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Américo Moroso empieza a grabar su disco

Por redacción
| 15 de agosto de 2014

Tras una vida dedicada a la actividad artística, unos pocos retrasos no detuvieron a Américo Moroso en la grabación de su próximo cd, el primero que hará con el sello provincial Calle Angosta en la Casa de la Música.

 


Después de algunos hechos gratos (la presentación en el Festival de Tango en Justo Daract -que a partir del año pasado lleva su nombre- y la temporada de teatro en Villa Carlos Paz, por la que fue distinguido), y otros imprevistos (el piano de la Casa de la Música no estaba afinado y su bandoneón se rompió), hoy el gran músico daractenese comenzará el registro de su nuevo disco.

 


“Ya estamos listos para comenzar el trabajito”, comentó gracioso don Américo, como si fuera a arreglar una cortina.

 


Con el bandoneón en la falda, Moroso quiere ponerse a disposición de la gente con la que grabará. El tanguero  cuenta con tres discos editados pero aclaró que ninguno fue encarado de la manera con la que preparó este proyecto.

 


Como base, el disco tendrá un bajo eléctrico, teclados, dos bandoneones y un violín, que será ejecutado por Erica Di Salvo, quien formó filas junto a su hermano Ulises en la banda de Charly García cuando el de bigote bicolor experimentó en formato acústico.

 


Lo curioso es que don Américo no sabía del pasado rockero de Erica, a quien conoció a través “del viejo Di Salvo”, que interpretaba tangos en una orquesta típica y que le pasó la antorcha.

 


Algo parecido sucede con los Moroso, ya que el hijo de Américo, Carlos Daniel, tocará el bajo en el disco. “La intención es hacer bien el trabajo con lo que uno puede para que salga una grabación buena”, dijo el tanguero.

 


La formación para las sesiones la completan Edgardo Alfonso en teclados, Oscar Herrera en segundo bandoneón y el cantor Alberto Altamirano.

 


Hoy, Américo está feliz con la etapa que vive en Justo Daract, junto a su esposa, y sus hijos, Carlos, y las chicas Patricia y Marcela. Relató entusiasmado que la semana pasada participó de la "Milonga de los Miércoles", una juntada tanguera que se hace en Villa Mercedes. Cuando regresó a su casa del recital tenía el pecho lleno de alegría “porque le tocamos un poquito el corazón a la gente”.

 


“Hacemos las cosas lo mejor que podemos y todo llega”, dijo Américo sobre su trayectoria y destacó que vio a muchos jóvenes esa noche de milonga, aunque lamentó que se acercaran más por el baile que por la música.

 


Él se ofreció para enseñar el bandoneón pero con la condición que vayan a aprender. “Es como que a la gente le falta incentivo y el tango lamentablemente se muestra muy poco”, se quejó. “Y no te puede gustar algo que no conocés”.

 


Son muchas las experiencias vividas por el daractense desde que apoyó un bandoneón a los 10 años. Sus inicios fueron en clases privadas con José Orozco, un maestro de Villa Mercedes que iba los sábados a Justo Daract. “Siempre fui muy observador de los músicos de esa época, que eran unos monstruos porque daba miedo lo que tocaban. Lo que hacía yo estaba como a dos mil kilómetros de distancia”, comentó sobre los integrantes de las orquestas de Aníbal Troilo y Juan D’Arienzo, a los que conoció.

 


Si tiene que nombrar a músicos con los que compartió escenario, Moroso recordó la escena del jazz y el tango. El gran guitarrista Oscar Alemann, al pianista Jorge Arduh, el cantor Enrique Dumas, más Abel Córdoba y Roxana Falasca son parte de ese seleccionado imaginario. “Eran tremendas bandas con buenos caños”, reconoció.

 


“Cuando uno es adolescente es receptor de lo que trasmiten los medios de difusión”, dijo el bandoneonista y recordó que en aquella época, ante la falta de televisión, las radios transmitían programas bailables de orquesta típica y de jazz por Radio Belgrano, Splendid y El Mundo, las radios que escuchaba en su adolescencia y que sigue eligiendo. “Con eso me prendí mucho de estilos”.

 


Américo viaja seguido a Villa Mercedes y siempre hace una recorrida por los estudios de grabación, ansioso como un chico que sabe que recibirá un regalo. A pesar de las casi seis décadas que lleva en los caminos del tango, el bandoneonista daractense espera, tan activo como cuando empezó. “Doy gracias a Dios que todavía puedo hacer algo”, relató a los 80 años, lo que confirma que el tango le da vitalidad. “Eso no deja de darme felicidad”.

 


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