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Las adolescentes son las que más se alcoholizan en La Toma

Por redacción
| 03 de septiembre de 2014
En conjunto. En el hospital de la toma trabaja una psicóloga que atiende a jóvenes por alcoholismo, junto a una trabajadora social.

Tal vez porque está de moda, quizás porque las desinhibe, lo cierto es que en La Toma las adolescentes son las que más se alcoholizan durante los fines de semana. “La gran prevalencia es de las niñas sobre los jóvenes, pero eso no lo digo solamente yo y de aquí del pueblo, también sucede en todas partes, he leído publicaciones e informes de todo el país. Es un fenómeno raro, antes solamente eran los muchachos”, dijo Walter Juárez, el médico a cargo del hospital de La Toma, que generalmente realiza las guardias de los sábados, y que por su labor habla cotidianamente con muchos jóvenes.  El profesional especificó que los viernes, sábados y domingos atiende entre cinco y diez adolescentes que bebieron de más, y que el número aumenta durante los fines de semana largos.

 

“No tenemos con qué medir el nivel de alcoholemia, pero los síntomas clínicos nos orientan”, dijo Walter Juárez.


“En esas reuniones, que ellos nombran como ‘la previa’ toman bebidas alcohólicas dulces y ni cuenta se dan cuenta de que han estado bebiendo alcohol. Éste es un dato alarmante, pero no ocurre solamente acá en La Toma, sino que es un fenómeno social que se da en todos lados. Después salen y hacen desmanes en los boliches, así ponen en riesgo su vida y la de los demás”, contó Juárez.

 


Según el médico, el bebedor de fin de semana es más peligroso que aquél que lo hace todos los días. Tiene los mismos efectos, pero se descontrola más y hace cosas que no debiera.

 


“La juventud no le da la seriedad que merece al tema, no cobran dimensión del alcance que puede tomar esto. Alcoholizados no tienen sus reflejos al cien por cien y en la mayoría de los casos manejan así”, dijo y afirmó que el caso de Claudio Sebastián Escudero, quien falleció el domingo a la tarde, fue por una ingesta de alcohol.

 


El profesional aseguró que para llegar a rehabilitación primero tienen que descubrir que están dentro de un problema y en muchos casos no pueden reconocerlo.

 


“Hay padres que no se preocupan y minimizan que el chico beba una cerveza, pero por algo se empieza. Hay otros que son más firmes y los chicos toman a escondidas. El tema es que los jóvenes son los que deben tomar conciencia”, opinó y propuso: “Así como en las escuelas imparten educación sexual, deberían implementar en los colegios cómo cuidar el cuerpo y dentro de las temáticas que se vean esté el alcoholismo”.

 


Cuando una persona se emborracha el primer daño que recibe es el neurológico, las neuronas dañadas no se recuperan más. 

 


“Eso puede redundar en falta de memoria, de lucidez para resolver diferentes cuestiones, más la pérdida de coordinación y la de su salud, es decir que se trata de un deterioro progresivo que se podría evitar”, dijo Juárez y agregó que pasadas las doce horas de la ingesta de alcohol el cuerpo comienza a reaccionar bien.

 


“Esto no le ocurrió a Escudero, que no pudo responder en ningún momento. Se sumaron varias cosas: una diabetes no tratada, una hipertensión no tratada, una dislipidemia tratada a medias; es decir, que lamentablemente no hubo conciencia de las enfermedades”.

 



En busca de contención

 


En la localidad funcionaba hasta hace un año y medio, el programa  Grupo Institucional de Alcoholismo (GIA), a cargo de la licenciada en psicología María Eugenia Leiva, pero dejó de hacerlo debido a la gran cantidad de pacientes.

 


“El GIA funcionó durante años, desde el '96 hasta mediados de 2012 y suspendimos por un tiempo, debido al exceso de demanda en todo sentido. Igual seguimos trabajando con pacientes alcohólicos”, aseguró Leiva y agregó que continúa atendiendo en el hospital junto a una trabajadora social, con la que creó Red Vida, una agrupación para ayudar a contener adolescentes con diferentes problemas.

 


Hace una semana está de licencia por razones de salud, pero aseguró que no solamente tratan a adolescentes por alcoholismo, sino también por violencia, situación de riesgo de menores y drogadicción.

 


“Específicamente con el GIA no estamos trabajando en este momento. Igual atendemos a los pacientes que vayan al hospital por alcoholismo pero no en forma grupal, sino que analizamos cada caso particular”, especificó la psicóloga y aseguró que no hay consultas directas de chicos que  tomen alcohol.

 


“De forma espontánea no vienen los adolescentes, sí pueden venir sus padres. Es difícil que un adulto tome conciencia de que tiene un problema, pero más difícil aún es que lo haga un adolescente. Además, una vez que son internados por alcoholismo, se recuperan y no vuelven al hospital a buscar ayuda”, concluyó Leiva.

 


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