Ortiz) y desde San Juan (ruta 147) para levantar pasajeros en la nueva terminal. Las pesadas moles deben ir hasta el retome de la estación de servicio YPF que está a unos 200 metros, por lo que ocupan la autopista de ida y de vuelta en dos oportunidades.


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