Hace 14 años que comparten la amistad y un café todos los días

Es un ritual que repiten hace 14 años, todos los días. Poco después de las 11:30 llegan los primeros integrantes del grupo al bar del Hotel Lavalle en pleno centro mercedino. Como siempre se ubican pegados a la ventana, y con el correr de los minutos la pequeña mesa comienza a llenarse de sillas a su alrededor. Una vez más, estos amigos que tienen entre 63 y 91 años repiten la tradición que desde hace años alimenta una amistad envidiable.
Todos peinan canas, uno llega con alguna carpeta bajo el brazo, el mayor con su bastón, pero nadie falta a la cita cotidiana. “Nos juntamos todos los días, y el día que falta alguno ya lo extrañamos y lo criticamos también”, expresa entre risas uno de ellos. Jorge Colombini (68 años), Aldo Rojo (71), Laureano Crespo (91), Marcelo Bonino (81), Fernando Roca (73) y Antonio Muñoz (63 años), son los hombres alrededor de la mesa que ya forma parte de uno de los bares históricos en la ciudad.
“En realidad en el grupo somos como 12, que venimos por un cafecito o cortado; y además los miércoles a la noche tenemos la cena. Hay veces que nos juntamos en la casa de alguno de nosotros, o nos vamos a algún restaurante o parrilla, como el último miércoles que salimos a festejar el Día del Amigo”, relató Jorge.
Vienen de distintos ámbitos: hay vinculados al comercio, a una pequeña empresa, a la ganadería, un brigadier retirado, un transportista y un representante de una aseguradora. La unión de todos surgió de la mano de esa costumbre que cada uno tenía de ir hasta el café a media mañana.
“Este vínculo y estos encuentros, son un cable a tierra, te desenchufan de todos los problemas. Primero nos juntábamos con Marcelo (Bonino) en el café del hotel San Martín, y de allí se fueron sumando los demás. Pasamos después por la esquina del “Viejo Molina”, y hace varios años que estamos acá”, aseguró Fernando Roca.
Cada mañana hablan de la actualidad, de política, de la realidad de cada uno y por supuesto de fútbol. Aseguran que la mayoría son de Boca, pero también hay representantes de River y San Lorenzo; las gastadas y bromas futboleras son un clásico de siempre.

“Esto es hermoso, yo creo que compartir un momento de amistad es lo mejor que nos puede pasar en la vida. Estar con amigos, quizá poder contar algún problema en el grupo y poder sobrellevarlo”, contó Colombi. “Creo que la clave es la tolerancia. Es un grupo grande, heterogéneo, y si no hubiera existido la tolerancia no creo que estuviéramos todavía juntos”, apuntó Roca.
Incluso entre las familias suelen reunirse cuando hay algún festejo especial o cumpleaños. Suelen compartir viajes a la estancia o al campo de alguno de ellos, y hasta algunos miembros de la mesa de amigos viajaron juntos poco tiempo atrás hacia el exterior.
Uno de los testigos privilegiados del vínculo entre el grupo de hombres es el mozo que los atiende cada mañana. “Hay varios grupos de amigos que vienen al bar, pero este es religioso, todos los días vienen por su cafecito y hablan de todos los temas y hasta a veces preguntan mi opinión”, dijo Anibal Zanabria, que lleva casi 40 años como mozo.
Pegados a la ventana que da a la vereda en Lavalle al 400, los hombres siguen conversando, nada los distrae: no hay cabezas bajas mirando celulares, ni observan la TV; sólo conversan, ríen, levantan la voz y contribuyen una vez más a la ceremonia de la amistad, esa que desde hace 14 años comparten café de por medio.